Por Ana María Oviedo Palomares
"Decir un día", José Gregorio Vásquez
"Es hora de partir / La lluvia afuera / sigue bajando por la ventana / acompañándome / mientras todo se apaga / en esta casa / Ya los candelabros se agotaron / es poca la lumbre / que les queda / Nada dejo / para los otros / si vienen afanosos / por mí / en la mañana / les dejo solo el intento vano / por decir / decir un día / sólo un día más"
Este libro nombra un dolor. Uno tan intenso y profundo al mismo tiempo que el poeta no está en sí, transfigurado, apenas lúcido en la memoria de una fatalidad: "Atrapado en lo poco que poseo / me quedo ahí / ausente de mí / ennegrecido". Metáfora no de un desdoblamiento, sino de un verdadero no estar, pocas cosas han de ser tan terribles como esa: "Retirado de mi / y ya sin sombras / por el lento camino que vendrá."
Como si una lejana experiencia en las casas de la infancia le hubiera signado para siempre una senda enlutada: "Me detengo a contemplar las palabras, las viejas palabras, las últimas, las que apenas puedo preservar. Lejano de mí, ausente de mí, advenedizo en mis propias manos."
El poeta niño vio su corazón partir, y estuvo sólo :
Aún le quedan las palabras. Las de decir un día. No se si decir un día es contarlo o nombrarlo puro. Eso también es difícil y acaso sean las palabras que propician el desahogo de la angustia, ellas mismas un peso. Por eso tantos papeles arrugados, tanta tinta inútil:
Como si una lejana experiencia en las casas de la infancia le hubiera signado para siempre una senda enlutada: "Me detengo a contemplar las palabras, las viejas palabras, las últimas, las que apenas puedo preservar. Lejano de mí, ausente de mí, advenedizo en mis propias manos."
El poeta niño vio su corazón partir, y estuvo sólo :
"Qué destino / silencia / nuestro ahora / Qué nos hace callar / y olvidar / esas palabras / lejanas de la infancia / las más íntimas / las de la sangre / Nada sabemos todavía / No podemos sin esos antiguos sonidos / secretos y movedizos / Andamos huyendo / de aquellos símbolos al revés / que el tiempo nos impone / esos que no conocemos / los que nada nos dejaron / como herencia / Aún así partimos / dejamos todo en el olvido y nos vamos / muriendo de a pedazos / Huimos / protegiéndonos / de la terquedad / que nos abandona / Fragmentados / en otros silencios ya rotos / Llenos del humo de ayer / que no regresa / Socavados / por un fuego otro / delirante / Huimos / sin ese tiempo revelado / que heredamos / Nos vamos / sin poder llevarnos nuestra infancia"O el poeta sigue siendo ese niño que partió quedándose, pues no pudo llevarse algo esencial y desde entonces anda sin completarse, sin ser enteramente.
Aún le quedan las palabras. Las de decir un día. No se si decir un día es contarlo o nombrarlo puro. Eso también es difícil y acaso sean las palabras que propician el desahogo de la angustia, ellas mismas un peso. Por eso tantos papeles arrugados, tanta tinta inútil:
"Esta tinta / no mancha el papel / Borra / todo silencio / dibujado en la espesura / de un íntimo blanco abandonado / y queda callada / ante la palabra / que devela / el mediodía / No hay sino manchas / indelebles que apenas dicen / El infortunio / de la partida / quebrando todo amanecer / La sentencia devastada / precipitándose / La límpida transparencia / de una hoja suspendida en el olvido / ya reseca / siempre reseca / despertando nuevamente"Otra recurrente presencia en el libro es la casa. Oscura, derruida, llena de lluvia por dentro. Un agua que no es renacimiento ni esperanza; paradoja, pues deshace y borra sin que surja lo nuevo, tal si la casa se disolviera en intemperie:
"Es el rito / de la luna nueva / detrás de cada casa / y el sonido del río / que pasa por debajo de la cama / Todos escuchan otras voces / allá adentro / en lo lejano / pero solo son los sonidos del agua / mojándolo todo / trastocándolo todo / En el umbral de la casa derruida / un río pasa volcándose / por dentro."Ahora entiendo mejor la pregunta del poeta Pedro Ruiz cuando leyó (primero que yo) este libro de José Gregorio Vázquez: "¿Pero ese poeta es de verdad?" Porque cuando uno se enfrenta con una voz tan doliente, prefiere creer que sólo se trata de literatura. Y no es el caso.
"Las Proezas del Solo", de Leonardo G. Ruiz
"Si no cuadran los números, lo oscuro/sobreviene primero por los mares/en historias de arena, de pleamares /ahítas del naufragio más seguro./ Las proezas del solo, su destino/ desde la atroz conciencia que es hundirse,/ comienzan, como el cuerpo, a desdecirse /tras la bruma de un muelle ultramarino./Mas si lo salva el álgebra secreta/ del proceloso mar y del trasmundo, /verá la luna aunque amanezca el día :/sabrá el arcano donde se interpreta /cómo van vida y muerte en lo profundo / sobrellevando la melancolía. "
En este, tercer libro de poesía publicado por Leonardo G. Ruiz, , ya podemos hablar de una voz que se ha constituido, luego de la singularidad de Heraclito /Cain y Libro de Muertos. Es un libro enteramente escrito en formas métricas clásicas (sonetos y una sextina) pero hay un tono, una manera de decir el mundo que unifica la obra. Ya el autor había incluido algunos sonetos en los mencionados libros, y sus "versos libres" de los que parafraseando a Antonio Machado no quiere tampoco sentirse preso, tienen una cadencia, un ritmo en el que respiran esas formas ya antiguas que sin embargo como sabemos, pueden ser originales, un eterno retorno.
La muerte, la errancia, el destino,la escritura, la filosofia, las palabras y sus brillos y oquedades, su hacer en la existencia de todos, siguen siendo los temas del poeta:
" En alegres caminos llevadores/la belleza traduce a la belleza/ su canto, elemental naturaleza/de cuanto no precisa más ardores. / Atrás la claridad del mediodía /por sus caminos nos conduce muertos / a una cerrada senda de ojos yertos/en acaso balada melodia. / Se repite en la tierra ese espejismo / de imagen soledosa, indiferente, /saciada de vacío en la extrañeza /de cómo siente un cuerpo en el abismo/caer sabiendo que en su misma fuente /la belleza traiciona a la belleza."
Confiemos en que " mi época, tan floja a la hora de leer la tradición", sea aun capaz de encontrarse en la musicalidad y el misterio de esta poesía.
"El llano y los llaneros", Luis Alberto Angulo Urdaneta
En la presentación del libro, dice el poeta Luis Alberto Angulo -hijo del autor-, que El Llano y los llaneros es "una obra sin pretensiones literarias". Sin embargo, y aunque probablemente su intención fundamental es dar testimonio de una época y una forma de vida casi desaparecida hoy, el libro está tan bien escrito que tiene valor bastante más allá de esa intención. Manteniendo la unidad precisa, narra diferentes episodios de la vida del llanero, desde una descripción detallada y hermosa de las vaquerías y otras faenas, hasta aquellos en los que logra captar el carácter, el humor, la manera de sentir y de enfrentar el mundo que tienen los hombres y mujeres del llano, como puede hacerlo el que además de conocer, ama, y alguna vez perteneció.
La edición no está muy bien cuidada. Abundan las erratas, y varios ejemplares tienen en blanco algunas páginas, lo que nos hace perder parte de la sabrosa escritura de Ángulo Urdaneta. El diseño es sobrio, y al final del libro hay un glosario de voces llaneras para los novatos. Pueden leerlo en la Sala Estadal de la Biblioteca del Parque Los Mangos y en la Biblioteca "Enriqueta Arvelo Larriva" de Barinitas, gracias a una donación de los editores, el Ateneo de esa localidad, que inició con El llano y los llaneros el trabajo del Fondo Editorial "Pie de Monte" una serie que pronto editará una antología de creadores de la región. Nos alegra el surgimiento de esta iniciativa, que ojalá consiga el apoyo necesario para llenar el gran vacío que Barinas tiene en materia de publicaciones. Y por experiencia que conocemos de otros estados (Aragua, Carabobo, Táchira, y hasta Apure, que nos lleva varias cabezas) sabemos que si es posible, aún en tiempos de crisis.
(Este Librerando es un recuerdo, escrito en 1995, cuando tenía la columna "Estantería Abierta" en la página cultural que con gran esfuerzo y constancia mantenía el poeta Avilmark Franco en el diario De Frente, hoy desaparecido. Era uno de los pocos espacios que teníamos para la promoción y difusión del tema cultural en la ciudad y el estado)."Un loft para Cleopatra", José Negrón Valera
"Entonces, habló. Dijo que él estaba en guerra desde hace mucho tiempo. Una batalla enfurecida contra ese capitalismo imperfecto que no permitía que las fuerzas productivas cogieran vuelo. Al parecer, la explicación venía de atrás, desde los españoles, que eran más dados al proteccionismo que al liberalismo de corte británico. También achacó los males a la influencia católica y detestó que Bolívar malinterpretara la doctrina liberal. Después guardó silencio y se sonrió. Comentó que un amigo suyo, un premio nobel de literatura, le había comentado que teníamos una idea errónea sobre nuestros héroes y eso nos había marcado. El Búfalo interrumpió a Lorenzo diciendo que siempre consideró sospechoso que Bolívar no le pusiera nombre a su caballo a diferencia de otros hombres notables que dejaron a los Bucéfalos, a los Pegasos, a los Rocinantes, como testigos de la historia real o imaginaria."
Que no nos distraiga el humor. Sí, como leo de noche, tuve hasta que mudarme de cuarto en el capitulo "Humanos parodia" porque la risa que me provocaba no dejaba dormir a mi compañero. Allí, la parte del maracucho Jerónimo Duncan Tercero es delirante, aunque páginas después sea más bien triste (se llama Duncan porque sus padres se conocieron trabajando en la empresa de baterías homónima, y esperen a leer el libro para enterarse de las razones del nombre completo). Pero velado en el ridículo está el retrato de nuestro cruel desclasamiento, del vacío y la banalidad de unas vidas que van a perderse siempre en "ascender" socialmente sin detenerse a valorar nada de lo que somos. En pocas palabras: esta novela ni es comedia ni tragedia romántica. Esencialmente, es una mirada política sobre un sector de la sociedad venezolana, desarrollada a partir de su hacer cotidiano.
Desde la imagen de la portada en la que un casi triste rostro aparece sin embargo sonriendo en la selfie con el loft detrás, todo son máscaras, fingimientos, desarraigos que incluso tendrán su "explicación" en el origen misterioso de Cleopatra. Vuelve el autor a darnos duro en la conciencia, esta vez de una forma distinta a la de "Reyes y dinosaurios". A ratos parece que se "amparara" en la estructura de las tristemente icónicas telenovelas criollas, que bien saben atrapar a un vasto sector vilipendiado y estudiado (sobre esto me detengo porque creo ideal la obra de JNV para hacerla películas, series de TV. Villa del Cine, CENAC, hay allí un material extraordinario para trabajar la descolonizacion, hacernos reflexionar, mirarnos profundo. Hay que ponerle el cascabel a ese gato!).
El peliagudo por sensible tema de la migración, que a todos nos ha tocado de maneras disímiles, es uno de los que atraviesa el libro. Desde la desesperación de Cleopatra por encontrar (se) tal vez afuera lo que no encuentra aquí, hasta la sin razón de los jóvenes que "se van porque se van" y el arrepentido de haberse ido, aparecen, y el juicio, siempre lo hay, corresponde al lector:
"Lo que sí apunté es que marcharse al norte no era la papa pelada que le mostraron los tipos de la feria. Ella, por supuesto, saltó de la molestia y se revolvió en su asiento, acusándome con términos gerenciales que se usan para hablar de aquellos que no muestran un espíritu motivado y se rehúsan a identificarse con la misión visión y valores de la empresa. En este caso, la corporación recién fundada se llamaba "Cleopatra Carter quiere irse del país" y el único subordinado no estaba mostrando habilidades para el trabajo colectivo. -Deberías leer más sobre resiliencia-me dijo. Siguió citando a Chopra y hablando de gestión del cambio y hasta quiso colar que a lo mejor lo que tenía era miedo a superarme por algo relacionado con el principio de Peter. Incluso se atrevió a mencionar a nuestros compadres, Alberto y Rita, que desde hacía cinco años vivían en Miami y me pidió hacer memoria de cuan felices eran y de lo bien que les estaba yendo. Torci los ojos y la dejé navegar en sus recuerdos selectivos de nuestra estancia en Florida, mientras a mi mente llegaba el diálogo que tuve con Alberto (...) Envuelto en la sinceridad y fortaleza que le dieron tres botellas de cerveza, me tomó de la mano y me dijo con los ojos temerosos de que su esposa Rita (un clon de Cleopatra Carter) lo escuchase : -No se venga, compadre... esto es horrible.. no se venga. No crea en Rita y sus cuentos, no le haga caso. Me cobran hasta por respirar".
Hay mucho más en esta novela, claro. Una feria completa de vanidades y frivolidad. Mujeres al borde de la piscina ahogadas en autoayuda, ángeles y marcas. Estafas inmobiliarias. Lorenzo, el cínico poderoso llamado por su nombre al cuestionar nuevamente nuestro glorioso pasado historico, el anarquista enamorado de la sifrina (y viceverza), algún triunfo de lo justo... Pero les toca a ustedes descubrirlo.
No se como terminé llorando al llegar al final del libro. Cleopatra no me simpatizó nada y lo que ocurre con Álvaro podía considerarse una liberación. Lo sucedido con Elena es lo mejor o se habria puesto rosa esta novela casi negra. Ha de ser por el retrato que logra de este país escarnecido durante siglos, para el que trabajamos la esperanza.
Descarga gratis "Un Loft para Cleopatra" desde la página de la Fundación Editorial El Perro y La Rana: https://goo.gl/S5ke0J
Ana María Oviedo Palomares
(Valera, Edo Trujillo, 1964). Poeta, promotora cultural, directora del Gabinete Cultural del estado Barinas. Fundadora de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Entre sus obras más recientes destacan "Crueles (treinta y siete canciones y un poema de amor)" (El perro y la rana, 2010) y "Dominio Oscuro: Poesía 1990-2002" (Monte Ávila Editores 2007).
(Valera, Edo Trujillo, 1964). Poeta, promotora cultural, directora del Gabinete Cultural del estado Barinas. Fundadora de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Entre sus obras más recientes destacan "Crueles (treinta y siete canciones y un poema de amor)" (El perro y la rana, 2010) y "Dominio Oscuro: Poesía 1990-2002" (Monte Ávila Editores 2007).
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