Reflexiones sobre modos alternativos del decir en algunos poemas de  Hanni Ossott - Por Mariajosé Escobar

Ensayo: El mar / En mí / No deja dormir


Reflexiones sobre modos alternativos del decir en algunos poemas de  Hanni Ossott - Por Mariajosé Escobar


“El mar / En mí / No deja dormir”
Reflexiones sobre modos alternativos del decir en algunos poemas de 
Hanni Ossott

Por Mariajosé Escobar

La teoría literaria ha evolucionado conforme ha evolucionado su objeto de estudio: la literatura. Actualmente, se podría afirmar, existen dos enfoques con los cuales se pueden interpretar los textos literarios: el edípico y el esfíngico (por mencionar solo esos dos, que no son los únicos). 
Ambos modelos responden a dos maneras de interpretación de la realidad, recordemos que, mientras Edipo buscaba el significado de los misterios, la Esfinge hablaba de esos mismos misterios mediante el uso de símbolos: 

Toda interpretación del significar como relación de manifestación o de expresión (…) entre un significante y un significado (…) se coloca necesariamente bajo el signo de Edipo, mientras que se coloca en cambio bajo el signo de la Esfinge toda teoría del símbolo que, rechazando este modelo, dirija sobre todo su atención a la barrera entre significante y significado que constituye el problema original de toda significación (Agamben p.234)

Este enfoque, el de teorizar bajo el signo de la Esfinge, es una posibilidad interpretativa que puede ser de gran valor a la hora de reflexionar sobre cierto tipo de poesía contemporánea, un tipo de poesía que no habla ya tanto a la emoción sino al pensamiento mediante usos de un lenguaje diferente al cotidiano. 
Este modelo de análisis tiene como objeto de estudio “un especial género de experiencia solo literariamente posible” (Allemann p.42) Es decir, nos enfrentamos a experiencias que pueden ocurrir solo mediante la literatura y especialmente mediante un tipo muy específico de trabajo con el lenguaje que lo lleva a un estado límite. 
Hay obras que no están en relación de tensión con la realidad –como sí lo están las obras que pueden leerse bajo este modelo- sino que simplemente la describen. Esa tensión produce un conocimiento o una manera alternativa de ver la realidad misma. La poesía trabaja con el lenguaje, desarticulando lo que está establecido, creando nuevos modelos de realidad (Alleman. P. 42).
Refiere Luis Miguel Isava, que Wittgenstein en sus Investigaciones filosóficas explora algunas nociones básicas acerca del lenguaje (juegos de lenguaje, formas de vida, significado en tanto uso). Se puede reconocer “la existencia de usos “extra-vagantes” del lenguaje que el modelo del uso del lenguaje no puede justificar” (Isava. p. 39). Pero veamos algunos ejemplos de esto en la práctica con el fin de profundizar en la reflexión y de ver cómo funcionan estos “usos extra-vagantes” del lenguaje”.

Esa “otra” manera de decir en la poesía de Hanni Ossott

Según Luis Miguel Isava leyendo detenidamente las reflexiones de Wittgenstein sobre el lenguaje se puede “explorar una “imagen” del lenguaje mucho más compleja (a la que estamos habituados), la imagen implícita de lo que llamaré “el otro (del) lenguaje” (p.42), es decir, una manera de nombrar diferente, una manera “otra” de trabajar con las palabras en poesía. 
En algunos poemas de Hanni Ossott, encontraremos ejemplos de estas posiciones teóricas. Se trata de una poesía que, como plantea el mencionado autor, habla al intelecto, es decir, de alguna manera teoriza desde la poesía. 
Según Luis Miguel Isava “un juego-de-lenguaje es una forma de usar y combinar palabras para formar “afirmaciones” significativas en contextos particulares” (p.44) Es decir, el significado de una palabra es su uso, se acercan las nociones de lenguaje y experiencia o actividad. Experiencia y lenguaje tendrían, según el mencionado autor, una relación de mutua dependencia. 
Sin embargo, existen usos del lenguaje que no responden a esta dinámica, es decir, que su significado no necesariamente es su uso, y en este sentido se encuentran en un límite problemático. Este es el caso de algunas expresiones de la poesía contemporánea, entre ellas, la de la poeta Hanni Ossott. Veamos: 

Grietas (extracto)

Grietas, nervaduras, hundimientos en la vasija de / barro…/ Así también las geografías de nuestros cuerpos / reparadas por la mano / de quien la restaura, en ansia de ser recompuestas / después / de la fractura. / ¿Quién permitió el rodamiento, el desplazarse / irregular del lugar que / habitaba? / Durante años, inequívoco, permaneció / su estar sobre la mesa. / Y una mano, / una fuerza, jamás demasiado torpe, / provocó el desplazamiento. / Fragmentos, roturas, pedazos de cuerpo en busca / de su parte, esto queda…/ y el deseo de una posible juntura, el desesperado / impulso por reconocer / la antigua forma del inactual perfil. / Y ahora, la torpeza en el soldar…/ la fe en una adherencia sólida entre juntura y / borde / y el soplar repetido sobre las superficies / violento, nervioso / a la espera de la enmienda. / Felicidad de tres, cuatro, cinco, piezas en unión / Alegría de alfarero en ignorancia de pérdida / o abandono / Arcilla de muerte / Greda en disposición hacia lo zanjable / desde aquí se funda la posible forma. / Barro en cocción de pérdidas / bajo el más alto hervor / obligas al regreso / allí donde se disuelve todo cuerpo / Y recompone y rompe / modula y agrieta la piel / Desde lo eterno funda y deshace / Y cada modulación: una boca más abierta para / el contener / Y antes de toda forma, preexistente quizá el trazo / de un perfil: / aquello hacia lo que contendrá y recibirá…/ y en el cuerpo dúctil / presente el nombre y las ruinas / lo que adentro hierve siempre sobre el mismo / fuego. (Ossott. P. 64 y 65)

Desde su mismo título, el poema citado escenifica la idea de discontinuidad: grieta, rotura. La palabra “nervaduras” nos llama hacia el universo vegetal es el “conjunto de los nervios de una hoja” (RAE), pero también nos mueve hacia lo nervioso en tensión constante en este poema. La “vasija de barro” tiene que ver con algo que contiene, pero ese algo está agrietado, es decir, que lo que está contenido en esa vasija se escapa. 
Sin embargo, en el poema encontramos una mano “que restaura” y entonces observamos cómo lo que restaura esa mano son “las geografías de nuestros cuerpos” es decir, la “vasija” se redimensiona. Parece ser la vasija nuestro cuerpo y su contenido todo el ser que este cuerpo encierra. Todo esto ocurre “después de la fractura” el poema hace constante alusión a un rompimiento, a la idea de rotura. 
Anteriormente, la grieta estaba sobre la mesa, es decir, pasó del plano de lo material a lo corporal mediante “una fuerza, jamás demasiado torpe” que “provocó el desplazamiento”. Sin embargo, la grieta “en el cuerpo” busca constantemente la “juntura”, un ansia por soldar, por de alguna manera reparar lo roto. Se habla de varias piezas en unión: y de felicidad en esa unión. 
La greda, materia fundamental de la alfarería, busca zanjar el vacío que ha dejado la rotura, el barro se cuece en “pérdidas”, es decir, el barro se cuece en lo que ya no está, en la ausencia de un “algo” que parece ser irrecuperable. 
Bajo el hervor del alfarero, de la cocción del barro, la materia agrietada se “recompone y rompe” “funda y deshace”, es decir, se crea y se destruye. Luego encontramos la idea de contener nuevamente. Sobre el “nombre (identidad) y ruinas (despojos)” lo que “adentro hierve siempre sobre el mismo / fuego”, la idea de retorno, de proceso, de un continuo crearse y destruirse, deshacerse y recomponerse. 
En este punto del análisis vale la pena preguntarse: ¿se está hablando realmente de una rotura en el cuerpo? Obviamente, la respuesta es negativa. El sujeto lírico nos deja, a través de una manera “otra” del decir cómo lo que está nombrando va más allá del uso que tienen estas palabras en la lengua cotidiana: esa rotura, esa grieta, es existencial, identitaria, de su ser. 
Entonces, como lo plantea Luis Miguel Isava: “la noción de 'el uso asigna el significado' no es aplicable en el contexto de la poesía” (p.52), ya que el significado se escapa constantemente al uso en este tipo de discurso y construye una experiencia distinta de la habitual. 
Veamos otro ejemplo: 

La noche y la luz

La Noche se va haciendo en mí / profunda / revocable como una estación / la oscura esfera de lo oscuro / ha inundado mi ámbito / y se cierra como el beso de dos cúpulas. / Ya yo no sé cuál es mi fondo / soy ahora noche entera / conservo palabras / pero hoy / ellas no son lo suficientemente diurnas / no pueden guiarme / no son linterna / ni lamparita de media noche. / Pienso en Delfos, debo recordar Delfos / cóncava / iluminada / abierta. / Debo pensar en el espacio más luminoso del mundo / Delfos, lugar nocturno hecho luz / es preciso / es preciso realizar de la noche la Luz (p.103)

En este poema la expresión “la noche se va haciendo en mí” no puede tomarse de manera literal. Según las “reglas del juego del leguaje” a las que estamos acostumbrados, esta expresión constituiría un error. Sin embargo, en este tipo de poesía podemos entrever esa “agudeza gramatical” de la que habla Isava cuando afirma que la:

Agudeza gramatical sería cualquier violación de las reglas de un juego-de-lenguaje particular que o bien nos transporta sin que nos demos cuenta a otro juego-de-lenguaje o bien nos deja fuera de la “colección de juegos-de-lenguaje”, es decir, fuera del lenguaje que funciona (p.76)

Según lo expuesto anteriormente, en este caso nos encontramos ante una “agudeza gramatical”, es decir, nos encontramos “fuera del lenguaje que funciona” en la vida cotidiana. 
La noche se hace “revocable como una estación” es decir, pasajera, transitoria. En este caso, la comparación de “la noche como una estación” puede considerarse válida para los “juegos-de-lenguaje” a los que estamos acostumbrados, es decir, todos sabemos que la noche es pasajera, lo distinto aquí, sin embargo, es que el yo lírico no está hablando de la noche como un fenómeno físico sino de una noche interior, es decir, en este caso, fuera de las normas del lenguaje a las que estamos habituados. 
¿Cómo sería un beso de dos cúpulas? ¿Existe tal cosa en la realidad? Sería en primer lugar un encontrarse en la simetría, y en lo alto. Sin embargo, tal experiencia es, recordemos a Alleman, solo “literariamente posible”. Estamos ante otra “agudeza gramatical”, que produce un desplazamiento que sin embargo posee un punto de unión que evita el puro “sin sentido”. (Isava p.76). 
Las palabras no son “lo suficientemente diurnas” no pueden “guiar” al yo lírico que se construye en el poema. Otra vez, estamos ante una agudeza del lenguaje que viola los límites que la cotidianidad le impone a la lengua. Las palabras, son luz, para este sujeto, tienen el poder de guiar, pero en esa noche oscura en la que se encuentra esto no es ya posible “no son linterna / ni lamparita de media noche”. 
El sujeto lírico hace un nuevo desplazamiento cargado de profunda significación: “Debo pensar en Delfos” lugar de misterio, lugar de la Esfinge, lugar cargado semánticamente de un gran peso en nuestra cultura occidental. Es precisamente Delfos, aquel lugar arquetípico, de misterio y reverencia el que el sujeto lírico define como “lugar nocturno hecho luz” concretando así el viaje interior que el poema plantea: “es preciso realizar de la noche la Luz”. Así concluye la poeta, haciendo que el ciclo se cierre por completo, se comenzó el poema con una noche interna, se cierra con un llamado a transformar esa noche en Luz, así, con mayúscula. 
Continuemos nuestro recorrido con un tercer ejemplo de la poeta Hanni Ossott:
 
Melancolía de un sabio

Cuerpo: dame en ti una isla que asegure del hervor / una casa, una torre / alquílame la ilusión de la certeza / que no me raje incesante tu devenir. / Cuerpo, instálame en ti no como imprecisa fuga / dame la precisión de un contorno / el rostro único / el egoísmo que ata a un rostro / lo opuesto a la embriaguez / la sólida pregunta, la mentira, el matrimonio. (p.111)

Un sabio, un sabio reflexionando sobre nuestra habitación en este plano material: el cuerpo. El sujeto lírico construido en este poema es un sabio. Se trata como de una plegaria, repite su fórmula dos veces cuando ruega al cuerpo: “Dame en ti una isla que asegure del hervor” tal cosa, una vez más sólo puede suceder literariamente. 
En estos versos nos quedamos ante el misterio ¿Cómo puede el cuerpo proveer al ser que lo habita una isla, que además, asegure el hervor? ¿A qué hervor se refiere? Frente al afán interpretativo del tipo Edípico nos quedamos con el misterio Esfíngico-: es eso, justamente lo que quiere decir la poeta y nada más. Es eso lo que tenemos, entonces ¿Cómo dar cuenta de este hecho en tanto estético y en tanto que modelo de realidad posible? La poesía es una forma particular de producir significados (Isava 77), significados otros, o como hemos visto, modelos otros de realidad, experiencias hechas de lenguaje y pensamiento. 
La casa, la torre mencionada son, como el cuerpo, un lugar donde estar, donde guarecerse. Cuerpo (segundo ruego del sabio): “instálame en ti no como imprecisa fuga”, es decir, no permitas que me escape de ti, no permitas que este ser que soy se vaya de “el contorno” de la “precisión de un rostro”. El poema insiste, tema recurrente en la poesía de Hanni Ossott, en solicitar al cuerpo que siga conteniendo ese “algo” que es el ser y que no permita que el mismo lo abandone. 
Detengámonos en un cuarto ejemplo:
 
El reino donde la noche se abre (extractos)
Soy de ese reino... / el reino oscuro, vasto, sin bordes / donde cada cosa se precipita / agitada / En él imágenes / poseen y se agolpan, unas a otras / como en intercambio voraz, instantáneo / No hay cese allí sino duelo o una alegría infinita / un llanto y un miedo cubren esa bóveda / traspasan la circularidad / de un sí mismo siempre pronto al hundimiento / a la exaltación / Porque también hay risas junto a la zozobra / extrema tensión de la alegría / desbordes para la noche oscura / éxtasis / colmación / Soy del reino donde la noche se abre repentinamente / reino de apariciones / en él naturaleza y cosa se acrecen, se intensifican / hablan, irrumpen / Soy allí sin yo, en entrega, tomada / los mares entonces cruzan el cuerpo / agreden poro y piel / o el vacío, una zona gris, blanca / instala su ancha carpa / en el centro del alma / hacia un no saber que se extiende desértico (p. 119 y 120)

El poema desde su inicio inaugura un reino, un mundo “otro” ese mundo “donde la noche se abre”, y comienza a caracterizarlo con adjetivos como oscuro, vasto, sin bordes. Las imágenes en este reino se poseen unas a otras y se agolpan. Se trata de un universo onírico, propio de las vivencias del insomnio, de los resplandores de la madrugada. Se habla de que ese reino está entre el duelo o la “alegría infinita” polos que constantemente la poeta explora a lo largo de su obra. La mención de un “sí mismo siempre pronto al hundimiento / a la exaltación” apunta hacia la misma dirección, se trata de un mundo de polaridades que coexisten. Al igual que “risas junto a la zozobra”, tercera polaridad expresada en el inicio del poema. 
Como podemos observar, este poema está nombrando algo “que sólo estas palabras, en estas posiciones, expresan” (Wittgenstein Investigaciones filosóficas citado por Isava p. 52). Todo el poema está caracterizando ese reino “otro” alterno a la realidad cotidiana. Se trata de la creación “de un contexto completamente nuevo” (Isava p. 79), de un mundo alterno al real, solo posible poéticamente. 
Es un reino que se abre de pronto, que irrumpe, como en él irrumpen las cosas y la naturaleza. 
“Los mares entonces cruzan el cuerpo” una vez más: no puede ser visto este verso de manera literal. No se trata de que el sujeto lírico está en el mar, porque el acto de habla acá tiene una carga distinta, está diciendo cosas otras mediante el empleo de lo que Luis Miguel Isava llama “el otro (del) lenguaje” una manera distinta de nombrar propia de la poesía contemporánea y que se escapa al afán reduccionista de alguna teoría literaria que busca desentrañar los significados de los poemas explicando lo que verdaderamente dicen. Según este modelo alterno, el crítico se queda con lo que realmente dice el poema, con su manera problemática de nombrar y de fundar realidades. 
Una zona “gris, blanca / instala su ancha carpa / en el centro del alma / hacia un no saber que se extiende desértico” ¿Qué hacer desde la crítica literaria con semejantes versos? Un no saber, una carpa ancha, gris y blanca en el alma. Todo esto no es otra cosa que imágenes, imágenes que fundan una realidad otra mediante un lenguaje otro. ¿Qué quieren decir estos versos? Exactamente lo que dicen. Se trata de un reino donde la noche se abre, un reino del alma, en el que un “no saber” se extiende desértico, vale decir: desolado, vacío, solitario. 
Revisemos un quinto ejemplo en un poema de Hanni Ossott: 

Del país de la pena (extractos)
¿Quién soy?... "¿La luz que ilumina esta verja, esta tierra?" / ¿Soy los árboles y las plantas? ¿Acaso el mar? / Soy colinas, riberas, agua bañada de luz / Soy un cuerpo cansado de tanta errancia / un cuerpo y un alma cansados del miedo / Soy el temor. / Desde lo profundo y oscuro escucho y tiemblo / Oigo lo profundo, lo oscuro, lo difícil / las contradicciones, todos los polos opuestos / las negruras, las blancuras, los intercambios / como si lo blanco reuniera a lo negro / como si lo negro reuniera a lo blanco. / ¿Quién soy? / Primero una pena, luego el soportar. / Veo barcos, barcos múltiples que tocan mi orilla / Veo una casa destrozada por el dolor, demasiado cercana. / Los barcos relucen en la noche / veo sus banderas / ellos son el arribo, la llegada / mas no la cura de la más antigua herida. / Veo barcos enfermos, antiguos, dolientes / y adentro muletas, invalidez, desazón. (p. 122 y 123)

El poema “Del país de la pena” comienza con preguntas. La pregunta fundamental es la pregunta por la identidad ¿Quién soy? Se pregunta el sujeto lírico, y se da diversas posibilidades de respuestas como: luz, árboles, plantas, mar, colinas, riberas, agua. 
El sujeto se hace polivalente, adquiere diversas formas. Esto es posible únicamente en el espacio de este poema, recordemos que estas son “expresiones verbales que se hallan más allá de los “límites del lenguaje” (Isava. p.61). El autor citado se pregunta: 

¿No nos está diciendo (Wittgenstein) que los “límites del lenguaje” podrían ser parte de un juego-del-lenguaje que consiste en requerir que los jugadores verbales, o sea los usuarios, los transgredieran? (Isava. p. 61).

Es justamente esto lo que hace Hanni Ossott, está transgrediendo los límites del lenguaje, llevándolo a su más extrema tensión con el fin de la creación estética mediante la puesta en escena de eso que Luis Miguel Isava llama “el otro (del) lenguaje”. 
Una vez más, Hanni Ossott tematiza las polaridades cuando escribe: “Oigo (…) / las contradicciones, todos los polos opuestos / las negruras, las blancuras, (...) / como si lo blanco reuniera a lo negro / como si lo negro reuniera a lo blanco”, ¿Qué significa todo eso? Recordemos que “el límite del lenguaje se muestra en la imposibilidad de describir el hecho que corresponde a una proposición (que es su traducción), sin precisamente repetir la proposición” (Wittgenstein, citado por Isava. p. 62) 
Luego aparecen los barcos, diversos barcos que “tocan mi orilla”. El barco nos mueve hacia el viaje, la partida, las despedidas y todas esas posibilidades semánticas asociadas a ese medio de transporte. 
Después aparece la casa, y es una casa rota y cercana, una vez más, esta casa no es una casa como el referente que tenemos en nuestra mente de la palabra “casa”. Esa casa está cargada de una significación “otra” que le da el contexto del poema, es como si entre estos versos esa palabra tan común adquiriera un nuevo cariz, que se lo dan otras palabras con las que establece relaciones de mutua dependencia como: “destrozada por el dolor, demasiado cercana”.
Por último tenemos las muletas, la invalidez, la idea de la precariedad de movimiento, de no poder avanzar. Todo ello se enlaza con lo que ha suscitado en nosotros los demás usos “extra-vagantes” del hablar, y crean un campo de significación distinto. Este campo de significación existe solo en el contexto de este poema en particular. 

Corolario

Por último, veamos este poema breve (que contrasta con los anteriores muchísimo más extensos) de Hanni Ossott:

Vigilia

El mar
En mí
No deja dormir 

Este brevísimo poema hace alusión al insomnio. A un sujeto que no puede dormir por un mar, interno: “que está en mí”. Solo en este poema es posible esto. Según Luis Miguel Isava: 

Al violar (léase: funcionar fuera de) las reglas del lenguaje común entramos en una nueva especie de juego-de-lenguaje, el otro (del) lenguaje, en el cual ya no nos referimos “al mundo en tanto hablamos de él”, sino a palabras y a sus asociaciones” (p.56). 

Como podemos observar, las asociaciones del título del poema “vigilia” “mar” “imposibilidad de dormir” suscitan al pensamiento una realidad otra, que se despliega en este breve poema y que forma parte de un tipo del lenguaje en tensión, más allá de los límites del lenguaje común. 
Como hemos visto durante este recorrido de ejemplos de poemas de Hanni Ossott, se puede hacer teoría literaria mediante una manera de interpretar la realidad y el lenguaje distinta a la habitual. Se trata de un modelo de interpretación que responde a cierto tipo de poemas, poemas que hablan al pensamiento, que expresan unas asociaciones de palabras inéditas en el habla cotidiana, que forman y fundan ese “otro (del) lenguaje” que Luis Miguel Isava describe en el texto con el que hemos venido trabajando. 
Es un modo de interpretación que busca ver la obra tal cual es, sin agregarle más de lo que ella misma tiene y que supera el modelo Edípico para adentrarse en el misterio de la Esfinge que no “esconda ni revele, sino que signifique” (Agamben. p. 234). 

BIBLIOGRAFÍA

- Agamben, Giorgio. “La imagen perversa. La semiología desde el punto de vista de la esfinge” en Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura occidental. Valencia: Pre-textos, 2000
- Allemann, Beda. “¿Hay poesía abstracta?” y “Experimento y experiencia en la literatura actual” en Literatura y reflexión. Tomo II. Buenos Aires: Alfa, 1975
- Isava, Luis Miguel. “El otro (del) lenguaje: Wittgenstein y el lenguaje en poesía”. Revista Venezolana de Filosofía (Caracas), 2 partes: 1999, Nos. 39/40 y 2000-2001, Nos. 41/42.
- Ossott, Hanni Antología poética. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana C.A , 2006. 


Mariajosé Escobar (Caracas, 1986)
Escritora. Lic. en Letras UCV (2011). Tesista de la maestría en Literatura Comparada por la misma casa de estudios. Ha publicado: Poemas de Insomnio y Lluvia. Fundación Editorial El Perro y la Rana, (2011); Versos Diversos. Antología poética sexo-género diversa contemporánea e hispanoamericana. Fundación Editorial El Perro y la Rana, (Zambrano y Escobar Comp. 2011); La Casa en el Espejo. Casa de las Letras Andrés Bello, (2015) Premio Municipal Luis Britto García, Mención Honorífica (2016); Verbeldía, Locura del verbo. Fundación Editorial El Perro y la Rana,  (2019). “Gestación” gana el Concurso Metro Relatos (2014), auspiciado por Monte Ávila Editores y el Metro de Caracas. Estuvo en talleres de poesía como los dictados por Juan Antonio Calzadilla, Armando Rojas Guardia y José Carlos De Nóbrega. Ha publicado en las antologías: Poesía, Oficio Puro. Giraluna, (2021); Poesía sin fronteras. Antología suramericana. Giraluna (2021); La Flor en que Amaneces.  Azalea, (2020); Aquiles Inmortal. Giraluna, (2020); En Cuerpo y Alma. La Mancha, (2016), I Coloquio sobre Poesía Venezolana Contemporánea. Casa de las Letras Andrés Bello, (2015); Cuenta de poetas. La Mancha,  (2014); Rosa Caribe. La Mancha, (2012); Las Chicas van al Baile. Antología de Poetas Latinoamericanas, Giraluna (2012); Antología de cartón. Antología Cartonera Las Fulanas Esas (2011) y en publicaciones periódicas digitales e impresas. Actualmente tiene cuatro poemarios inéditos y un libro de cuentos y trabaja en otros proyectos literarios. Su libro "Desde el Vagón" recibe Mención Honorífica del Premio Fernando Paz Castillo (2022) otorgado por el Celarg. Plaquette "Liquen" (2022)  en la colección "Yo misma fui mi ruta" de Fundarte.

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