Análisis de Angélica Guevara, sobre la obra de una de las más insignes escritoras de Falcón, el texto viene acompañado de una selecci...

Lydda: Fuerza, sensualidad y sutileza



Análisis de Angélica Guevara, sobre la obra de una de las más insignes escritoras de Falcón, el texto viene acompañado de una selección de su poesía.



La poesía es un oficio, un trabajo del lenguaje que para decir de manera auténtica, consciente, emocionada y eficaz de lo que se siente, lo que se vive, se experimenta hace falta una lucha desaforada con el ángel del lenguaje.
Lydda Franco Farías

Lydda me representa, porque soy mujer y también porque empecé a escribir a temprana edad, y desde el momento que leí su poesía ya tenía la inquietud por la escritura.

Claro, penetrar en la literatura (en general) requiere menos esfuerzo, conocimiento o experiencia, que adentrarse en la poesía, así que en mi primera lectura de Lydda poco fue lo que capté, pero bastó para considerarla mi autora de cabecera, por lo tanto accedí a las imágenes poéticas de ella por medio de una relectura constante, y aún así hoy solo puedo hablar de tres aspectos que podrían definir su obra poética, es decir, la transición de sus poemarios, porque ella atraviesa un proceso poético donde su lenguaje e intención van cambiando, desde lo sencillo, a una poesía estructurada o dicho de otro modo, con imágenes más elaboradas. Donde su voz al inicio fuerte se vuelve más tenue.


En su primer libro “Poemas cirscuntanciales” (1965) leemos


Qué hacer

para que la luz se filtre en las conciencias,

para que llegue intacta.


Leemos su fuerza, que la increpa a ella y a la ciudad, y en este poema se pregunta qué es necesario hacer para que la “luz” llegue a las conciencias, pero no es cualquier consciencia. Se sabe que Lydda militó ideológicamente en la izquierda, y desde allí una persona con consciencia es una persona despierta, capaz de entender su entorno y criticarlo, por lo tanto el poema deja entrever cómo la ciudad está sumida en el adormecimiento y tiene sentido con sus poemarios en donde aún su voz conservará la fuerza.


Damos un salto para ubicarnos en “Bolero a media luz” (1994) donde el título sugiere una cercanía y una intimidad


una trepa la desnudez de otro cuerpo

una encuentra la rama dorada y la codicia

abre las puertas de otro reino

inaugura otra carencia

una se deja llevar por sacudimientos extremos


Desde este poema podemos hablar de la sensualidad en su voz poética, con símbolos que refieren un encuentro entre los cuerpos, y nos vamos aproximando a poemas más estructurados, y menos explícitos.


Para casi finalizar con “Estantes” (1994) su penúltimo poemario, que va a dar cuenta de una sutileza para expresar pensamientos realmente contundentes


el desierto está ahí pero sin dios
encaja perfectamente

en el túnel que somos


Una voz poética que ha mutado de ser fuerte a ser sútil respondiendo a interrogantes del ser y asumiendo una postura un poco pesimista, contradiciendo sus poemas iniciales, ya el ser se asume invariablemente sin luz, y un túnel en donde ella en conjunto con todos están.


Resultando de la poesía de Franco una completa transición, que a decir de Cortázar (para parafrasear) un buen escritor es aquel que experimenta y no se estanca en un tipo de escritura que le genere comodidad, sino que siempre está reinventándose.

En este jardín dedicado a L. F. Farías (1943-2004), la siguiente selección de textos poéticos se corresponden con lo que he planteado anteriormente, que permite salirnos del molde para presentar poemas no tan leídos de la Lydda.



Poemas circunstanciales (1965)


Estoy subestimando las posibilidades
de empezar a cantar con voz distinta
ahora soy un químico impaciente
vierto frases extrañas
combino frases extrañas
espero resultados inminentes.

No me conformo
con el dolor que han ido adquiriendo mis poemas
quiero que toda la bilis se derrame
frasco de tinta en cada letra,
quiero apretarme las vísceras
comprobar que hay sangre en ellas
que hay pus
que tengo cáncer en los dedos
cataratas en los ojos
quiero estar segura, plenamente segura
de mis llagas
es más
quiero cerciorarme de que existo.

*

Qué hacer con los orines chorreando orines milenarios,
espermatozoides puestos a secar en las esquinas,
genitales de cópulas frustradas.

Qué hacer con la frigidez incipiente de los templos,
con la impotencia manifiesta de los dioses desterrados.


Qué hacer 
con esta generación parturienta de migajas,
sifilítica de odios,
anémica de cantos verdaderos,
desahuciada parcialmente.

Qué hacer con estás crónicas angustias epilépticas


Qué hacer si no hay espacio para el grito postergado
si la violencia está incubada en las axilas, 
si el amor se está licuando en la saliva.

Qué hacer para reconciliar el llanto y la sonrisa


Qué hacer
para no despertar los vientres jubilosos,
para que el hijo no nazca desvelado.

Qué hacer
para sofocar el ronquido persistente de fusiles
y las voces que nos vienen de la sangre.



Una (1985)


Te siento navegar Ulises
en procelosos mares
perdido
con cantos de sirena
adormilado
entre garras de circe
pues vete bajando de ese sueño
que no voy a estar por mucho tiempo
teje que teje


Bolero a media luz (1994)



Bajo el signo de la cabra
ungida de hiedra la melena
con flautas y panderos
quién es esa que se anuncia
quién es esa que se ovilla
en el círculo inconexo de la danza

*

Si soy el capricornio
algo de cabra he de tener
si vengo de la neblina
de la roca caliza
del haitón donde el eco avaricia
el hilo de voz que no devuelve
si desnuda me bañé en los canjilones
si la montaña sigue allí
algo de sombra me quita
si sigo de pie atolondrada y renuente
si me revuelve en la sed
si tanteo buscando húmedas sílabas
y doy con párpados de invierno
es alucinación de los sentidos
si en cambio
un deseo vehemente me solicita
es que caerá sobre mí
un aguacero imprevisto
que me volví duende
que me fui viniendo por el río que se iba
de tu orilla inestable
tomo el murmullo
empiezo a tener recuerdos
miedos

*

Es el verano de mis pesadillas
que convierte en piedra a tus caballos
auriga varado en la luna del espejo

*

En el ludibrio de la almohada
el sonido de tu imagen desafina

*

Enigmático te vuelves
inasible
salto de agua

*

Capciosa tu mirada me despoja
en mitad del sobresalto
sin darme tiempo a recoger rubores
a deshacerme del plumaje
con que cubro las espaldas
cuando me siento álgida
indigente
capcioso el pájaro allá arriba
cuando pone su trino a buen recaudo

*

Como cuando el deseo
pone en trance
tu cuerpo de sátiro ebrio
de aguerrido varón que arroja las flechas
sobre el único blanco disponible

*

Culebra apostada
en el delirio
te siento circular en aguas
en ajenas correntias

*

El deseo es hojilla exaltada
es diezmo y linchadura
revancha de los cuerpos

*

Ante el primer embate
ostenta
un hambre despótica
y caníbal

*
Estás en el fondo y en los bordes
en el salto que no doy
donde comienzo a ser
este grito y esta lluvia.

*

El deseo expropia
remoza
todos los ritos

*

Demente se entretiene
rebuscando en el zodiaco dormido
tu ambigua ferocidad
declive del verano

*

En la verbena de la neblina
el cuerpo es un escándalo
sin dios ni ley ni otra justicia
que el dragón de la lluvia
y la intemperancia del río

*

La lluvia es infierno que solventa
nos deja hábiles para la ceremonia

*
Tu olor es céntrico
rubrica en el cónclave de la camisa
pista de la gama de los ardores
arquetipo primigenio
grafía oscura y medieval
espejo de caballería
espada que no se ve
rango perturbador
en la jerarquía de la concupiscencia

*

Tu boca
resguardada por dragones
por la antropófaga inocencia de tus dientes
bosque de menta la saliva
picor de orégano la lengua
succión y mordedura
tu boca
laberinto de mis cosquillas

*

Aluvión 
tu boca
bolero a media luz
a muerte lenta

*
eres el epicentro
el ruido y el ritmo del mar
la vegetación que me despierta


*

Oblicuo escalofrío
quema naves
en el barro mal cocido de la danza
hembra de vaivenes
marcas de fuego en las caderas
parsimonioso alacrán.

*

Prófugo en el risco de los pezones
apátrida en el vientre
el cuerpo empieza a recordar y se concentra reincide

*

Varones los hay como pulpos
en la noche
uno descuella
el de heráldicos delfines
el que se agrupa en pólvora
el de los ojos líquidos
el que se avienta en pájaro
el que es lombriz de tierra
el que es gato y serpiente
el bien proporcionado lirio
el que se instala en los valles del légamo
el que amamanto como a un niño de pecho
el de la lengua almibarada y eléctrica
el que con delicada brusquedad alborota el colmenar
donde abejas indisciplinadas rompen filas
el desaforado que desarregla mis resistencias
hasta que ya no pueda más

*

El desequilibrio no está en la penetración
sino en el remolino que provoca

*

El vientre serpentea
en el follaje
de un cuerpo plantado en turbulencias

*

Cuando la mano toca
el dormida instrumento activa
su velamen
cuando la boca hace su trabajo de orfebre
en Sabbat
en oriflama
de entre tus muslos sale un vellocino de oro
una serpiente emplumada
un vendaval de helechos
una larga vocal impronunciable
flauta cuyo sonido me despierta
a cualquier hora
tu sexo rompe los cristales de las guarderías
penetra con salacidad mis oquedades
las ventila.

*

la hora es un incendio forestal
saboreo tu ciprés y sabe a enigmas

*

filigrana tu esperma
encandilado alquitrán
en ángulo
retrocedo hacia ti


Aracne (2000)


Tramando va devoradora
blanda asfixia que estambra
fatídica urdimbre
en la rueca de sus patas

*

No hay página blanco
solo escritura y miedo
resonancias

*

Suena en la hoja
revienta
muda.






Angélica Guevara
Coro, 1996, Estudiante de Educación mención Lengua y Literatura en la UNEFM. Participante del Encuentro »Jóvenes Creadores« en el año 2014 y el Festival Mundial de Poesía de Venezuela. Ha organizado actividades culturales y literarias. Finalista del concurso »Ecos de la luz« 2018 por la Editorial Palindromus quienes han publicado la plaquette »Reminiscencias«.

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