Reseña de las actividades de la Escuela de Poesía Juan Calzadilla.

Escuela de Poesía Juan Calzadilla, la concreción de un sueño




Reseña de las actividades de la Escuela de Poesía Juan Calzadilla.


Por Mariajosé Escobar


Hace mucho tiempo, diez años ya, por allá en el 2013, en un lugar muy famoso de Caracas “El Tropezón”, dos amigas conversaban sobre la posibilidad de fundar una Escuela de Escritores para chamos. Esas amigas éramos Caneo Arguinzones y yo. “Una academia de cantos de cisnes” llamaba yo a ese proyecto, que en ese momento no se pudo concretar. Pasó nada menos que la vida con todas sus inesperadas tormentas. Hacía mucho tiempo que no dictaba un taller como aquellos que las Fulanas hicimos en Coche, Sarría, la Casa Hogar “Negra Hipólita”, la Estancia entre otros lugares, y un buen día recibí la llamada del poeta José Javier Sánchez invitándome a formar parte de este sueño que hoy se llama “Escuela Nacional de Poesía Estudiantil Juan Calzadilla”. 


Estoy segura que muchos de nosotros, los que hoy somos facilitadores de la Escuela, e incluso los que nos apoyan y participan día tras día desde diferentes espacios, con sus palabras, en esto que podríamos llamar la vida literaria de nuestro país, también compartieron ese sueño. 
Nadie se gradúa de poeta. No existe una escuela en Venezuela que pueda darle a un escritor el conocimiento completo o las técnicas necesarias, aunque existen estudios superiores en escritura creativa en otras partes del mundo, dudo que otra cosa sino la observación, la experiencia, la sensibilidad y la transpiración cotidiana otorguen semejante título. Pensarse poeta es algo complejo, mezcla de esfuerzo, constancia, disciplina, locura y por qué no inspiración y duende también. 
Sin embargo, un poeta necesita estudiar. Necesita formarse, enterarse, ponerse al corriente de la tradición que lo precede, a la que él, ojalá, ha de incorporarse. Con ese objetivo surge la Escuela Nacional de Poesía Estudiantil Juan Calzadilla, que lleva el nombre de uno de los poetas venezolanos más importantes del siglo XX y lo que va del XXI, el poeta ballenero, cuyo nombre bautiza a estos chamos, chicos entre séptimo y quinto año que se han acercado a sus espacios. 
La Escuela funciona en todo el país. En un total de 16 estados, 160 liceos y 2500 jóvenes. Contempla en su programa un paseo panorámico por la poesía venezolana y un espacio para ejercicios de creatividad, creación y promoción de lectura, pues lo más importante y lo que nos convoca es lograr que esos chamos lean, que se entusiasmen, que encuentren en los versos una tabla a la cual asirse, en medio del maremoto de este convulsionado principio de siglo, que sigue prometiendo tempestades. 
Llegué al liceo “Fermín Toro” un martes cualquiera, acordé un horario de 1 a 2:30 de la tarde de los jueves, y a la semana siguiente estaba frente a un grupo muy nutrido de chamos. Al preguntarles por qué se habían acercado casi todos dijeron: por curiosidad. 
La curiosidad es un móvil hermoso para acercarse a la literatura, y así lo hicieron estos chicos, que me confesaron nunca haber leído un poema en su vida. Me sentí impelida a poner todo mi empeño en que leyeran bastante poesía, en nutrir esas almas no solo de conocimiento, sino de la sensibilidad necesaria para apreciar las cosas más sencillas como decía Aquiles Nazoa.
  

Orienté los contenidos de manera secuencial, haciendo una línea de tiempo que pretendió, en el espacio de los meses que duró esta primera experiencia, tejer vasos comunicantes entre la poesía del mundo y la nacional; desde Grecia hasta el Canto Guerrero de los Timotes. Esta tarea titánica solo fue posible mediante un trabajo amoroso, uno de los mejores que me ha tocado en la vida debo decir, de investigación y de creación de un taller que contemplaba 45 minutos de teoría y 45 de creación, o lo que es lo mismo, dos horas académicas. 
Hablamos de Grecia, Roma, el Medioevo, el Romanticismo, el Surrealismo, las Vanguardias francesas y latinoamericanas, haciendo una síntesis de sus postulados y de su contexto histórico. Leímos a: Ión de Quios, Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, Schiller, Baudeleire, Octavio Paz, Vallejo, Frida Kahlo.
En el contexto de la poesía venezolana, comenzamos con los mitos y leyendas, hablamos de Amalivaca, de la leyenda de Yara, del canto de los Guerrero de los Timotes. Escuchamos cantos indígenas, vimos en video la leyenda de Yara, y construimos un cuento poético como si nosotros fuéramos uno de los  personajes del mito de Amalivaca. De allí pasamos por Bello, José Antonio Ramos Sucre, Salustio González Rincones, Juan Calzadilla, Miyó Vestrini, Juan Sánchez Peláez, Aquiles Nazoa, Hanni Ossott, Luz Machado, Antonio Trujillo, Ramón Palomares, Gustavo Pereira y Carla Citterio. 
Para hacerlo divertido y atrayente, utilizamos diversas estrategias: vimos videos en youtube, escuchamos música: comenzando por la Canción más Hermosa del Mundo, de Joaquin Sabina, pasando por Bach, Beethoven, Fito Páez, y Canserbero, que los chicos quisieron mostrarme, entre otros cantantes que ellos trajeron a la mesa de trabajo, sobre todo del género urbano. Para hablar de las rimas asonantes y consonantes utilizamos canciones de Shakira. 
Por otra parte, utilizamos diversas estrategias de creación y sensibilización poética: la caja de palabras, el cadáver exquisito, los textos maestros, el cerrar los ojos al escuchar los poemas y luego quedarse con la emoción y sobre ella escribir, la escritura en base a la observación, a los sonidos, el escribir con música de fondo, el preguntarle a un poema cosas, el responder a un poema, entre otras. 
Una anécdota hermosa es que había una niña de ocho años en el grupo. Era la hermana de una chica de 13 años, y se integró y fue una tallerista más, que leyó, escribió (en la medida de sus posibilidades), pero sobre todo pintó y dibujó. Entendió perfectamente la diferencia entre poesía y poema de la primera clase y dijo que ella no escribiría poemas, sino que iba a hacer poesía con sus dibujos. Y eso hizo, algunos de esos tesoros están en la cartelera que tengo en mi cocina, y me hacen soñar mientras preparo el té de toronjil de las mañanas. 


Otra cosa bonita fue un chico que estaba abriendo una lunchería con su familia en las Torres del Silencio, y me invitó a conocerla y a tomar una sopa. 
Creo que siempre recordaré las lágrimas de otro chico, que me contó un asunto muy duro y difícil, y lo que sentí en ese momento: una necesidad de ser además de profe apoyo emocional, de protegerlo un poco de la dureza del mundo, explicándole y brindándole esperanza. 
Refiero estos tres casos, pero la verdad es que cada uno de mis talleristas era un universo particular. Leímos un poema de Sánchez Peláez y al preguntarles qué pensaban del poema una chica nos dijo: profe que es muy triste ¿por qué? pregunté, y respondió: porque él la amaba, pero ella no, y para una pareja se necesitan dos, por eso se llama pareja, porque es de dos. 
El nivel de enseñanzas, de oxígeno, de gratificaciones que estos chicos me brindaron no tiene comparación alguna. Sin duda, la Escuela Nacional de Poesía Estudiantil Juan Calzadilla es la concreción de un sueño, una verdadera “academia de cantos de cisnes”. 




Mariajosé Escobar (Caracas, 1986)

Escritora. Lic. en Letras UCV (2011). Tesista de la maestría en Literatura Comparada por la misma casa de estudios. Ha publicado: Poemas de Insomnio y Lluvia. Fundación Editorial El Perro y la Rana, (2011); Versos Diversos. Antología poética sexo-género diversa contemporánea e hispanoamericana. Fundación Editorial El Perro y la Rana, (Zambrano y Escobar Comp. 2011); La Casa en el Espejo. Casa de las Letras Andrés Bello, (2015) Premio Municipal Luis Britto García, Mención Honorífica (2016); Verbeldía, Locura del verbo. Fundación Editorial El Perro y la Rana,  (2019). “Gestación” gana el Concurso Metro Relatos (2014), auspiciado por Monte Ávila Editores y el Metro de Caracas. Estuvo en talleres de poesía como los dictados por Juan Antonio Calzadilla, Armando Rojas Guardia y José Carlos De Nóbrega. Ha publicado en las antologías: Poesía, Oficio Puro. Giraluna, (2021); Poesía sin fronteras. Antología suramericana. Giraluna (2021); La Flor en que Amaneces.  Azalea, (2020); Aquiles Inmortal. Giraluna, (2020); En Cuerpo y Alma. La Mancha, (2016), I Coloquio sobre Poesía Venezolana Contemporánea. Casa de las Letras Andrés Bello, (2015); Cuenta de poetas. La Mancha,  (2014); Rosa Caribe. La Mancha, (2012); Las Chicas van al Baile. Antología de Poetas Latinoamericanas, Giraluna (2012); Antología de cartón. Antología Cartonera Las Fulanas Esas (2011) y en publicaciones periódicas digitales e impresas. Actualmente tiene cuatro poemarios inéditos y un libro de cuentos y trabaja en otros proyectos literarios. Su libro "Desde el Vagón" recibe Mención Honorífica del Premio Fernando Paz Castillo (2022) otorgado por el Celarg. Plaquette "Liquen" (2022)  en la colección "Yo misma fui mi ruta" de Fundarte.

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