Foto: Anthony Alvarado Heme aquí en medio de la nostalgia con el pecho penetrado de un profundo temblor morado me sumerjo en un air...

NOSTALGIA. Poema de Gabriel Jiménez Emán

Foto: Anthony Alvarado


Heme aquí en medio de la nostalgia
con el pecho penetrado de un profundo temblor morado
me sumerjo en un aire de recuerdos
que habían quedado flotando en los sótanos de mi memoria
como flores pisadas por musas que lloran
por cualquier cosa
por estar ahí solamente
por haber nacido de un sueño liviano
de casas amarillas que tiemblan
de donde salen niños y niñas con globos de colores
bailarinas ejecutan danzas aéreas frente al mar
caballos negros y blancos quedan suspensos
en medio de patios de galería
la nostalgia me atraviesa la siento en mis dedos
en mis músculos la llevo apretada dentro de los bolsillos del pantalón
y me sube por las piernas como un sobrenervio
y hasta cuando meto la llave en la cerradura
la nostalgia se ha colocado en la punta de la llave
y la puerta se abre y me deja entrar hacia viejos pasillos con pianolas
y voy hacia mis gatos originarios
se acurruca dentro de mis orejas como una música
a la manera de una canción de cuna
y otras veces toma la forma de un valse triste
o de una mazurca que habla de bellas traiciones
amo esta nostalgia y no quiero ya
salir de ella por nada de este mundo
quiero comer nostalgia morderla devorarla
o beberla como un jugo de naranja
o como una espumosa cerveza helada en plena madrugada
hacerla trizas con mis uñas
o besarla como a una niña que acaba de morir
atravesar con ella el tiempo
y gatear a su lado por los corredores de mi casa abuela
he permanecido acostado con ella todo el día
dando leche a mi corazón
saciando la sed de mi cabello recostando mis sienes
en su almohadón de suaves plumas sin poder hacer nada
desvalido de mí hacia mis zambullidas en piscinas y pozos
hacia mis burdeles juveniles hacia mis cines de pueblo donde la lluvia sonaba en los techos de zinc
hacia mis budares de barro hacia mis arepas aromosas
hacia las manos de cilantro de mi madre
hacia las bendiciones de suero picante de mi abuela
y el olor a tabaco recién torcido de mi abuelo
y el bandolín tristón de mi padre
aquí mismo voy  y apenas
he terminado de almorzar con sus más delgadas hilachas
y ahora me dispongo a bajar por la escalera de las horas
hacia los ríos azules donde remojaba mi pelo
en mis correrías y juegos
intentando atrapar fantasmas
ah mi río ah mi amado pájaro ah mi perfume de azahar
tengo una inmensa nostalgia de vosotros
como si fuesen presencias eternas
y ahora hablo y lloro  y sudo nostalgia
siento sus gotas saliendo de mis ojos
y no me importaría si me ahogo
o quedo sepultado bajo el lecho del río de los viejos anhelos
pues estoy fundado en la tierra nostálgica
aunque luego salga y camine por la ciudad
por sus calles relucientes pero la nostalgia va conmigo
me sigue a todas partes como una perra fiel
o como otra piel que llevo encima o se enrolla en mi cuello
como una bufanda de carne
va sentada conmigo en el metro o pasea en bicicleta
con una niña en el parque
porque la nostalgia es ahora una niña y yo un recién nacido que suda y grita
y quiere volver a dar el primer grito
para  repetir la vida que he tenido junto a mi padre mi madre
hermanos hermanas y perros y  gatos  lagartijas y avispas
alacranes y todas las hormigas cariñosas de la infancia
Qué hermosa eres nostalgia novia mía
te amo con mis codos y te he venido celebrando
desde el profundo vaso de mis congojas
desde mis carcajadas ardientes
y desde los antiguos boleros desgarrados
que canto cuando deseo deslastrarme de la miseria
oh nostalgia cuajada en mí
como una gelatina o un trozo de torta trémulo  en un cumpleaños infantil
con los caramelos que chupo en las fiestas de mis nietos
estoy feliz de estar triste y es tu culpa nostalgia
hazme trizas vuélveme papilla hazme un guiñapo de amor
que se arrastra por las tabernas en la noche de un sábado
empújame de una vez por todas al balcón de la melancolía
y lánzame varios pisos abajo
para que pueda estrellarme contra el pavimento de lo cotidiano
ya no importa nada nostalgia
ya no importa porque a través de tu halo
estoy cumplido en esta noche de encierro
donde todas mis heridas se han cicatrizado
y todas mis culpas lavado
gracias a ti nostalgia
has ganado ahora la partida
me has bamboleado en tus brazos como a un dulce bebé
tu regazo ha sido para mí como un dios invisible en las venas
me has hecho toser de una buena vez
me has hecho escupir la semilla que tenía atravesada en la garganta
ahora puedo cantar y ver más claro el porvenir
gracias a ti
nostalgia





Gabriel Jiménez Emán (Caracas, 1950) es autor de diversos títulos entre novelas y cuentos. De sus obras en el campo del relato destacan Relatos de otro mundo (1988), Tramas imaginarias (1990), La taberna de Vermeer y otras ficciones (2005), Cuentos y microrrelatos (2012), Divertimentos mínimos (2011), Consuelo para moribundos (2012) y Fábulas, ficciones y microrrelatos (2016), mientras que de sus novelas sobresalen Una fiesta memorable (1982),  Mercurial (1994), Averno (2007), Paisaje con ángel caído (2004) y Hombre mirando al sur (2014). Como ensayista es autor de los libros Diálogos con la página (1984), Provincias de la palabra (1995), El espejo de tinta (2007) y La palabra conjugada (2016)  y de los volúmenes sobre cine Espectros del cine (1998) e Impreso en la retina (2010). Ha incursionado en la poesía (Balada del bohemio místico, 2010; Solárium, 2015) Es autor de varias antologías del cuento y el microrrelato venezolano, y de autores clásicos de la ciencia ficción; director de la revista Imagen (Ministerio de la Cultura), fundador de las editoriales  y revistas Rendija (Yaracuy), Imaginaria (Caracas),  Fábula (Falcón), y colaborador de páginas web y blogs en España, Portugal, Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela. Sus microrrelatos figuran en antologías de varios países y han sido traducidos a diversos idiomas.

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