Reseña del libro Recuerdo del Adán caído (1997) de Juan Liscano, Ediciones de la Casa de Asterión.  Por Mariajosé Escobar  E ste libro ...

Un Adán que nombra el mundo como por primera vez - Por Mariajosé Escobar

Reseña del libro Recuerdo del Adán caído (1997) de Juan Liscano, Ediciones de la Casa de Asterión. 

Por Mariajosé Escobar 

Este libro llegó a mis manos por mi padre, que en su infinita curiosidad y amor por los libros lo rescató de la basura. En este caso se cumplió el consabido refrán: “la basura de unos es un tesoro para otros”. Alguien limpió su biblioteca y decidió que este libro salía, se mudó de su casa y no quiso llevarlo consigo o podría ser también que alguien murió sin dejar descendencia lectora, razón por la cual sus deudos se deshicieron del libro. Cualquiera que sea la realidad, nunca la sabré a ciencia cierta.
Papá bañaba a su perro –nuestro perro- el domingo, y aproveché para leerle el libro completo. Él me escuchó mientras Flush chapoteaba plácidamente en la ponchera que papá dispone para tal fin. Podría decirse entonces que él también me escuchó.
Juan Liscano fue tan importante en nuestra literatura que no necesita mayor presentación. Es más conocido, me atrevo a afirmar, como ensayista, crítico e historiador literario que como poeta. Sin embargo, esto no desmerita su poesía.
Recuerdo del Adán caído (1997) era, como lo expresa el poeta, un manuscrito olvidado, engavetado por el escritor quien seguramente fue presa de esos afanes de perfección que a veces lo aquejan a uno y no le permiten soltar sus creaciones. En el 97, dos poetas más jóvenes que él desempolvaron el manuscrito y lo pusieron a nuestra disposición: Neveska Rodríguez y Miguel Marcotrigiano, a quienes agradecemos el esfuerzo.
Estos versos son de un profundo contenido metafórico, un trabajo con el lenguaje macerado por el poeta entre los años 1941 y 1942, pero no fue publicado en su momento, pues el poeta siguió trabajándolo durante un buen tiempo. No es raro que haya sido escrito en Los Teques. Soy de San Antonio de los Altos, aunque nací en Caracas como toda buena sanantoñera, como dice mi querido Antonio Trujillo. Lo comento porque la vegetación, el clima, y ese no sé qué tan propio de los Altos Mirandinos respira con sus olores a eucaliptos en la reflexión poética de este Adán.
Sí, la voz poética que se construye en este poemario es un Adán. Se trata entonces de una voz poética-personaje que va nombrando las cosas como si fuera la primera vez que las mira.
El libro está estructurado mediante siete “Recuerdos”, cada uno de ellos se constituye en un apartado del libro: trabado en una memoria adánica, una que al evocar sus recuerdos parece estarlos nombrando por primera vez. Así, por ejemplo, encontramos en el primer texto el deslumbramiento del primer hombre ante el mundo. Este poema se llama “El andrógino” y mueve al lector a un tiempo mítico, al tiempo primigenio de la creación:
Tierra y luz amasadas por la mano de Dios
en el hondo silencio de los tiempos sin rumbo.
Con el aire y el fuego, con el agua y la flor,
el andrógino nace, solitario y fecundo. (p.15)
No creo que sean muchos los libros de la poesía venezolana en los que Dios es una presencia explícita. Entre los autores que tratan este tema, a vuelo de pájaro pienso en: Armando Rojas Guardia, Ida Gramcko, Antonio Trujillo, y me sobran los dedos de una mano. Seguramente hay otros, pero lo que quiero decir con esto es que no es algo usual como para considerarse un tema de nuestra literatura. Dios está en este libro, como el creador de todas las cosas que observa Adán, tan primigenio que no tiene siquiera definido su sexo. Todo este primer poema escenifica ese primer andrógino atónito ante la creación divina, de la que él mismo es parte, estarán muy presentes los elementos: el fuego, el aire, la tierra y el agua. Finaliza con este hermoso verso: “Y espejos de Adán fueron los dos senos de Eva” (p. 16). Siguiendo el relato bíblico Eva es creada, trascendiendo el relato bíblico sus dos senos son reflejo de Adán. Podría hablarse en este poema de una reescritura del mito cristiano de la creación. 
Otro poema a destacar, por su forma innovadora, es el “Diálogo de Adán y el Arlequín” (p.41). Todo el poema establece un diálogo entre estos dos personajes. Se trata de un poema extenso, escrito a la manera de los diálogos teatrales, en los que incluso llegan a construirse ambos personajes, de una manera muy incipiente, claro está. El poema es importante en el conjunto debido a que está en la linde entre tres géneros literarios: poesía, relato y teatro. Esto hace que sea un atrevimiento para la época, y un poema que debemos releer con nuestros ojos actuales, ya que considero que, últimamente sobre todo, pero hace ya bastante tiempo, la poesía en su experimentación va contaminándose de otros géneros que la permean y hacen que su forma no sea, únicamente, la habitual.
La poesía comienza a convertirse en ese ornitorrinco de la literatura, parafraseando a Juan Villoro, quien decía que la crónica era el ornitorrinco de la prosa. 
El Arlequín es, según palabras del propio Juan Liscano, un fantasma de su infancia, y en este texto es por momentos un doble burlón del Adán. Este es otro acierto del libro: Adán, personaje que es a la vez voz poética en estos textos mantiene la unidad y cohesión del volumen y va orientando la lectura del libro.
En cuanto a temas, como hemos expresado, Dios es una presencia constante en el libro, el mito de la creación, la naturaleza, la soledad, el silencio y la muerte. Varios de estos temas se presentan mediante juegos de oposiciones: creación / destrucción, vida / muerte, por ejemplo.
En cuanto a formas, más allá de ese poema destacado no hay mayor innovación. El recurso predilecto del poeta es la metáfora, su inspiración lo divino y lo mítico. En varias oportunidades, como la siguiente recurre a la repetición:

Canto a las manos

Antes,
mucho antes del arquero,
antes del centauro, del toro y del fuego,
antes de la flauta y el rebaño paciente,
cuando la serpiente,
cuando la poderosa serpiente de pupilas heladas,
cuando los helechos y los vuelos de las grandes aves
cuando los silencios,
cuando los silencios torrenciales (p. 33)

Juan Liscano aborda el mito de la creación. Nombra con asombro adánico el mundo, y mezcla en su discurso elementos grecolatinos: el centauro, Diana la Cazadora, Cástor y Pólux. Considero que este libro es hermoso, y recomiendo su lectura, como parte de la tradición literaria de nuestro país que como escritores debemos estudiar, hacerlo, incidirá en el desarrollo de nuestra voz.


Mariajosé Escobar (Caracas, 1986)
Escritora. Lic. en Letras UCV (2011). Diplomado en Edición y Promoción del Libro y la Lectura (Unearte y Editorial El Perro y la Rana, 2020). Maestrando en Literatura Comparada (UCV). Publicaciones: Poemas de Insomnio y Lluvia (2011); Versos Diversos. Antología poética sexo-género diversa contemporánea e hispanoamericana (Zambrano y Escobar Comp. 2011); La Casa en el Espejo (2015). Mención Honorífica del Premio Municipal Luis Britto García (2016); Verbeldía, Locura del verbo (2019). “Gestación” gana el Concurso Metro Relatos (2014), auspiciado por Monte Ávila Editores y el Metro de Caracas. Plaquette Liquen (2022). Desde el vagón Mención Honorífica del Premio de Poesía Fernando Paz Castillo (2022). Ha publicado su obra en diversas revistas digitales e impresas y en antologías. Redes: IG: @marijo_escobarg Twitter: Escobar_Marijo Facebook: Mariajosé Escobar.


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