No necesito nada más esta noche,
No quiero oír viejas anécdotas de poetas.
No sé si veré el futuro, si al menos
lo veré pasar por estos ojos.
Malú Urriola
Por José Miguel Navas
Estuvimos paseando por Madrid, tanteando oficinas de extranjería, visitando monumentos, en Lavapiés una lectura de tarot, el blanco más bello de Malú Urriola es lo que precede a su poesía, ella misma es sobre todo lenguaje, me complace iniciar este momento contigo Malú e indagar por algunos aspectos que me gustaría saber de ti.
Malú me gustaría hablar contigo sobre un tema de temas, he notado en tu poesía, en especial en Hija de Perra publicado por primera vez en Chile en el año 1998, y en este año traído de nuevo gracias a Petalurgia ¿Qué es para ti el amor incondicional?
No pienso que el amor sea incondicional, más bien ha sido su constructo cultural delineado así y este mal concepto, sea uno de los hilos que teje el mal amor. Creo, que el amor necesita condiciones sanas para desarrollarse y esas condiciones para mi al menos, son admiración, respeto, libertad y lealtad.
Estuviste becada un año en Madrid en un Master Intensivo de guion en la Factoría del Guion en Plaza Santa Ana, pasaste el primer confinamiento del Covid en la ciudad, ¿Qué significó para ti Madrid? ¿Qué experiencia resume para ti esta ciudad?
Mi vida marca un antes y un después de Madrid. Antes marcaron un antes y un después Buenos Aires y San Juan de Puerto Rico. Vine por dos razones, una para terminar de cerrar el duelo de la muerte de mi madre que me dejo devastada y qué mejor que hacerlo escribiendo en otro país. Recuerdo que me vine en el avión escribiendo los últimos capítulos de una teleserie en la que estaba trabajando y que se transmitía diariamente en Chile. Cuando llegué a Barajas eran las 6 am, era invierno, hacía un frío desconocido y se avecinaba la navidad. Las calles estaban repletas de gente y para una fóbica como yo, fue bastante impactante. Más que Nueva York, o Ciudad de México o Buenos Aires, ciudades muy queridas para mi y muy pobladas, Madrid tiene esa cercanía de la gente a la que no estaba muy acostumbrada. Trabajo escribiendo desde la mañana a la tarde y de noche, escribo mis libros de poesía y leo poesía, y aunque soy sociable y me gusta la gente, porque cada persona es una historia, esta cercanía de la gente madrileña, esta maravillosa mala costumbre de las terrazas y de conversar hasta en el supermercado me tenía -en un incierto lugar incómoda al principio- pero ahora es una de las cosas que más extraño. No había hablado con tanta gente desconocida en mi vida, ni hecho tan buenas amigas en tan poco tiempo. Cursar el intensivo de guion en la Factoría del guion, en la plaza Santa Ana, fue un verdadero regalo que me hizo la vida, que para mi es la mejor escritora. Lorca es uno de los poetas de mi constelación de poetas admirados y cruzarme con su estatua frente al Teatro Español todas las mañanas, con sus manos con un clavel rojo, era un regalo. Luego venía un café, un cigarrillo y subir 4 pisos en un viejo ascensor hasta las clases, donde, claro, yo era la alumna más vieja. Eso me daba mucha risa por mi. Pero aprendí tanto de esos guionistas mujeres y hombres talentosos. Uno de mis maestros, Pedro Loeb iniciaba las clases con la música de Sade y un cartel de Oscar Wilde que versaba: “Todos estamos en el fango, pero algunos miramos las estrellas”. De él, de Sonia Gómez, guionista de series y de los Premios Goya, de Diego Sabanés director de cine y de cortos, del resto de staff de guionistas profesores aprendí muchísimo. Estar un año viendo cine y aprendiendo el día completo, era lo más parecido al paraíso junto con la biblioteca de Borges. Una de mis compañeras, una dramaturga joven talentosíma Teresa Glass, madrileña de muchas generaciones, me mostró las mejores librerías de teatro y guion y los lugares típicos. También tuve el privilegio de compartir con poetas talentosas como Mar García Lozano, Isabel Miguel, y tantas.
En ese azar-devenir poético, te conocí en el bar El Dinosaurio todavía estaba allí de la poeta Marisol Torres, en una generosa lectura que organizó la poeta chileno-española Silvia Cuevas Morales, de poetas chilenos: David Bustos, Javier Norambuena, Pablo Paredes y Cristina Narea. También propició una lectura mía en Libertad 8 junto a Moncho Otero y Rafa Mora, fue una noche hermosa, días antes de que se declarara la inmovilidad de la pandemia, que fue un constante acontecimiento poético en Lavapiés, donde la gente alentaba a los sanitarios, agradecía a las personas que lavaban las calles y ponía esa música española de películas de Almodóvar. El Teatro del Barrio juntaba y distribuía alimentos para quienes no tenían. El Vecino Marino ponía todas las tardes música para la calle. Un par de meses antes de entrar en pandemia conocí a un ser maravilloso, escribí un libro de poesía -pero el objeto de mi deseo como diría Roland Barthes- no me dio ni la hora y no la volví a ver. Final triste con escena de la ventanilla del avión rumbo a Chile cuando se abrieron las fronteras.
¿Qué esperas de la poesía Malú?
Existe un poema en mi libro Cadáver Exquisito que lancé en la Feria del Libro del Zócalo en Ciudad de México el 2018 que dice:
Yo pensé que no iba a tener naday tuve a la poesíaque me dio más vidas que a un gato,más olas que a un marco dorado,más cielos que a una ventana.
¿Es la poesía experiencia o convicción?
Las dos cosas y un camino, como versaba Machado. También es una forma de ver la fugacidad de la vida y de lo humano en el mundo.
Me declaro lector fervoroso de tu poesía, del Chile que nuestras a tus lectores, la bella visión del verso y la prosa, de tu estilo confesional pero altamente meditado, ¿Es tu poesía un compendio de la mujer que has sido, o hay más de lo que has aprendido de lo que te rodea?
Creo que la poesía y el guion han sido fundamentales maestros. Soy lectora. Amo leer y soy bastante estructuralista en un sentido literario y guionistico. Necesito construir mundos, dar cuenta de un tiempo, por mínimo que sea, y también reviso el discurso poético que me antecede. Nadie nace solo, la poesía es un collar que, si le quitas una perla, pues se desarma. En ese sentido por ejemplo Hija de Perra fue construido con varios pies forzados, uno fue la forma, el monologo poético que me llevó 4 años afinar y por otro lado había estado leyendo mucha poesía escrita por mujeres y en muchos casos, el hablante se rendía ante amor, esa cosa de sin ti no existo, del amor que se arrastra incondicionalmente. Entonces creo que me llevó un mes escribir el poema del brazo. Lograr la música de ese poema. Volviendo a tu pregunta, algunas veces, claro, da cuenta de emociones o modos de ver que son personales o que se podrían leer como una poética de la experiencia, vivir es poético, pero también hay grandes dosis de lecturas que van conduciendo a ese hablante, que se va transfigurando de libro en libro. Trato, no digo que lo logre, pero trato de que cada libro sea muy distinto del anterior. Aunque mis pulsiones son casi siempre los sujetos del margen. Lo que queda fuera del mundo en el mundo.
Háblame de tus lecturas, cuáles libros de conmueven, qué fragmentos llevas anotados en tu libreta?
No terminaría nunca, pero esa frase de Wilde que me encontré en la Factoría el primer día es una de las que rememoro en momentos de crisis como El Arte de Perder de Elizabeth Bishop, Requiem de Ajmatova, Altazor de Vicente Huidobro, Poeta en Nueva York de Lorca, El Bosque dela noche de Djuna Barnes, El cuarto de Giovanni de James Baldwin, El gran Cuaderno Agota Kristov, Farabeut, Cuaderno de escritura de Salvador Elizondo, Todo lo que tengo lo llevo conmigo de Herta Muller y ese poema de Shakespeare:
A veces demasiado brilla el ojosolar y otras su tez de oro se apaga;toda belleza alguna vez declina,ajada por la suerte o por el tiempo.
Y del cine Malú qué te ha formado, ¿Qué te ha inspirado en el cine?
Mi madre era de clase baja, logró cursar hasta 4 de primaria, aún así tenía una letra manuscrita hermosa y una ortografía envidiable porque leía mucho, amaba leer. En mi barrio de Recoleta había un cine. El Cine Libertad donde lograba colarme porque mi madre era amiga del dueño del pool al lado del cine. Tendría 7 años y veía de todo, desde películas de Semana Santa hasta Amacord de Fellini. Fellini, Bergman, Tarkovsky y los italianos desde Vittorio De Sica, pasando por Ettore Scola que es uno de mis directores más admirados, María Luisa Bemberg, Subiela, Raúl Ruiz, Pasolini y Amenábar.
Eres guionista y la poesía revela en varios aspectos, esa otra profesión, quizás estén unidas, ¿pero en lo práctico qué esperas de tu trabajo como guionista?
Tode guionista espera poder solventar su vida escribiendo las ideas o historias que arrebatan su cabeza, que pocas veces se escriben a solas. Es lo que más me gusta de ser guionista, escribir con otres, pensar con otres. No me puedo quejar, he trabajado toda mi vida en esto. Llegando a Chile trabajamos con el actor y director Alfredo Castro, una adaptación de la novela Los trabajadores de la muerte de Diamela Eltit, luego me contactó la productora de María Elena Wood -a quien admiré por Locas Mujeres, un documental sobre Mistral y que conocí luego de una lectura mía de poesía en la Universidad de New York en el 2019- para estructurar y escribir una serie de su creación y de Patricio Pereira, fue un trabajo arduo, exprés y muy enriquecedor para mi, compartir en cercanía su limpio y elegante ojo de cineasta. Fue un honor realmente. Pero no siempre se puede vivir de escribir, entonces, también doy clases de guion de corto y documental en la Universidad de Humanismo Cristiano y desde el 2018 dirijo junto al poeta Francisco Martinovich el taller de jóvenes poetas becarios de la Fundación Pablo Neruda. Una beca que otorga la Fundación a 10 jóvenes desde desde 1987. Imparto también, talleres individuales de poesía o de guion por zoom.
Tienes alguna clave o recurso que quieras compartir, de cómo vivir la ciudad desde su aspecto más bello?, ¿cómo podemos hacer para que la ciudad se manifieste a nosotros?
Yo iba del Cine Doré al cine X en Lavapiés con la documentalista chileno española Cecilia Barriga, y con el poeta chileno Javier Norambuena al Teatro Español. Saludar a Lorca en la plaza Santa Ana era de lunes a viernes, mi rito, durante un año. Contigo fuimos en búsquedas de librerías y a las filas de inmigrantes de Aluche hablando de poesía en esas filas interminables de gente que quería vivir en Madrid. Madrid también es, la puerta de Cervantes o la de Gloria Fuertes, los poemas inscritos en las calles, l iglesia en Atocha donde está enterrado Lope de Vega, escuchar a la filarmónica de Madrid en el Escorial con mis amigos, o a mi manera de Rafael en el Retiro, o a Mecano en la bola de la navidad en la Gran Vía. Comer ñoquis hechos por la pintora chilena Flavia Tótoro en La Latina y caminar con Silvia Cuevas Morales por los negocios y rincones de Lavapiés. Llegué a Barajas sola, sin conocer prácticamente a nadie y cuando me fui, tenía amigos entrañables. Me fueron a dejar al aeropuerto Silvia y Laura Granados en su auto, mientras cantaba una de las canciones de las que soy fans.
Madrid siempre será para mi el remanso tras la muerte de mi madre. La ciudad que me devolvió la vida porque estaba muerta hasta que aterricé en Barajas.
¿Quiero tu epílogo personal, lo respondes?
Hay una letra de Juan Gabriel que podría hacerlo mejor que yo:
Fue un placer conocerteY tenerte unos mesesAunque esos meses fueronEl principio y el finDe un amor tan bonitoAunque no me quisistePero yo sí te quiseY hoy me tengo que ir
Mi epilogo luego de finalizar es:
Quisiera dedicar esta entrevista a Madrid y a Maibe Ponet por ser guía en mi viaje.
Jose Miguel Navas. Poeta y periodista venezolano. Nació en Valera,
Edo. Trujillo (Venezuela) el 24 de febrero de 1992. Licenciado en Comunicación
Social, mención Periodismo Impreso. Ha publicado los poemarios La Próxima
textura (2014 y 2019), La Rosa Abstracta (2015), Esteban corre (LP5 Editora-
2017 y 2020/ Esteban corre y Fany (LP5 Editora- 2019/ Fany). Con su poemario
Fany obtuvo el Premio de Poesía “Descubriendo poetas tercera edición” (Ciudad
de Puerto Ordaz, Venezuela, 2018). Y en 2019 ganó el Concurso Nacional de
Poesía Hugo Fernández Oviol en la ciudad de Coro Venezuela. En 2020 realizó un
taller de poesía con Malú Urriola en Madrid. Su poesía ha sido publicada en
revistas de Argentina, Francia, Chile, España, México y Colombia.
Malú Urriola (Santiago, Chile, 1967) Autora de Piedras rodantes (1988), Dame tu
sucio amor (1994), Hija de perra (1998) reeditado en 2009 en Venezuela, 2010 Argentina
y 2017 en México. Nada (2003) Bracea
(2007), La Luz que me ciega, en coautoría con Paz Errázuriz (2010), Las
Estrellas de Chile para ti (antología, 2015), Cadáver Exquisito (2017)
La Luz que me ciega, trabajo multimedial de fotografía, video y poesía, realizado junto a la fotógrafa y Premio Nacional, Paz Errázuriz, es expuesto en la Bienal de Venecia el 2015.
Ha recibido los premios Pablo Neruda 2006 y la beca
John Simon Guggenheim 2009 entre otros. Ha participado como escritora invitada
en las universidades de Harvard, Princeton, Georgetown, Maryland, Washington y
Universidad de New York y dictado talleres literarios para jóvenes en el
Festival de la Palabra de San Juan Puerto Rico.
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