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M adriguera tiene más amigos que promoción. Esto me lo decía Angélica al cierre de esta edición cuando reflexionábamos sobre nue...




Madriguera tiene más amigos que promoción. Esto me lo decía Angélica al cierre de esta edición cuando reflexionábamos sobre nuestro papel como revista de literatura venezolana. Lo decía porque construimos cada número a partir del diálogo con nuestros amigos y los amigos de nuestros amigos, sin publicidad ni grandes promociones.
Esta reflexión me hizo recordar la pregunta que hace unos días me hiciera Giordana García en una entrevista y la cual decidí convertir en el tema de un foro con otros editores de mi región: ¿Cómo habitar la literatura venezolana de hoy?
Le respondí a Giordana que desde esta casa estamos proponiendo un ejercicio de honra al país. Porque para nosotros habitar la literatura venezolana de hoy, pasa por tener la capacidad de levantar la mirada por encima de la hoja en blanco, y ver a los lados para reconocer todas las parcelas que existen, a quienes están ahí, lo que están haciendo, lo que se parece a nosotros, lo que es distinto, y poder honrar a cada quien por lo que hace y por lo que es.
No quiero decir con esto que sea posible hacernos amigos de todos los grupos o participar en todos los círculos, hablo de darle su lugar a cada cual, reconocer que existen y que dentro de sus formas de ser y hacer cultura tienen virtudes que también los distinguen.
Todo esto suena muy abstracto y algo sectario hasta aquí pero voy a tratar de aterrizarlo con la siguiente reseña: Cristina Müller es una joven ilustradora caraqueña que ha fundado una editorial de objetos llamada Utopía Portátil, la cual le sirve de excusa para dictar talleres de estampado y dibujo para niños desde edad preescolar. Ha publicado una serie de libros ilustrados como “Juano” (el iguano) y “El espanto”, con la famosa canción de Adelis Freites. Recientemente publicó un libro de Luis Enrique Belmonte titulado “40 Consejos para un perro callejero”, el cual me gustaría tener en el futuro. 
Poder reconocerla desde mi parcela coriana me permite habitar la literatura nacional y acercarme a los círculos que están más distantes del mío, círculos que no se tocan en la cotidianidad pero que reconozco que existen. 
Y es gracias a este ejercicio de honrar al país que decidimos convocar a un Premio Nacional de Crónica "Mangos". Nuestra primera convocatoria y está dedicada al mango: una fruta, un símbolo que representa la alegría que somos como pueblo, nuestro buen humor, nuestra simpatía, el dulzor y la memoria de nuestra infancia; características que constituyen lo que no dejaremos de ser. 
Premiaremos con lo que tenemos: con la publicación artesanal de los libros. Y construiremos una hermosa selección de crónicas escritas a una fruta que habla de la venezolanidad desde el hacer y el sentir de la gente. 
Sin más que añadir a esta bienvenida les invitamos a pasar adelante.

Por Ennio Tucci
Fotografía: José Gutiérrez

Por Miguel Antonio Guevara Absurdo todo pensamiento, toda memoria prematura y particularmente dudosa cualquier lamentación ...



Por Miguel Antonio Guevara

Absurdo todo pensamiento, toda memoria
prematura
y particularmente dudosa
cualquier lamentación en nuestro caso;
es por deformación profesional que me permito
este falso aullido.
Enrique Lihn.

Cuenta Josefina de Diego que luego de haber muerto su padre, el poeta Eliseo, procedió a ordenar su papelería clasificándola por temas. Poemas inéditos, hojas manuscritas, críticas a libros, entrevistas, fotos y cuanto papel que sirviera como evidencia del rastro que dejó por el mundo, rayones concentrados en el oficio de reflexión que había realizado en su tierra y otros países de nuestro continente, durante más de treinta años de experiencia vital-escritural.
Encontré esta evidencia en una edición titulada En las extrañas islas de la noche, entrevistas al maestro cubano Eliseo Diego. Fue inevitable –por el asunto de clasificar entrevistas y comentarios- viajar en mi propia línea temporal, poco más de cinco años, creo, en donde comencé a relacionarme con la obra del poeta venezolano César Seco (Coro, Falcón, 1959); me dispuse a “desempolvar” una cantidad significativa de archivos digitales, conversaciones, notas sueltas que había realizado sobre algunos de sus libros.
Siempre ha estado presente la casualidad (¿causalidad?) cuando de su obra se trata, recordé un azar o sincronía que me alcanzó, pues llegué a toparme en una biblioteca de los andes trujillanos -antónimo de su geografía solar- con su primera publicación: El laurel y la piedra que recoge textos realizados entre los años de 1987 - 1991, uní este con Lámpara y Silencio, Antología Poética (Monteávila Editores, 2007) para construir alguna especulación, pero no menos válido acercamiento en torno a su contribución a la tradición poética venezolana. Si hay un punto de partida para reunir las experiencias de su lectura y reflexión, nacen precisamente en el compartir de una amistad que nació gracias a la literatura; “Por el comienzo de una amistad que la poesía ha de prolongar hasta abrir cielos infinitos de diálogo”, me escribiría como dedicatoria en uno de sus libros.
¿Cómo te has de perder lo extraordinario? Pude leer con cierta dificultad, escrito a garabatos con mi propia letra, imitando un pie de página. Más que español parecen grafías de alguna lengua muerta, y parecen, porque todavía, revisando las páginas de una edición de El Viaje de los Argonautas que ocupa mi biblioteca, podemos leer la interrogante escrita en tinta azul. Podría estar mintiendo al describir el color de la tinta, es de todos sabido que más de un escritor prefiere lo negro al cielo, o tal vez la reminiscencia de la nave argos cruzando el mar nos aventaja y ocupa con su singladura la realidad que nos emplaza. Dicen por ahí que cuanto más miedo tenga uno más fijo hay que mirar. César Seco usa instrumentos de arcano para mirar de frente y enfrentar el súbito y la perplejidad a través de sus motivos que cobran vida en el corpus de su poesía, que no es uno sola, es más bien la suma de las palabras hechas diálogo continuo, ejercicio permanente, como bien me diría en una entrevista hace algún tiempo: entre las tantas cosas que es (y no es).


Interroga el poeta en su verdad, enfrenta el poeta sus temores, la incertidumbre hecha palabra que se atasca en la imposibilidad del decir, pero al fin dicha en una caligrafía del aire. Tal vez para otros puede ser su verdad una verdad muerta - como preguntarnos si todos vemos realmente de la misma manera a través de nuestros ojos-, para otros, cante a una luz crepitante en las ramas del Árbol Sorprendido, en donde cuelga el fruto de la condición humana, que sin duda ha sido mordido por todos.
Si hay algún riesgo en estas páginas es el de releer un tránsito vital a través de la obra de un amigo. Si en estas páginas el riesgo se manifiesta, es por lo vital del tránsito en la obra de un imaginante, que en su oficio comprende a la imaginación no disociada de la realidad, sino todo lo contrario, convocando la pulsión del ser en el poema y la vida misma, ritual que sólo puede ser practicado sin pretender alcanzar lo definitivo, y aunque el hombre no soporte la realidad como decía Eliot, asumir la labor de vivirla como sólo el poeta puede hacerlo: padeciendo lo que escribe.
Hay un espejo en que se miran todos los hombres y mujeres día a día. Cristal que evoca y refleja la pulsión de numerosos pero elegidos y destacados objetos y motivos; habla cada uno en sus adentros la razón que les da forma para figurar lo exterior. Están destinados a ver reflejada la vibración de las raíces de un río por donde transita el súbito y el misterio, la locura, la enfermedad y la muerte; raíces centrales, lunaciones recurrentes y vivas en el bosque que ha sembrado el poeta. Es este –el texto que transcribo- ingenuo acercamiento de un discurso de los límites, en una geografía que ha sido habitada y construida por la pericia de un cartógrafo del espíritu. Comentarios de una dimensión que ha tomado forma genuina a través de sobresaltos y ejercicios de equilibrista, que logra hacerse eco como intérprete de un padecer vital, colectivo, obligado por la saturación de los sentidos en la contemporaneidad, violencia que a diario nos somete y nos arroja. Dicen estas líneas de la experiencia en el oficio de encender la luz del piso de arriba, en el difícil cuarto del pensamiento para Barrer la casa del alma. Nos acercarnos a un viajante que se ha escrito y respondido suficientes cartas así mismo, como para tener licencia como constructor de dolorosas realidades, en donde los países tienen por nombre incertidumbre, gracia y misterio; espacios que asegura Gonzalo Ramírez en clara evocación Lezámica: en donde el poeta ha alcanzado su definición mejor.

VI
Quiero decirlo con palabras propias de una plegaria
Señor, ¿debes detestar a los suicidas?
Ellos se dejan en manos de Alejandra-
su desalojo es en los huesos
Señor, tú debes conversar un segundo antes
con los suicidas

Tú debes abrir una solo cuando no hay más puertas ¿Cómo te has de perder lo extraordinario? Leo todavía con dificultad en aquél libro que encontré (o me encontró) en una librería de la capital, y que ahora domina los espacios de mi biblioteca; todos los encuentros guardan en si una especie de azar planificado, guiados por la sincronía ludópata de Dios; orientada perspicacia ciega, le dicen. Afirma Bachelard que todos estos instantes cosifican “una percusión (que) se extiende por una fuerza infinitamente grande que se desarrolla en un tiempo infinitamente breve”, llamemos estos chispazos temporales del alma: gracia y misterio.

En la obra del poeta encontramos gracia y misterio que funda en las interrogantes la espiritualidad como certeza. Vive en su obra la tradición, que debería ser el cultivo de todos los poetas, porque en ella está inscrita la reminiscencia de lo que figura al ser humano desde el interior, “por ahora inscribo mis signos: el árbol, el pan y la nube lenta”, dice. El árbol es un dios que parte el firmamento en el paisaje del poeta. Siembra la escritura del árbol. Para él el idioma del bosque es uno solo. Medita en lo que se eleva; el rayo, el espíritu, la nube. Encontrarse con cualquiera de sus libros es como si tuviésemos la oportunidad de abrir una pequeña puerta al alma del autor, encontrarnos con su jardín inmediato, oscurecer en su caos íntimo. Años llevo en esto/ las pocas frutas. El pan/ la luz sobre la mesa lo va desmigajando/ años llevo en esto/ la silla. El hombre solo/ el viento, dice sobre el oficio y la enfermedad en el canto inicial de Oscuro Ilumina. Allí están los cuadernos de las franquezas, de las incertidumbres escriturales hechas públicas, sigue el motivo del árbol elevándose, inventarios que no sólo nombran y muestran, sino que articulan una suerte de hermenéutica, aplicada a los objetos que le hablan, e interpretan sus propias elevaciones en silenciosa inmovilidad, allí es escucha del silencio, el silencio suena, escribe, para reafirmarlo más tarde en Caligrafía del Aire: el silencio está hablando/ y no puede distraerme. Encontramos en la producción poética del año 2000, Bosquejo, que considero el libro de las enumeraciones, el libro de los inventarios para identificar la insania, panóptico en donde residen cientos de imágenes y recuerdos alusivos al arte y la literatura, siempre casados a motivos que construyen figuraciones en torno a la locura, en un viaje mágico a través del ojo de una cerradura que tiene grabados nombres de santos, películas y libros. 

Ecce Hommo
El ruido de la urbe entra a la aldea
Escuchen, sólo es la voz del caracol
y el babeo silábico de él.
¿lo puedes oír? ¿lo puedes ver?
¿es lejos? ¿es aquí?
¿quién de ustedes lo cubrió en sus ropas?
¿quién por miedo su mano levantó?
¿quién comió el pan, el vino de su piel?
Desprovisto geranio.
¡Cómo llamarte suspensión!
¡Cómo condenarte voluntad! 

En su obra toda, hay una lógica de la impresión constantemente alimentada. No dejan de existir maravillas, como todo poeta despierto, alucinado, es ser que alimenta permanentemente su capacidad de asombro. Pasmado ante las fuerzas y los elementos de la naturaleza, sabe que la poesía es aliento de dragón que empaña las estrellas, dibuja una O de asombro con su boca. Saluda a la luna, reitera cantos de adoración a su redondez, desempolvando arquetipos y lunares, -tanto espaciales siderales como espaciales de la piel- de esta fuente inagotable de trovadores y juglares escribe: hay una luna que en el paraíso tiembla; tantas lunas en una sola; invoca los antepasados más sonoros y brillantes. Bailan permanentemente la espiritualidad, la enfermedad, la locura, los límites, la condición del vivir ¿Cómo no acceder en estas páginas a las dimensiones de una tradición poética viva? Preguntándonos también qué representa una tradición poética viva, y si realmente importa, a fin de cuentas la huidiza realidad de la palabra reside en ese diábolo con que ayudados de una fina cuerda, los escribientes pretenden resolver el problema de la escritura y el vivir. 
Cuánto nos preparamos para esto; leitmotiv esencial en El viaje de los argonautas (y otros poemas), espacio que consolida el corpus de su poesía, en donde caben nuevas interrogantes, para definir si desaparece aquí el árbol que reunido con el resto de sus hermanos se convierte en un multitudinario Dios hecho barco, o eleva en el más alto mástil al ser para evitar la caída, producto del rayo que lo alcanza en la enfermedad. Es único tripulante, capitán y polizonte al mismo tiempo, hacha y trueno son recurrentes en la singladura de esta nave, alimentando su discurso de evocación espiritual en la naturaleza. 

X
Cuánto nos preparamos para esto.
Sol ebrio del que está solo.
Invicto mar engullendo y arrojando
desperdicios a la longitud de las costas,
a los parajes nublados de las rocas.
Obra de las aguas desprender algo
a todo navío y a nosotros
desprendernos del todo.
Bogar al sur fue volver a perdernos.
Este y oeste son uno solo.
El Norte no está en donde estuvo.
Hoyos y roturas nos hacen
ver que apartamos el centro
en el apacible engaño de las olas
y la secuestrada turbulencia del abismo.
Hasta aquí la bitácora de Argos.
Pájaros ninguno. Saetas,
cabriolas de un alma rota
los peces huyen.
Adelante no hay nada.
Ponderable vacío, futuro ahora.
El cristal del aire cierra mis párpados.
Adelante es sólo agua,
reluciente y muda agua demorando
la esperada tijera del acabose. 
No pretende César Seco cuestionar y documentar todos los orígenes, sabe muy bien aquello de que la palabra que pretende definir es una trampa, tiene una responsabilidad con su verdad, resonando el dicho del poeta que duerme siempre vestido, pues nunca sabe cuándo debe salir corriendo tras la imagen que define todas las elevaciones, junto a sus árboles personalísimos, que elevan sus brazos hacia el cielo; como buen entendedor del sino Heleno de la tradición poética, hace César sus pactos con Hermes para transitar en los caminos, nombrando pueblos de geografías distantes desde su ciudad solar, viendo atentamente cómo el silencio no pasó de largo y sembró un árbol, contó nubes, –la nueve es sonido, la nube suena en las alturas – coronó al silencio y horneó al más blanco de los panes. 
Este texto es sobre César, y no un César, no al que se le regresan las monedas por tener grabadas su efigie, sino al que describe y se inscribe un paseo por Trocadero respirando un tabaco inhalado en un hipo asmático-lezámico, el que invoca a sus amigos en el Pessoa Room, el hijo de Álvarez, pastor de cabras ciegas y toros de percusión, el que capitaneó argos en inexacta pero consistente singladura, el que se batió solo contra Tebas, el que eligió la puerta de la vida en la palabra, el canto Seco de la ciudad Solar que se inscribe en una tradición viva, con los panes dorados incorruptos. 

(Barinas, 2012)
Fotografía de César Seco: José Gutiérrez



Miguel Antonio Guevara (Barinas, 1986) Editor y escritor de ensayo, poesía y narrativa. Impulsor de la editorial alternativa El Caracol de Espuma. Realizó animación sociocultural en comunidades a través de Cultura Corazón Adentro. Dirigió el Sistema Nacional de Imprentas (actual Sistema de Editoriales Regionales) y la Coordinación de Comunicaciones y Relaciones Institucionales de la Fundación Editorial El perro y la rana. Ha publicado en poesía Pensando el poema (Ediciones Madriguera), Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas (SurEditores), Ese instante turbio (Fondo Editorial Unellez), y en ensayo Por la palabra (Fundación Editorial El perro y la rana), además de participar en diversas antologías y compilaciones de ensayos sociopolíticos. Ha sido premiado en los géneros de ensayo, poesía y periodismo en Colombia, Venezuela y Suiza. Ha conducido los programas radiales “Espacio Cultural” y “Por Donde Pueda” ambos dedicados a la promoción literaria. Colaborador asiduo en diversas publicaciones venezolanas e internacionales. 

Por Carlos Yusti Fotografías Cristobal Manuel “Otra regla, la definitiva: jamás confundir redacción con escritura.  La redacci...


Por Carlos Yusti
Fotografías Cristobal Manuel

“Otra regla, la definitiva: jamás confundir redacción con escritura. 
La redacción no tiende a intensificar la vida; la escritura tiene como finalidad esa tarea”.
Sergio Pitol

Tengo varias ediciones de “Pasión por la trama” de Sergio Pitol que condensa algunos ensayos referidos a libros y escritores con esa coherencia aleatoria, que atiende más a su gusto de lector que a un enfoque planificado y profesoral. Esto es uno de los atractivos del libro. Otro es la limpieza/agudeza de su estilo el cual escudriña a los libros o a determinados autores por esa florida periferia entre el cuento y la investigación amorosa.
En su libro “El Mago de Viena” Pitol escribe: “Un libro leído en distintas épocas se transforma en varios libros. Ninguna lectura se asemeja a las anteriores. Al descubrir, como en el caso de Papini u otros más, que esa escritura nada tenía que ver con nuestras preocupaciones o nuestros sueños, que nos resulta átona y hueca, deducimos que debió haberse impuesto sólo por circunstancias morales, religiosas, políticas de la época, y bastó que cambiaran las condiciones sociales para descubrir que estaba desprovista de forma, destinada irremediablemente a perderse en el vacío”. Algo similar me sucedió con “El lobo estepario” de Hesse, el cual leí en mi juventud y me resultó un libro cautivante, inesperado y peligroso. Con los años, leído en etapas sucesivas me ha resultado postizo una especie de pastiche nietzscheano pesimamente regurgitado. Pitol en los ensayos de “Pasión por la trama” deja entrever las relecturas de sus libros y autores predilectos y no por azar ha escrito:
“Releer a un gran autor nos enseña todo lo que hemos perdido la vez que lo descubrimos. ¿Quién no se ha sentido traspasado al leer en la adolescencia El proceso, Los hermanos Kalamazoo, El Alepo, Residencia en la tierra, Las ilusiones perdidas, Grandes esperanzas, Al faro, La Celestina o El Quijote? Un mundo nuevo se abría ante nosotros. Cerrábamos el libro aturdidos, internamente transformados, odiando la cotidianidad de nuestras vidas. Éramos otros, querríamos ser Aloca y temíamos acabar como el pobre Gregorio Sansa. Y sin embargo, años después, al revisitar alguna de esas obras nos parecía no haberlo leído, nos encontrábamos con otros enigmas, otra cadencia, otros prodigios. Era otro libro”.

Otros libros que me interesan (y que recopilan algunos escritos ensayísticos de Pitol) son “El mago de Viena” y “Soñar la realidad”, la cual es una antología personal preparada por el propio escritor. En cada libro hay temas e incluso textos que son los mismos sin variaciones y a pesar de eso son libros que tienen alguna semejanza, pero son a la larga diferentes por la manera en la cual se organizan los temas. En todos se encuentra latente el eje fundamental: la relectura.

Pitol vuelve a esos libros que estremecieron, en su etapa juvenil, el esqueleto de su alma. Hay en estas relecturas como dos propósitos nítidamente detectables. El primero es un nuevo acercamiento a esos libros y autores que perfilaron de alguna manera su gusto lector, que lo sacaron de su mundanal (o bostezante) cotidianidad y lo acercaron a ese mundo duradero de la imaginación y las palabras, de la escritura como ficción y como arte. El segundo propósito, más personal e intimo y ya metido en la piel del escritor de ficciones,  es la de escudriñar (detrás de bastidores) sobre los mecanismos del trabajo con las palabras, de familiarizarse, y familiarizar al lector, con los secretos/trucos de algunos estilos literarios, de aprehender esa magia para electrizar al lector que tiene la escritura.  Por ese motivo asume la relectura como una forma nueva para descubrir libros y autores con una visión más de bisturí y menos de apaionamiento hormonal.

Leyendo los “ensayos” de “Pasión por la trama” uno como lector descubre que no es la escritura la que cambia o que el estilo de algunos autores se enmohece, no, lo que parece transmutarse son las circunstancias en que los lectores efectúan la lectura. Hay escrituras que envejecen mal y son golpeadas por los cambios que sufre el mundo a cada tanto. De igual modo hay lectores que se inician con el pie equivocado en la lectura. Todo esto tiene que incidir en cualquier libro. Cada época crea sus lectores respectivos y estos van decapitando, a su paso, a los paladines literarios del momento y coronando a veces a esos desapercibidos outsiders de la literatura y por esa razón Pitol escribe: 
“En ciertas circunstancias la decapitación de una gloria literaria se ve refrendada por los lectores que la veneraban pocos años atrás, no sólo en su país y en su idioma, sino en el mundo entero, lo que no deja de ser otra rareza. En mi adolescencia Aludos Hule era una eminencia internacional, Contrapunto y, sobre todo, el profético Un mundo feliz se leían con pasión. El mero nombre de Hule llegó a significar la exigencia estética más rigurosa. Era también un paladín de la libertad, aunque su prédica poseía tal soberbia que lo hacía parecer un personaje de la Contrarreforma que impusiera la democracia. Llegó hasta hacernos dudar de las virtudes literarias de Charles Dickens, a quien trataba con desprecio inaudito, al grado de considerar La tienda de antigüedades como la más plañidera y deplorable novela rosa del mundo; combatió la poesía de Edgar Allan Poe, a quien consideraba un versificador de medio pelo, vulgar y efectista. Hoy día el nombre de Hule se ha eclipsado, pertenece más bien a la historia literaria, pero en la literatura viva su lugar es modesto. Dickens y Poe, en cambio, continúan su fascinante marcha hacia las estrellas”.

Con respecto al ensayo tan característico en Pitol se puede coincidir con Maricruz Castro Ricardo, quien escribe que su estilo va a contracorriente con ese estilo especializado y soporífero del crítico literario: “No concede en cuanto al rigor de su propia escritura, pero la mezcla de la anécdota culta con la información sobre los libros y sus autores, el relato de las tramas, la configuración de los personajes sobre los que se habla como seres que reflejan una realidad y un mundo concretos perfilan a un lector interesado, aunque no necesariamente docto en temas de la literatura universal”. Esta frescura que mezcla relato, información, fábula, intriga es quizás lo mejor que tienen sus ensayos y a la par de todo esto va intentando comprender entrelíneas los pormenores de la creación literaria sin prejuicio profesoral y atendiendo más al gusto, siempre caprichoso, serpenteante e interesado.
Pitol no es el ensayista literario tradicional, aunque el haga lo posible por parecerlo, ya que se interesa por la trama traspapelada con esa trama desquiciante de la historia, tanto la menuda de todos los días como esa que registran los historiadores.
En el texto ¿Un Ars. Poética?, dedicado al narrador venezolano Enodio Quintero, aspira dilucidar sobre su arte como novelista,  hay un apartado que puede aplicarse a su escritura ensayística: “Cada autor, a fin de cuentas, ha de crear su propia poética, a menos que se conforme con ser el súcubo o el acólito de un maestro. Cada uno constituirá, o tal vez sea mejor decir encontrará, la forma que su escritura requiere, ya que sin la existencia de una forma no hay narrativa posible. Y a esa forma, el hipotético creador habrá de llegar guiado por su propio instinto”.
Sergio Pitol nunca confundió creación literaria con redacción y con su escritura buscó ese genio, feroz y burlón, que se oculta detrás de las palabras. Trató de darle una modulación distinta al lenguaje para imprimirle magia a la letra, a la oración, a la frase, al párrafo; de acomodar las palabras de tal manera que fuesen un viento de estremecimiento para el lector, de ese mismo estremecimiento que él sintió cuando leía a los grandes de la literatura amparado por la soledad y la juventud, abrigado por esa sed de belleza e imaginación que sólo las palabras, organizadas con precisión de jornalero y albañil, pueden ofrecer. Enrique Vilas-Mata no se equivocó cuando le llamó el maestro perfecto.



José Emilio Pacheco, Sergio Pitol y Carlos Monsiváis fotografiados en los años 50's.

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Carlos Yusti (Valencia-Venezuela, 1959).
Pintor y escritor. Cofundador del grupo Literario Los Animales Krakers y de la revista Zikeh. Su última exposición conceptual fue La Tapa del Frasco, revista-objeto, 2015. Ha publicado Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994), De ciertos peces voladores (1997). Dentro de la metáfora: absurdos y paradojas del universo literario (2007); Para evocar el olvido y otros ensayos inoportunos (Ediciones del Perro y la Rana, 2007) y Poéticas del ojo (editado por El perro y la rana, 2012) que reúne sus textos sobre arte. “A la brevedad posible” (Libro-objeto, ensayos-2015. 80 ejemplares numerados). “Cartografía del tahúr solitario”, (libro-objeto que consiste en 40 cartas de baraja. Ensayos/2016. 150 libros numerados). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Contacto: yusticarlos@gmail.com

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https://youtu.be/k9YrxAa6_UI Compartimos la lectura del poeta venezolano César Seco en el marco del Primer Encuentro de Escritores Fal...


Compartimos la lectura del poeta venezolano César Seco en el marco del Primer Encuentro de Escritores Falconianos, realizado en el Teatro Armonía de Coro en Junio de 2017.
Evento promovido por el escritor venezolano Gabriel Jiménez Emán con apoyo del Instituto de Cultura del Estado Falcón y el Gabinete estadal del Ministerio de la Cultura en la figura del poeta Simón Petit.

Lo que realmente puede sostenernos ante la dicha y la desdicha para que la vida no nos arrastre con sus avatares, es lo que somos...


Lo que realmente puede sostenernos
ante la dicha y la desdicha para que la vida
no nos arrastre con sus avatares, es lo que somos
Abelardo Coronado Reyes

Me he permitido escribir con toda sinceridad, he pecado como ha de pecar todo nacido de Coro; de solemnidad de la memoria.  Esto porque leer a Abelardo Coronado ha sido vivir lo que tras un largo verano, el olor a cenizas se eleva en la atmósfera, de pronto, el garúa llama a la lluvia y la humedad reaviva los olores contenidos, el seco olor de la ceniza se extingue, da paso al olor de la tierra y de los recuerdos.
Memorias es un compendio de escritos realizados sobre todo por Abelardo Coronado Reyes con  la ayuda accidental de la señora Ella Josefina Petit, en principio bajo el nombre de acta literaria sobre las reuniones realizadas por la tertulia Hugo Fernández Oviol en el año 2004, es un libro sencillo de una extensión de 135 páginas, editado por la Editorial Miranda en el mes de mayo de 2005 y en el que sentimos las glorias sólo reservadas al trabajo, esfuerzo, constancia, dedicación, y entrega,  pues habitamos la casa del Vikingo -seudónimo con el que se conoce a Oviol- y en ello el impulso que permitió la elaboración de la revista Ventanal.
La información contenida en las páginas es como dirá Coronado en una de las memorias: sui géneris, pues en principio posee el rigor del acta y porque su redacción buscaba la belleza de la poesía.  Tal es el caso que Oviol llega a decir a manera de juego que su amigo Abelardo ha inventado un generó nuevo, el acta literaria. Género que luego trueca su nombre por memoria a sugerencia del propio Oviol. 
En estás páginas, llenas de franqueza, solemnidad y ritualidad, se reconoce un poco del alma del coriano, su naturaleza anhelante, hospitalaria y religiosa, esto último no lo digo en el sentido estricto de la fe religiosa en el eterno -como le nombra Coronado- sino en la creencia firme y determinada en hacer algo por que las cosas sucedan y sucedan para bien, no en vano Abelardo apunta en la memoria del dos de julio que la tertulia dio muestras de su poder para transformar una atmósfera negativa en positiva.
Esta preocupación no es leve ni aparente, el país interroga constantemente a los contertulios, los lleva a cavilaciones sobre la cultura y la sociedad, sobre la posición de los hombres y los fenómenos que atraviesan, es así que afirma si la cultura no logra que el hombre ponga el sentido en su puesto, no sirve para nada.
 En todo caso, el libro va más allá de un mero acto anecdotario, en el se compila todo lo relacionado con la tertulia, que a veces es jocosa y risueña, y en otras ocasiones es taciturna y profunda, pero que en su matriz expone la literatura en la esencia del coriano, esta idiosincrasia es hermosa y -quizá- única, hoy nos recuerda que la esencia es así y finalizo con una frase extraída de la carta de Carmen Dolores Campos - amiga de la tertulia-  vamos, vamos, estás en Coro. Aquí la gente se levanta temprano.

De izquierda a derecha en la gráfica: Abelardo Coronado Reyes y esposa, Ela Petit, José Barroso, Emilis González Ordoñez y Hugo Fernández Oviol. Foto cortesía de Emilis González Ordoñez.



Joan Manuel García

(Venezuela, 1990) Ingeniero químico egresado de la UNEFM, escritor joven, miembro del consejo editorial del Sistema de Editoriales Regionales Falcón adscrito a la editorial  el Perro y la Rana. Organizador y fundador de la Feria Falconiana del Libro (FEFAL), mantiene el blog personal joanmanuelgarcia.blogspot.com.

* Por Ennio Tucci E l pasado viernes 17 de agosto de 2018, nos reunimos en la Casa del Sol convocados por Gabriel Jiménez ...

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Por Ennio Tucci

El pasado viernes 17 de agosto de 2018, nos reunimos en la Casa del Sol convocados por Gabriel Jiménez Emán y el centro cultural El Giróscopo para la presentación de la revista Fábula en su octava edición y cuatro nuevos libros digitales de Fábula Ediciones. Convocatoria a la que recibió un importante número de asistentes copando la sala de reuniones del mencionado centro cultural.
Gabriel Jiménez Emán, con más de cuarenta años de labor editorial, numerosos reconocimientos en el campo editorial y literario nacional e internacional, siendo un escritor referente de la literatura venezolana en el mundo; acumula alrededor de 25 libros digitales bajo el sello de Fábula Ediciones, un proyecto al que ha dedicado más de una década y a partir del cual ha impulsado eventos como el Festival Palabra en el Mundo en el estado Falcón, donde reside desde el año 2010; y el Encuentro de Escritores Falconianos, del cual invitó a organizar una segunda edición para este año.

Los libros más recientes de Fábula Ediciones son libros digitales que se distribuyen vía correo electrónico y a los cuales vía web a través de http://issuu.com/gabrieljimenezeman. Entre los libros presentados en esta oportunidad destaca una edición libre de “Historias de Cronopios y de Famas” de Julio Cortazar, la cual viene acompañada de un estudio del editor donde manifiesta sus hallazgos sobre la relación entre esta obra de Cortazar y el arte pop del siglo XX.
Igualmente desde hace algunos meses Jiménez Emán aborda el tema de la teoría de la ideología desde la perspectiva de Ludovico Silva (célebre autor venezolano que también pertenece a su catálogo con la obra inédita “El combate por el nuevo mundo”); tema que le motivó a realizar una edición libre de “1984” de George Orwell, encontrando una correspondencia histórica entre esta obra y el mundo actual. Asimismo presentó una traducción personal de “25 canciones de George Harrison”, volumen con el que reitera su gusto por los Beatles y manifiesta continuar editando las traducciones de canciones de los demás miembros de esta importante banda británica, en especial aquellas que considera con mayor carga poética.


Finalmente proyectó uno de los títulos más interesantes de este grupo, se trata de “La imagen transfigurada”, un libro escritos por el crítico e investigador falconiano José Noroño que recoge más de treinta años de crítica de arte venezolano. Ensayos, reseñas y semblanzas sobre artistas que han marcado una época en la plástica nacional, así como un apartado para el diálogo entre la literatura y la plástica en la obra de Salvador Garmendia, César Seco y otros, en donde el investigador construye una visión novedosa y auténtica sobre la influencia entre las distintas formas del discurso.
Portada de "La imagen transfigurada. Ensayos sobre Arte y Literatura", de José Noroño.

La velada cerró con una lectura de textos literarios en el centro cultural El Giróscopo y una tertulia donde fue posible debatir sobre el libro digital y el libro impreso, el momento que atraviesa el libro y la lectura en Venezuela, los diversos autores que inciden en la labor editorial del país, así como el valor del trabajo editorial y cultural que realiza Gabriel Jiménez Emán desde Fábula Ediciones, labor que nos invita a tomar parte activa en los cambios tecnológicos que experimenta la vida cultural en esta época, y darle a esta un sentido humanista.
*Fotografía: Floriman Bello Forjonell

Ennio Tucci

(Mérida, 1986) Poeta y editor. Fundador del Grupo Musaraña en Coro. Obtuvo la mención poesía del premio “Luis Brito García” del consejo Municipal de Caracas por su libro “No se estacione” (2014), como editor el Premio Nacional del Libro 2012-2013 mención Libro Artesanal, Concurso Rafael José Álvarez de la Universidad Francisco de Miranda en sus menciones poesía y cuento (2007 y 2009). Actualmente dirige la editorial artesanal Ediciones Madriguera.
enniotucci@gmail.com

ALFREDO Conocí Macondo y comprendí a Úrsula y a muchas otras tantas… No, no era Macondo, ni sus ruinas, no era ni remotame...


ALFREDO




Conocí Macondo y comprendí a Úrsula y a muchas otras tantas…
No, no era Macondo, ni sus ruinas, no era ni remotamente parecido pero era a la vez muy semejante. Era un lugar lleno de almas danzantes sedientas de vida y esperanza. Algunas lograban salir, otras se desvanecían de dolor y derrota, otras tantas creo que aún permanecen allí.
El tapiz que envuelve a aquel lugar es la soledad, la incertidumbre, el miedo, el frío, la angustia y el dolor. En la entrada hay un bonito arco muy grande entretejido con esperanza y fe, al atravesarlo suele perderse de vista, es como si de pronto desapareciera. Algunas almas se instalan permanentemente bajo su sombra y desde allí gritan salmos, profesan oraciones, invocan a Dios, reprenden al diablo y lo nombran tanto que de seguro debe sentirse muy halagado e importante allí.
Al entrar hay un pasillo sombrío, y al final de éste una imagen de la Virgen repleta de signos de esperanza y también de desesperación, luego el rostro de almas insomnes, trasnochadas de dolor que acompañan al visitante hasta tropezarse con el primer gran poderoso: el portero. Él decide quien atraviesa y quien no, él determina si acentuar fríamente el sufrimiento o aplacarlo de alguna manera. Él tiene poder y lo sabe, y lo usa y se lucra, a veces es compasivo, todo depende. Él decide.
Después de la portería siguen las escaleras hechas con un material que parece a simple vista granito pero al detallarlas se puede apreciar que se trata de lágrimas endurecidas, fosilizadas, perpetuas. Dentro, todo el lugar se divide en diez áreas, cada una tiene sus normas, su ritmo, su vida. Yo habité en el área dos, luego en la tres y después en la cuatro. Los tres son sitios de penas largas y cruentas.
El área dos es fría, húmeda, los charcos de sangre disuelven el cloro y los gritos de dolor animan el ambiente, pero allí no todo es malo, a veces algún alma echa afuera otra y salen las dos sin angustia ni pena, solo a veces. El hedor a sangre es permanente como las palabras también son hirientes y humillantes de los que allí gobiernan, el tiempo no tiene límites: es lento, largo, tortuoso. Fuera de sus gobernantes es imposible que salga de allí el mismo ser que entró.
Yo logré salir y me encaminaron al área tres donde conocí dos parcelas: una es más o menos clara, es posible escuchar algunas risas genuinas, vislumbrar felicidad en varios rostros, las almas más afortunadas no duran allí más de tres o cuatro días, pero al otro lado, atravesando una imagen de la Divina Misericordia que parece acompañarte con su mirada, hay un pasillo (es lo más cerca que he estado del infierno) donde conocí el rostro del dolor y la voz de la angustia, y vi cuerpos mortales de ángeles que habían volado desfilando cual si fuera feria, frente a todos los que aguardábamos en ese lugar. Cuando en la Biblia dice que el valor del oro se prueba en el fuego creo que se hace referencia a ese pasillo. Allí sufren todos: habitantes, visitantes, gobernantes. Es terrible.
Salí de ese lugar después de mucho tiempo porque alguien tuvo compasión y me envió al área cuatro, donde hay menos tiempo de espera, allí no hay tiempo. Sus gobernantes compiten a diario por la supremacía y se humillan unos a otros en una batalla campal con nosotros en medio. Allí es cada quien, su fe, su paciencia y su templanza. Nadie más, nada más.
De cada rincón y de cada segundo aprendí que el azar no existe: existe la fe y la falta de fe, la diligencia y la negligencia; la vida, la muerte y ese lugar. A mí todavía me cuesta creer que aquello no era un sueño, no sé si lo era, pero estuve allí. Conocí Macondo y comprendí a Úrsula.


  
MARIANA ISABEL





Cuando llegué ya ella tenía mucho tiempo allí, yo estaba desorientada, aturdida, desesperada, deambulaba de un lado a otro sin saber a dónde ir, ni cómo parar, de pronto la vi: lucía tranquila, segura, relajada, en su rostro había una discreta sonrisa permanente que transmitía paz, confianza y daba la impresión de que esa alma no tenía idea de donde estaba.
El sólo verla me sirvió para detenerme y respirar profundo:
-¿Eres nueva?-pregunté.
-¡No! -dijo ella acentuando su sonrisa-Ya tengo aquí varios meses -repuso.
-¿Y por qué no te dejan ir? -volví a interrogar.
-Porque lo mío requiere de mucho tiempo -respondió- Voy poco a poco pero no es suficiente, aún me falta mucho…
Me confundió su actitud y le pregunté:
-¿Cómo haces para estar tan tranquila? Yo no tengo aquí mucho tiempo y ya quiero que me dejen ir…
-También yo -dijo- pero nada hago con desesperarme. Ven, siéntate, todo estará bien.
Yo me senté y le creí, desde ese momento me hice compañía con ella y gracias a eso resistí lo suficiente.
Ella estaba en peor situación que yo y llevaba así mucho más tiempo que yo, pero su confianza y su serenidad eran tales que le alcanzaban para compartir conmigo y seguir llena. Era increíble. Cuando salí de allí yo estaba toda remendada por la incontable cantidad de veces que me había roto y vuelto a armar mientras ella permanecía intacta. Su fuerza espiritual no era humana. Su alegría al verme salir era tan grande que no parecía darse cuenta de que ella aún permanecería ahí por más tiempo, era como si eso no contara, era como si estuviera segura de que así debían ser las cosas.
Poco tiempo después la fui a buscar, al verme sonrió plenamente y dijo:
-¡Ahora sí, listo, vamos…!
El tiempo ha pasado y aún nos tratamos y compartimos pero todavía no logro descifrar qué clase de ser celestial habita en ella.

  
ABEL





En realidad se llamaba Luciano, pero su madre apareció varios días después y para entonces ya una cuidadora le había colocado el nombre de Abel y así lo llamaban. Era hermoso, no lo comprendí de inmediato pero en verdad era muy hermoso. Era un gran maestro. En poco tiempo cambió mi concepto de belleza (que databa de muchos años), también cambió mi concepto de valentía y me mostró el significado de sobrevivencia.
-No tengas miedo- me dijo un día, yo sonreí, no supe que responder. No me dijo nada más. Hasta entonces yo pensaba que él era de aquí.
Su madre decía: -Él ya está bien, yo tengo que atender mis negocios- y se iba, y él se quedaba ahí, solo con su hermosura, con su valentía, con su sobrevivencia, y otros se iban pero él seguía allí, de vez en cuando me decía: ¡Tranquila!, no tengas miedo- y sonreía.
Pasaron muchos, muchos días y de repente, inesperadamente y para sorpresa de todos, su madre se olvidó de sus negocios y se quedó con él y se volvió la más abnegada de todas, entonces él sonrió y dijo: -Ella ya está bien, yo tengo que atender los negocios de mi Padre-, acto seguido extendió sus alas. Fue la primera vez que vi a un ángel volar.




ABRAHAM





Hablar de Abraham es hablar de silencio, él es el ser más discreto que he conocido, pero también el más atento, su presencia era casi imperceptible y su temperamento pacífico. A él le habían augurado la muerte desde antes de su nacimiento pero él nunca se lo creyó y logró salir.
En una ocasión me confesó su secreto y yo lo asumí como propio: “no escuches, compórtate como si escucharas pero no escuches nada, porque todo lo que te dicen sólo será verdad si tú lo crees. A medida que te hablen tú solo piensa en lo que deseas desde el fondo de tu corazón y al final no preguntes nada, porque ellos no tienen respuestas, no las que tú necesitas…”
Abraham no tiene idea de cuánto bien me hizo su consejo, así como yo tampoco tenía idea de cuánto lo necesitaba. Esas palabras fueron salvíficas. Fueron palabras de Dios.





Wilmara Borges
Licenciada en Educación mención Lengua, Literatura y Latín, se desempeña como docente universitaria impartiendo las materias de Literaura Venezolana y Falconiana en la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda en Coro.

Una página arrancada de la vida misma Por Miguel Araque C uando Gonzalito nació los médicos no podían creer el milagro q...

Una página arrancada de la vida misma



Por Miguel Araque

Cuando Gonzalito nació los médicos no podían creer el milagro que había sucedido ante sus ojos. Gonzalito apenas medía, medía, medía… no se pudo medir porque la enfermera encargada de medir a los niños estaba de paro y tenía reunión del sindicato de enfermeras contra la violencia de género. El peso de Gonzalito fue de un quilo 300 gramos, según aseguró un médico pasante, hijo de un carnicero que ante los reproches de sus compañeros de guardia defendía el cálculo hecho a pulso diciendo —“van a saber ustedes más que yo, desde chiquito ayudo a mi papá en la carnicería”—. Ante tal afirmación del médico pasante, los demás compañeros asintieron al unísono. Pero es que nadie se explica cómo Gonzalito logró salvarse con tan solo cinco meses y tres días. Es que los milagros son inexplicables. Como su mamá es de Maracay le rezaba todos los días nueve oraciones a María de San José y también realizaba al año unas cuantas visitas al santuario de la virgen de Betania, pidiéndoles a estas dos vírgenes que como ya a los hijos no se les puede adivinar si van a ser doctores o aviadores o presidentes, “mucho era” —decía ella— que se salve para que me ayude a vender los triples, los san y las rifas y me acompañe en las noches de soledad. Ante tanta soledad y desgracias de la vida, ella se había entregado sin pensarlo mucho a Omar, el dueño del bus 97 de la línea Caracas-Maracay-Valencia, un tipo muy rayao por lo buzo que era con las mujeres (especialmente con las liceístas) a Omar lo llamaban “el milamores” o “rayoveloz”, ya que siempre comenzaba ante cada conquista femenina, con aquella fórmula infalible  de “te pareces tanto a una prima que tengo en Bejuma, por eso te saludé con tanta confianza, es que son igualitas, peldona si te molesté”.
A Karelis, que así se llamaba la madre de Gonzalito, no le importaba mucho lo de “Omar el milamores”, “pues al final todos los hombres son iguales”— afirmaba ella— “me lo van a decir a mí”.  Pero lo de “rayoveloz” sí era para preocuparse, eso sí de verdad era un peligro porque Omar cuando agarraba la autopista general del centro AGC se convertía en la verdadera sensación de las pistas (sensación de susto en la barriga de los pasajeros). Como en un ritual, Omar se colocaba los lentes de sol, se aflojaba la corbata, se arremangaba las mangas de la camisa azul chofer, ponía la música a todo volumen —él no— la liceísta que va en el puesto de acompañante y ¡arrúguele! Como le aupaba el “pichón” que era su incondicional recolector desde hacía algunos meses. Con la música a todo volumen y la cotorra indetenible con su jeva liceísta, Omar en dos patadas ya estaba en Maracay. Los pasajeros que no se contentan con nada, siempre se quejan por todo, le reprochaban su conducta o comentaban entre ellos: “qué cree, acaso lo que lleva aquí son cochinos o qué” o “si somos ganao pal matadero” y así tantos comentarios que Omar no oía por la música a todo volumen y también por estar pendiente de superar en la carretera a sus colegas buseteros que como él, van en zigzag pasando a todos esos choferes “agueboniaos” —según él— que solo estorbaban la lucha entre él y sus colegas.


Omar, “El “rayoveloz” solo tiene palabras y miradas para su acompañante y risas y risas, ella le pasa un botellón de agua, él toma un poco y lo devuelve. Saca el celular, lee un mensaje, se ríe y lo deja. Este trabajo no es trabajo, dirán algunos, así quién no. Dejemos al “milamores” y veamos que ha pasado con Gonzalito, su hijo número seis.
Gonzalito se logra salvar gracias a los incontables ruegos a Santa María de San José y a la virgen de Betania,  a los esfuerzos desmedidos de la ciencia y de varios médicos abnegados que día y noche velaron por la recuperación de ese milagroso niño que desde que nació y después en la incubadora, no daba señales de salvarse y parecía que el último día sería el último día para el pobre Gonzalito. Pero sucedió que… con gran rapidez fue evolucionando satisfactoriamente y dando grandes cambios, que en rara forma cronometrada fue midiendo sus aciertos cada día con más exactitud. A los 16 días de nacido hizo pupú, a los 42 días abrió los ojos, a los 51 lloró por primera vez —antes apenas gemía— a los 66 días movió la manita izquierda, a los 72 la derecha, a los 84 miró el techo, el primer peíto que la enfermera escuchó fue a los 84 días de nacido.  A los 91 miró tocó el estetoscopio, a los 96 miró al bebé de al lado, a los 103 ya reconocía a su mamá, a los 120 hizo el primer esfuerzo por voltearse, a los 135 empezó a tocar las maraquitas, a los 160 reconocía los gritos de Reyna Lucero, a los 167 distinguía la sirena de la ambulancia del hospital con la corneta de los carros comunes, a los 190 diferenció el olor del alcohol al olor de los pañales de los bebés vecinos y así cada día un nuevo descubrimiento.
A los diez años de nacido, Gonzalito por fin se decide a caminar y él mismo camina hacia el baño de caballeros. Al salir del baño encuentra a su papá Omar que le ha traído dos paquetes de pepitos y uno de cotufas de colores. Su mamá no ha podido decir una palabra al ver este nuevo progreso de Gonzalo, se ha quedado muda. 
Ya gonzalito no necesita más nada, es un niño normal que ha recuperado todas las facultades de un niño normal, no tiene nada que envidiar a los niños de su misma edad, pero cada vez que su madre se lo intenta llevar de las manos de las abnegadas enfermeras, éste empieza a llorar y se desmaya, así logra burlar las posibilidades de ser arrancado de aquellas manos tan cariñosas. 
Ante tanta insistencia de su madre por llevárselo a su casa, Gonzalito por fin habla, lo hace tan fuerte que es más bien un grito que dice: “yo no me voy de aquí hasta que vengan los de la televisión para que vean el niño que calculaba”.


Miguel Araque
Docente y comunicador popular merideño. Se ha desempeñado como corrector, investigador y redactor en diversos medios impresos de la región andina. 

https://youtu.be/A2Tw7TG6V8U Compositor: Luis Mariano Rivera Interpretes: Simón Díaz, Gualberto Ibarreto y Luis Mariano Rivera. El...


Compositor: Luis Mariano Rivera
Interpretes: Simón Díaz, Gualberto Ibarreto y Luis Mariano Rivera.

El Sol que alumbra mi campo le da su bello color,
la brisa pura del bosque le impregna su grato olor.
La brisa pura del bosque le impregna su grato olor.

La lluvia de nuestro suelo desarrolla su hermosura,
la noche con su silencio, le bendice su dulzura.
La noche con su silencio, le bendice su dulzura.

Que el chic galán a su novia, cuando quiera regalar,
prefiera darle manzanas, antes que el mango vulgar.
Prefiera darle manzanas, antes que el mango vulgar.

Amigo esta no es razón, se lo digo sin porfía,
el galán procede así, por complejo y monería.
El galán procede así, por complejo y monería.

Que a una dama delicada comer mango es indecente,
porque le ensucia las manos y hebras deja entre sus dientes.
Porque le ensucia las manos y hebras deja entre sus dientes.

Amigo esa no es razón, si el mango fuera importado,
le aseguro lo comiera, sin tomar ese cuidado.
Le aseguro lo comiera, sin tomar ese cuidado.

Convocar a un concurso de crónica es hacer una invitación a la memoria sensible de la gente, a la expresión desde el interior de l...


Convocar a un concurso de crónica es hacer una invitación a la memoria sensible de la gente, a la expresión desde el interior de la gente, es decir, desde el interior del país que llevamos por dentro; porque existe una memoria más profunda sobre la crisis que vive Venezuela, por encima del vértigo que producen la cascada de noticias, los chismes, las tragedias y las cifras cotidianas, tan faltas de humanidad.
Para remembrar lo que somos y rescatarnos de lo que no somos decidimos enfocar nuestra convocatoria en EL MANGO. Un símbolo que representa la alegría que somos como pueblo, nuestro buen humor, nuestra simpatía, el dulzor y la memoria de nuestra infancia; características que constituyen lo que no dejaremos de ser. Una fruta que además el venezolano lleva por dentro y que en los últimos años ha sido valorada con más fervor, por ayudar a calmar el hambre de nuestra gente, en una época de crisis.
Desde Ediciones Madriguera editorial artesanal, sensibles y decididos a contribuir con el fortalecimiento de nuestra identidad y la preservación de nuestra memoria, hacemos pública la convocatoria al Premio Nacional de Crónica "Mangos", de acuerdo con las siguientes

BASES

  1. Los participantes pueden ser venezolanos o extranjeros residentes en Venezuela.
  2. El tema del premio es el mango, una de las frutas tropicales más apreciadas por el pueblo venezolano.
  3. Únicamente se podrá presentar un texto por autor.
  4. Los textos serán presentados en letra Times New Roman punto 12 con un interlineado doble y firmadas con seudónimo. Los mismos tendrán una extensión mínima de 2 cuartillas y máxima de 6.
  5. Los textos se presentarán vía correo electrónico a la dirección: madriguerarevistaliteraria@gmail.com en formato PDF, en un archivo cuyo nombre será el título de la crónica, con el ASUNTO: PREMIO DE CRÓNICA.
  6. En el mismo correo, se incluirá un documento titulado PLICA con el título de la crónica, el seudónimo, y los datos personales del autor (nombre y apellidos, cédula de identidad, domicilio, dirección de habitación, correo electrónico y teléfonos de contacto).
  7. Los textos participantes deberán ser inéditos, y no deben haber sido cedidos a ningún otro editor.
  8. El premio será único y consiste en la publicación impresa de la obra, diploma y estatuilla, siendo potestad del jurado otorgar menciones honoríficas, las cuales serán incluidas en la publicación y recibirán igualmente el diploma que así lo acredita.
  9. El jurado calificador estará integrado por tres escritores venezolanos de reconocida trayectoria.
  10. El lapso de recepción de los textos será hasta el 12 de octubre de 2018 a las 11:59pm. El veredicto se dará a conocer el 01 de noviembre de 2018 en la edición de la Revista Madriguera a través de la página web www.madriguera.com.ve y a través de nuestras cuentas de Twitter (twitter.com/libromadriguera), Instagram (instagram.com/edicionesmadriguera) y Facebook (facebook.com/edicionesmadriguera).
  11. La entrega del premio se realizará en acto público en el marco del aniversario de la editorial, a finales del mes de noviembre.
  12. La participación en el presente premio supone la aceptación de las bases del mismo. 
  13. Todo lo no establecido en las presentes bases será resuelto por el Comité Organizador. 

Armando Barrios (1920-1999). Pintor venezolano. Retrato de la poeta Reyna Rivas. El corazón de lo perenne Reseña sobre Palab...

Armando Barrios (1920-1999). Pintor venezolano. Retrato de la poeta Reyna Rivas.



El corazón de lo perenne

Reseña sobre Palabra y Poesía

Por Joan García

Hay entre los hombres personas que exceden su biología y su contexto, y que en su búsqueda esencial logran tocar la fibra vital de todo cuanto existe, a ellos no los podríamos calificar por su procedencia geográfica o su periodo histórico sino -y hay quien piense que peco de ambiguo- como un verdadero representante de la especie humana.
Tal es el caso de Reyna Rivas (1922-2011) que habiendo nacido en Coro y cultivando su incipiente trabajo en una Caracas que extrañará gran parte de su vida, desarrolla una escritura elemental de la que Palabra y poesía es un hito. En este texto editado por la dirección de cultura de la UCV en el año de 1968 y de una extensión de 87 páginas, se extiende la poesía de Reyna logrando capturar lo esencial en el mundo.
No es casual que María Zambrano -amiga de Rivas- dijera en una carta fechada el 9 de Julio de 1960: tengo la certeza de que escribirás en prosa y no solo porque directamente lo vea, sino por ese tiempo lento, profundo que percibo en ti, y así es como escribe Rivas una prosa profunda y lenta, en la que toda expresión es  lucidez y precisión casi infinita, evocando aquella lenta inteligencia que Borges decía poseer.
En su interior Palabra y poesía emerge de esa inteligencia lenta, precisa y lúcida, en la que Rivas va tramando categorías que erige e invoca constantemente en sus poemas, su preocupación por la palabra -por su realidad y su representación- es continua, busca abrir el eslabón maestro  de una idea y su representación dice:
entre el cielo y la palabra cielo, entre la tierra y la palabra tierra, podría crecer la duda, balbuceantes metáforas 
ó
quisiste escribir sobre el tiempo, más te diste cuenta que el tiempo nace ya nombrado, nombrandose.
Pero no es esta la intención principal, ella busca una verdad que es tan poética como filosófica, lo que antiguos helenos llamaron ente o nous, ella quiere saber qué es la cosa en sí, dice: Anhelo de penetrar, después de haberlo desposeído de todas las apariencias, el corazón de lo perenne.
Esta insistente búsqueda de lo primordial y lo esencial, es una búsqueda que pasa por penetrar el lenguaje, o interroga buscando definirlo.

Poesía;
¿qué es el ser tuyo que ni siquiera tu no ser lo destruye?
Así como también:

Palabra;
¿quién eres, dónde habitas?

Al final la agudeza termina por atravesar lo todo y guiarnos a este libro un instrumento con el cual pudiéramos desenterrar la música del corazón de las palabras y esto nos expone a Palabra y Poesía como la concavidad y convexidad de una misma indecible forma.
Hoy respondo a la pregunta que enarbola Reyna cuando dice: ¿Enterraríamos a los muertos si lo muertos hablaran? no, Reyna habla: Palabra y poesía renace.


Reyna Rivas nace en Coro en 1922. Poeta, ensayista, cuentista y cantante lírico. Estudió Castellano en la Universidad Pedagógica de Caracas, Filosofía en la Universidad La Soborna (París) y Arte Egipcio y Arte Moderno en la Escuela de Louvre (París). Merecedora del Premio Panamericano (Ensayo), el Premio Interamericano (Poesía) y la mención honorífica en poesía por Sueño de la Palabra, de la Universidad Rómulo Gallegos. Le fue impuesta la medalla y el botón de honor de la Universidad de Coro.

Poemas

(Selección Alba Coccoluto)
De Seis prosas (1951)
I
Porque no me abandonen tengo miedo de
pronunciar algunos nombres.
 A veces he querido recogerlos y los he perseguido
entre las cosas: por el color de las
cortinas, en los vasos redondos, por los pliegues
pesados del mantel.. Y es que no sé si cuando
digo: Azul…y lo repito: Azul…! mi voz se
hace más pálida.
Cuántas palabras mías danzarán mañana
por el viento, entre las ramas Cuántas, como perdices,
entrarán en las jaulas abiertas…!

VI
Y en mi sueño hubo voces.
Y se esparcieron por todas partes, aquí, allá: balbuceos, quejas, desesperados gritos!
Caían de los techos y se precipitaban por el ácido tronco
de los árboles.
Y voces vinieron y me cercaron como zumbantes abejas.
Qué alucinantes formas tomaban las voces por mí tan conocidas!
La mía, tu voz, la voz de él fueron bien pronto sombras
que paseaban, en torno mío, bandejas y copas empinadas.
Después, las voces volvieron a su nido del viento y quedaron sólo
los ecos insistentes.

¿Qué se dirán las voces cuando se van con las palabras?
Tal vez, a las otras, la mía cuente las confidencias que sólo tu voz sabe.

De Estampas (prosas) (1953)
IV
Más de una vez lo he sorprendido ante el espejo hablando con su imagen:
-¿Quieres salir de allí y venir a jugar conmigo?
-Te prestaré mi elefante. Dame la mano. Ven.
Sentí miedo y le quité todos los espejos que tenía a su alcance.
Ahora comprendo que no podía estar solo.
Él tenía razón. El otro en el espejo, era, entonces, el único ser capaz de comprenderlo.

XVII
La lluvia arrasó la siembra.
Corriente abajo, junto con las piedras, rodaban también la vaca y el becerro.
El abuelo lloró por la mañana frente al campo sin verde.
Diego estaba con él.
Era Diciembre. Y llegó Enero.
Los Reyes Magos, que no habían dejado nada en las botas de Diego, le escribieron una carta mucho tiempo después:
“No pasamos por tu casa porque no vimos ni un solo árbol donde amarrar nuestros camellos”.

Y Diego se puso a sembrar de nuevo con el abuelo.
Tenía que haber árboles para el año siguiente. Y los hubo.
Las cosechas fueron abundantes. Los Reyes Magos trajeron muchas cosas para Diego. ¿Te acuerdas? Cómo llorabas de alegría con aquel tren y aquella marioneta con la que divertías al abuelo por las noches.
El campo afuera, avanzaba en perfumes su alegría, su verdor, mientras el abuelo la marioneta y tú dormían…

De Huéspedes de la memoria (1956)
IV
¿Qué es lo que amo? y tú ¿Qué es lo que amas?
¿A mí o a mis gestos?
¿Lo que soy o lo que engendro?
¿Mi recuerdo o la mínima orilla que determinan mis manos y mis ojos?
¿Qué es lo que amamos? ¿La voz o la palabra?
¿El perfume o la flor?
Amamos el pálpito que media entre dos cosas, porque es más fecunda y hermosa la zozobra, la pequeñez que habita entre el verde y la hoja.
Entre la piel y el ungüento está el dolor un tiempo que no pudo medirse.
Y entre la vida y el morir, un latido que no asusta ni hiere.
No amo, entonces, ni el vivir ni la muerte.
Amo tan solo el tránsito, esa parábola sin dimensión que en todo habita.
XX
No me bastan ni la piel ni los ojos.
Con temor amanezco porque he soñado que allí concluyo.
La piel ha sido una prisión un dedal las pupilas.
Mi nombre fue también como una cárcel.
Amo la continuidad de mi mano cuando toca cualquier cosa.
Es ir y regresar.
Sabernos detenidos y en vuelo.

De A la orilla del tiempo (1959)
Así era la casa
I
La casa cantaba por la boca del patio.
Se resumía allí el diálogo entre el cielo y la jaula. Junto con el perfume de los tamarindos se elevaban nuestras voces:
-          Vamos, vamos a la huerta.
Raíz de toronjil, olor de hierbabuena y albahaca. Agujas y dedales perseguían la precisión de una puntada y trataban de apresar, en el afán cotidiano, una alborada nueva: parábola del cañamazo y el lucero.

Así era el hombre
VII
Cada amanecer para ti era distinto.
Estábamos acostumbrados a un tiempo que los otros no usaban: la hora de tu reloj de sol.
Conocías la arquitectura del universo.
Y nos maravillaba tanta sabiduría.
Habías tenido un solo libro: la vida. Y era el que usábamos cuando compartíamos contigo una brizna de tiempo.
Pequeño tiempo, sí… pero apresábamos en él eternidad.

A la orilla del tiempo
XX
Siempre…
Te buscará mi voz.
Irá detrás de ti persiguiendo tu huella.
He inventado para ti nuevos nombres y te llamo: levadura o germen, cántaro o entraña.
Eres idea que me ronda y nada nos falta en este entendimiento total que nos fecunda.

Armando Barrios (1920-1999). Pintor venezolano .

De Diálogos con la piedra (1961)
Que me quiten la piel y las pupilas.
Que se lleven mi voz.
Mas, que me dejen lo que aún no tiene nombre:
lo que se torna verde entre la hoja,
azul en la ventana.
Es la única herencia que reclamo.
No es voz, no es óvulo ni llanto.
Es apenas un gesto y espera el bautismo
para lograr su nombre y su victoria.

Dejaré como herencia lo que tú me has dejado, poesía:
esta desolación, esta esperanza,
este nombrar sin nombre todavía.
He conocido por ti la soledad,
el abandono y la melancolía.
Sin embargo, dejaré tan sólo como herencia
lo que tú me has dejado, poesía.

De Estación de hoy (1962)
Poema IV
Qué dura esta prisión de piel,
de lengua y de palabras.
El cuerpo no contiene el alma,
¿Quién dibujó estos itmos?
¿Quién limitó este mar?
No hay barcos, ni playas,
ni arrecifes...
¿Quién inventó estos golfos,
estas islas de piel,
estas alas por hombros?
¿Y este vuelo sin plumas
en los pies y en las manos?
¡Reminiscencias de ave!
¡Escombros!
Sed de óvulo… crece
un nido.
El cuerpo no contiene el alma.
Prestaremos el perfil,
la sonrisa y la entraña.
La salvación quisimos
en un hijo…Y lo hicimos:
un hijo que era un fruto
y mi brazo su rama.
Eternidad quisimos
en medallas de tiempo
sin edad ni memoria.
Borrar los nombres,
la exactitud del gesto,
las sombras del amor, la dimensión,
la huella…
Quedar un pie, sin consistencia,
¡vacuos!
Saber que junto al mar
para saciar la plenitud del viento
somos estatua de agua,
rizadura de sal,
lecho violento.

Que nos crecen el sueño
y el silencio.
Que hay un nuevo compás
y una espera,
todavía sin himno
y sin bandera.

Poema V
De la otra conciencia.

Me persigue, me angustia,
me anonada.
Su afán es una burla.
Me repite mi nombre
baja por mi cintura
y por mi brazo sube.
Que me niega y me dice:
-¡Por qué escribes tus versos?
¿Por qué dices que fuiste?
Riegas tu intimidad
sin pudor ni vergüenza.
Ahora cuentas del labio
y los besos
¡Incrédula, infeliz!
¿Quién te llama poeta?

Tus versos, ese temblor
que asusta el blancor
de los pliegos
ese temblor que tiembla
por tu pluma y tus dedos,
 se los llevará el tiempo
entre sus redes.

¿Por qué me sigues?
-Eres mi sobra,
la cerradura de mi pensamiento,
me niegas la osadía
y el intento.
Tú quisiste matarme
 y a destiempo.

Ahora tu presencia no asusta,
no me inquietas.
-¿Cuál es tu forma?
¿Hasta dónde llegan
tu dimensión
y tu imprudencia?
Conmigo sola voy
a la aventura.
-¿Quién quiso darme
este enemigo?
-Déjadme en paz…
que es mío este quehacer
y mío este tormento.
Que me levanto siento
y que le digo al sol,
a Dios y al viento;
-perdonad a este ser
que vive y que respira
en la sola intención
de sentirse poeta.


De Palabra y poesía (1968)

I
(…)
Creías y sabías (y era ese el único lugar donde creer y saber se te identificaban) que sólo con la poesía y por ella y desde ella podías apresar lo inasible. Ir al encuentro de ti mismo, a padecer lo temporal que, en toda mismidad, es, extasiado.
(…)
Porque siempre sentiste y creíste (y era ése el único lugar donde el sentir y el creer se te yuxtaponían) que todo es continuidad, que nuestra forma se completa con otras formas ¡Tan prójimas!...y que entre ellas se levanta un universo de infinitas estatuas: aire, luz, tiempo, color, espacio vivo: perdurable lugar: piedra sacramental donde el amor oficia y significa y nombra.
Que no hay palabra poética que no nazca con el amor aún entrañado – lo que quiere decir – con el amor-amado.
(…)
II
(…)
Qué humana paciencia la del ver nacer el tiempo y perseguirlo en los caminos que inventa la mediación del verbo.
Qué voz tan clara la que cantando aún, se apaga para poder oír las otras voces.
Emparejados fueron el saber y el creer.
En la dimensión de lo inefable se identificaban el sueño de tu vida y el vivir de tus sueños.
(…)
Hay pensamientos que hacen decir. Decires que hacen pensar.
Y cuando se encuentran cruzándose en el mismo lugar y al mismo instante nace una claridad por donde se pre-siente la significación de lo nombrado.

De Memorables (1975)
Tiempo primero
(…)
Quisimos regresar
pero habíamos olvidado el origen.
El lugar era el sueño, la
duermevela en el cuerpo de un día
trascendido en la conjunción
de un temor que despierta
y un desvelo dormido.
(…)
Tiempo segundo
(…)
Fue cuando quisimos que las palabras
pudieran ser las sensaciones
para transparentar la claridad de una
metáfora,
cuando se nos negó el espacio
para situar el cuando
y darle tiempo al donde.
(…)

Tiempo tercero
¿Dónde cruzaron sus claridades
y en qué lugar se amaron la intención
y el gesto?
(…)

De Elegía (1980)
Elegía (1980)
Creo…
(…)
…en la palabra creo.

,Y por creer, tus modos de mirar
se harán luz,
transparencia.

para llamarte:

sobra sin fin,
memoria despejada,
duración del corazón:
siemprenunca: siempreviva,
nuncamuerta:
eres la lámpara que se enciende
cuando el amar se torna amado
desenterrándose
de sus propias raíces.
(…)
Fue cuando al ser
le nació su primer sido
…fue cuando cambiamos
memoria por olvido,
poesía por ser
y ser por tiempo

Ahora es otro modo de abrir
tu entraña y sentirnos nacidos…
otra la luz de las tinieblas.
Sólo es el mismo el éxtasis
de la luz y el espejo.

Cámbiame ahora
oración por verbo conjugado,
soledad por desvelo,
luz por insomnio.
Cámbiame éxtasis
por temporal vencido.

Qué habrá de llegar el tiempo
de las hazañas imprevisibles
y será la sorpresa de ese encuentro
lo que habrá de encender
elegía y verso con lámparas votivas
en verbo y luz y llanto!
(…)
 
Armando Barrios (1920-1999). Pintor venezolano .
De Sueño de la palabra (1996)
Palabra es la luz cuando se nombra
Dada fue la palabra.
Y dijeron:
Palabra es la luz cuando se nombra.

Palabra es cuando se escribe
el verbo sobre las piedras.

Palabra es lo que crece entre dos sueños.

Ser de ser es palabra,
en las entrañas de la poesía.

En la palabra volverán
En la palabra volverán
el ayer y el siempre,
en la palabra volveremos
a encontrar la luz
y a enjaular el tiempo en
los espejos.

…en la palabra volverá
aquel acontecer persuasivo.

en la palabra volverán
la noche y las querencias,
el jardín y el huerto.

En la palabra crecerán
tus rosas encendidas,
el agua, los herbarios,
las malaguetas y la hierbabuena.

De En memoria (1997)
…fue entonces
                    cuando el tiempo era la edad
Fue entonces
cuando el tiempo era la edad
y la infancia se anegaba de sol en los aljibes y en la alberca.
Fue entonces, en el clímax de la atemporalidad, cuando la metáfora se nos hacía sin saberlo, la única ilusión perdurable.
Perdurable porque podíamos abrir con ella las puertas de la más alta memoria…al alba cuando la aurora despejaba con su último resplandor la última tiniebla anochecida.
Fue entonces cuando creías en el milagro porque esperabas que la pregunta y la respuesta fuesen la misma imagen de alguna otra mismidad memorable.
Recojo ahora tantos recuerdos; recojo a la par, tantos olvidos.
Trato de comprender los sueños los de entonces y los de ahora, comparándolos, yuxtaponiéndolos. Y con esos pedazos de tiempo inicio la aventura de escribir este memorial, para decirte que sólo en la transparencia y en la luz de los espejos veo ahora la imagen que buscábamos tu, los otros, yo.
(…)

Ahora entiendo
         que tus demoras fueron un
         discernimiento lúcido…
Ahora entiendo.
que tus demoras fueron un discernimiento lúcido
para anticiparnos el recuerdo y la melancolía, ese otro rostro de la paciencia que el silencio desencarna y revela.
He aprendido a encontrarme con el tiempo en los espejos…
y en ese laberinto voy deshilvanando todo lo memorioso para que lo que ha de perdurar sea siempre cuerpo del sueño para que lo eterno sea –tal vez- lo que ahora inhume el amor, eterno lo que pueda despejarse en un mismo lugar y en una misma transparencia pura!
(…)
De Infinitos verbales (2002)
Amar
Amar para extasiarnos en los espejos
Donde la memoria se ensimisma.
Amar para descifrar
las metáforas cuando otros nos transverban.
Amar para entender
la encarnadura del sueño en la verdad.

Porque en el nombre del amor
todo tiempo es posible.

Amar el instante
cuando la infinitud
colma el verbo
desosándolo.

Amar la ingravidez
de los nombres caídos
y exaltar con ella
la belleza
de los silencios transverbados.

Amar el sentimiento
de lo infinito
después de haber soñado
con la muerte.

Soñar
Soñar
porque en los sueños
tiempo y lugar se funden
y nos regalan
esa duración límbica
donde todo es posible:
la desmemoria,
el ser no siendo…

y el soñar
que soñábamos.
De Dedicatorias en acción de gracias (2004)
…A ti,  a tu memoria
…a ti y a tu luz, inventora de la transparencia
y el espejo…a ti, por prolongar en ellos
el silencio infinito de las noches sin aurora…
A ti, a tus hijos, porque honran lo solemne
en todo lo que perdura: el llanto, la sonrisa,
la palabra prometida, la palabra dada…
A ti, a tu pintura, porque en ella y desde ella
has amado la poesía
en la íngrima desnude virginal
de su nombre y su verbo.
…a ti, a tu amor, siempre en el justo lugar
de las antelaciones y las vísperas.

…a ti, porque crees que es la luz
lo que nombra lo azul
y ahoga en tornasoles y ultramares
todas las transparencias.
A ti, porque agradeces
que en la tierra haya música…

A ti, por cantar la poesía
Descifrándola entre solfas y claves.
A ti, porque has encontrado
Las radicales ocultaciones
de la otra memoria, de ese otro lugar
en lo secreto de todas las permanencias.
A ti, porque me has enseñado
a vivir por todo lo que no fuimos…
a ti, por haberme enseñado a soñar
lo que ya no seremos…
a ti, porque sabes que las rosas
nombran el carmín y la púrpura
y que los girasoles
nombran al tiempo…conjugándolo.

A ti…
por el amor, por el hogar, y otros tantos lares
por la luz del camino…
También por las tinieblas, gracias.
Gracias por la poesía, por el canto y la música,
Por el color y por las otras luces,
por el claroscuro y las sombras…
A ti, gracias por tu verdad, inventora de lo ilusorio…
A ti, porque honraste lo solemne
en todo lo perdurable:
el llanto, la sonrisa, el mirar.
A ti, por la palabra dada…
A tu verdad, por haber cifrado el tiempo
entre los girasoles y las giralunas,
conjugándolo a la hora crepuscular,
entre carmín y púrpuras:
soles adormecidos, lunas menguantes, lluvias!
…a tu verdad, por la paciencia para deshilar el tiempo.
A tu verdad, entre dos sueños,
por los nombres que le diste a la aurora:
los mismos que hoy escribo con el último polen
de la última rosa amanecida.
17 de Marzo de 1995
A ti, poesía
…porque eres palabra recibida,
palabra dada, palabra prometida,
palabra revelada.

A ti, poesía,
Inventora de nombres y de verbos
y de ese mago de la palabra: el poeta.
…a ti, poesía,
Inventora de transparencias y espejos…
…a ti, poesía,
en el éxtasis, en la luz, en el vértigo.
…a ti, poesía,
por dejarnos soñar con seres siendo,
cuando el ser era, cuando el ser sea,
cuando el ser sido ser será.

Fue cuando decían:
¡Venid!, venid que el tiempo es de ser,
¡Venid!, que la nostalgia y la melancolía
se transverban,
¡Venid!
que el tiempo fue raptado por el verbo,
venid, que aún enmantillada,
la luz sueña,
sueña con el otro cuando en otro donde,
con la otra entraña en otra ocultación…
allí, donde sueña la luz con la memoria,
entre dos tiempos,
allí, donde sueña la luz con el asombro.

A mi tierra natal, gracias
…por darme familia, hogar y gentilicio,
…por la música del silencio
entre los vendavales y los cujisales
…por mi primer verbo conjugado:
el del infinitivo amar en el amando amado.
Gracias por el tiempo, cuando el tiempo
era la edad, un candil votivo o una penitencia..
cuando allí, en los médanos
entre la rizadura de los arenales, el tiempo
era la eternidad
en la oración crepuscular de los ángeles.



Joan Manuel García(Venezuela, 1990) Ingeniero químico egresado de la UNEFM, escritor joven, miembro del consejo editorial del Sistema de Editoriales Regionales Falcón adscrito a la editorial  el Perro y la Rana. Organizador y fundador de la Feria Falconiana del Libro (FEFAL), mantiene el blog personal joanmanuelgarcia.blogspot.com.





Alborada Coccoluto (Caracas, 1995) Estudiante de cine en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE). Documento, investigo, a veces escribo.













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