Reseña de Gregorio González Vivas sobre el libro "Canto perpetuo" de Fanny Araujo, docente y escritora del estado Apure que ...

El Canto perpetuo de Fanny Araujo


Reseña de Gregorio González Vivas sobre el libro "Canto perpetuo" de Fanny Araujo, docente y escritora del estado Apure que presentó su segundo libro el pasado mes de junio.




“Y si en el camino me atrapa el amor
en sus redes desnuda me envuelvo
venero al sol tanto como al invierno
aplaudo al silencio desde las voces
me alimento de los sueños
para avivar la esperanza."
Fanny Araujo

"Miró Celia una rosa que en el prado
ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmín y grana
bañaba alegre el rostro delicado."
Sor Juana Inés de la Cruz


Por Gregorio González Vivas

Canto perpetuo de Fanny Araujo, se corresponde  coincidencialmente  con el llamado de esta primavera a darse por convidada y no dejar de ser marcado en la incandescencia de una fase en que las hojas terminaban de caer tras el zigzagueo de la brisa.  No así se asoma en el cerrojo de una puerta donde el don de la palabra cobra fuerza y abre un ciclo en el andar tras el crujir de diálogos de esas mismas hojas vueltas sequedad y en aparente vaivén se solazan en su fronda para hacerse perennes.
El hecho de reunir este manojo de poemas, tiene el valor intrínseco de ser “secreta sustancia”, tal como refería el gran Octavio Paz, en el desván de las preguntas infaltables sobre el qué es la poesía. Más aún cuando se prolonga el latido que es el sentir, donde soterradamente en auxilio saltan aciertos y desaciertos, de allí la premonición por la vida, estación prolongada  que solo se siente ante lo indescifrable.
No me refiero al hallazgo que la casualidad depara en su habitual recorrido, sino hasta la vida en general: ese cauce de sucesos que la cotidianidad brinda en el día a día sean: imprevisibles o tediosos, horrorosos o maravillosos.  Decía lo de la primavera, porque así como los pájaros y las flores acuden al canto de la lluvia, se ha manifestado la creación sobre la palabra y es propicio ver el resultado de cada frase bruñida a gubia y denuedo en cada palpitar, como la misma savia de los arboles a la inversa cundo se trajean con su verdor haciendo la nueva fase justo para no pasar inadvertidos.
Caprichosos o no, grandiosos o no y tantas veces humillantes o en el mejor de los casos auspiciosos en otros,  aunque en todas las dimensiones unas superan los otros: eso es precisamente lo que subyuga, esa especie de centrifugadora de la emoción a la que no escapamos, que nos rescata y nos hace sobrios cuando nos multiplica, nos reinventa, como los hilos cuando se desmadejan, nos sacude hacia arriba y nos desplaza en el abajo, nos enceguece, nos desorienta, nos inspira, nos lastima, nos responde, total nos hace hablar en todos los sentidos. De cuantas travesías pudiéramos hablar para soliviantar lo que la palabra misma representa? En lo personal estimo que la mejor poesía no está precisamente hecha de palabras hermosas, a veces vienen saturadas con insumos que no dicen nada, como en la simpleza de una reunión de oraciones, pensamientos y un cierto ritmo y musicalidad, lógicamente este no es el caso. Así como muy pocas voces que se ajusten a esta “unidad” se hagan regodear de cumplir con su cometido, así de la misma manera se pudiera tener como un bien logrado a lo que desde el lenguaje se tengan en el nivel óptimo.
 En la escritura poética con su capacidad verbal de la realidad que la circunda, por lo general se intenta develar cualquier acto de vida celebratoriamente, receptado lo que ocurre en su entorno, en su mundo interior, como las piruetas y giros de ideas que pudieran darse, tal como Julio Cortázar cuando citaba el arte de “agarrar las palabras con guantes”, en el sentido lúdico del hallazgo del carácter plástico  maleable y por tanto dado a ser transformado para mejor y así en esa polifonía los aciertos y desaciertos, se dan expresando sus: sensaciones, intuiciones, ritmos y atmósferas vividos en forma circundante y por diversos caminos hasta encontrar al poema. Pero antes es posible el hecho creativo que de pronto anduvo atravesado por  la vana costumbre de la soledad o por multitudes absolutas en que además reside la misma soledad, no siempre la poesía ha sido de multitudes, salvo experiencias como la de Maiakovski en la Rusia bolchevique.
Tal vez por eso la vida resulta en cierta manera  incontable: demasiado numerosa  y zigzagueante, unas veces contradictorias, otras en gran medida favorables, así como la frase de Fanny “aplaudo al silencio desde las voces” no trata a priori de una traición por mampuesto a un árbol cuando se desnuda, sino de una ecuación más bien desventurada entre lo que uno es, lo que se nos dio, lo que alcanza a sobrevivir, lo que aconteció en verdad, lo que imaginamos, lo que ocurrió en secreto: un verdadero encuentro, luego uno es el enigma, pero está la vida. Uno en el sano juicio hace elecciones en su vida, pero sin obviar  que en realidad la vida elige a uno, en ese paralelismo se saltan sobre rayas marcadas, pasión de entender, pasión de recordar, pasión  de  celebrar. Se puede incluso ser libre, en un solo tejido atmosférico aunque  arrastre consigo suerte y azar con motivación a otros emprendimientos.
Dar cuenta de la existencia, de lo hermoso e inexplicable que tantas veces nos rodea,  de lo incógnito que nunca lograremos entender, sobre la avalancha de interrogantes que tal vez no lograremos abarcar, aunque lo magnífico es parte de la andanza, aún hay que plantearse el reto siempre y cuando no se sobrepase a la naturaleza que todo lo rige, de eso se trata: entender qué ha ocurrido y que pudiera ocurrir, porque así como ejercitar la poesía desde la infancia comprimida en el no poder decirlo, en la exasperada fuerza que deja la juventud diciéndolo todo, en la madurez cálida en que nos convertimos para decirlo a como dé lugar: solazamos la mejor razón, de entender por qué vinimos, qué nos trajo y por qué debemos decir lo que seguiremos diciendo.
Junio de 2019

Gregorio González Vivas
(San Rafael de Atamaica, 1957) Pintor, poeta, cuentista, ensayista, articulista, biógrafo. El asunto que lo motiva o inspira a escribir es la necesidad de comunicar y perpetuar imágenes quedadas en el tiempo y en el espacio relacionadas con nuestra región apureña o Venezuela en general. Pertenece al Círculo de Escritores Apureños, Centro de Historia del Llano Venezolano, Círculo de Pintores Apureños y a otras Instituciones literarias, culturales y artísticas. Ha publicado “El Arauca de Apure: un río Integrador” (2002). Entre sus obras inéditas están “Ramal”, “Rebote” y “Al borde del trueno” (poemarios), “Haz de leña” (cuentos y relatos de su infancia) y “Crónica sobre los amansadores apureños”. Como artista plástico, desde 1976 ha venido realizando diversas exposiciones individuales y colectivas.

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