"Cuando tú te subes a un mástil y no puedes bajar ¿Qué haces cuando has llegado a la punta? Das un paso en el vacío."

Un paso en el vacío


"Cuando tú te subes a un mástil y no puedes bajar ¿Qué haces cuando has llegado a la punta? Das un paso en el vacío."



Por Ennio Tucci

Soy aficionado a usar Youtube como mi emisora de radio personalizada, imagino que no soy el único con esta afición. Con ello he llegado a escuchar música, entrevistas y programas extraordinarios, en medio de cortes publicitarios y “rolas” patrocinadas.

Recientemente escuché un programa de televisión con Alejandro Jodorowski en la presentación de su libro “Psicomagia”. El entrevistador le preparó sorpresivamente una consulta televisada con dos personas para llevar a la praxis la teoría de Jodorowski, a lo que este respondió luego de calmar su nerviosismo y hablar atropelladamente, compartió una adivinanza:
Cuando tú te subes a un mástil y no puedes bajar ¿Qué haces cuando has llegado a la punta? Das un paso en el vacío.
Sería absurdo hacer un recuento de noticias para dar cuenta de nuestro salto al vacío, cuando lo más importante es librarnos del egregor que nos arropa como sociedad, el que crece y se manifiesta en la comidilla diaria que masticamos en todos los espacios de nuestra vida. Ideas, sentencias y palabras que masticamos los venezolanos en las colas, el transporte público, las oficinas y todos los espacios donde nos movemos. Nuestra crisis es nuestra enfermedad.

Ya limpiamos la casa. Ya entendimos que vivir en comunidad no es una elección sino una obligación ética. Ya aceptamos que la crisis es nuestra, como una enfermedad. Ya la época nos obliga a curarnos, poner en marcha nuestros poderes creadores, abrirnos y adaptarnos a una solidaridad esencial, a las relaciones más profundas, y no es tarea fácil en tiempos de individualismo y sectarismo, que también son síntomas de nuestra enfermedad.

Para que valga la pena, nuestro salto al vacío debe convertirse en una gran fábula de la vida. Un elogio a la libertad humana, a la reivindicación del peatón, a los poderes de la naturaleza. Una probeta de la crisis, la depresión y la resignación de nuestros amigos. Un alto que más que en pié, nos mantenga caminando, que nos levante por las mañanas y nos mantenga despiertos durante el día. Un salto que equipare al vértigo de nuestros días, acelerados haciendo nada, para traernos a la vida plena, aceptar nuestro paso como velocidad ideal, no máxima ni mínima. Un salto que nos permita creer en la magia y sea tan contagioso como la risa, como la gripe. Que sea pues como una mágica enfermedad.
Según Jodorowski: “en el momento que hacemos algo que no hemos hecho antes ya estamos en el camino de la curación y mientras más difícil mejor.” 

Y al hacerlo el sujeto recupera el interés por el mundo.

Entonces tal vez es cierto lo que me dijo Indira Carpio en Mérida hace unos meses: "Puede durar un año, pero puede durar una hora.

Saltar al vacío es soltar el mástil, no resignarse a hundirse con el barco, renunciar a la seguridad de un modo de vida que hace aguas y comenzar a nadar confiando en el proceso de la vida. 

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