La poeta Wafi Salih entrevista a Ender Rodríguez sobre su visión del arte y el artista.

Soy un absurdista: Entrevista a Ender Rodríguez


La poeta Wafi Salih entrevista a Ender Rodríguez sobre su visión del arte y el artista.


Por Wafi Salih

Imágenes: enderodriguez.blogspot.com


¿Eres uno con tu tierra de origen cuando escribes, o tratas de obviar tus referencias circunstanciales y espaciales, para universalizar tus creaciones. 

Primero debo decir que escribo porque no sé por qué escribo. Quizás escribo para escapar de los deportes, para perder el tiempo en el espacio de una hoja o para rememorar a mi padre que escribía como si locos pedales en sus manos fuesen una excitación maníaca. Ginsberg decía que escribía porque su padre era poeta y su madre había muerto en el manicomio. Yo de verdad, no tengo claro siquiera para qué escribo, o si sirve de algo hacerlo como plantea Kepa Murua. He ganado muy poco dinero dándole a esa máquina de pedales de tecla. En todo caso, escribo como quien suspira al caminar en la nada con nadie, o como si la infinitud me lanzara pedos imaginarios y me hablara en primera persona junto a un tobogán. Ahora bien, me preguntas si soy uno con mi entorno cercano o si trato de virar a lo global o universal. Pues, creo que todo a la vez. A veces, hablo de mi propia casa de heno, mi laberíntico ADN o mis alucinantes padres; en otras, hablo de las supernovas, la bomba atómica y “H”, o de cómo la existencia es falsa, o si los OVNIS reptilianos nos dominarán y si tal vez, seamos el reverso de una engañosa “Matrix”.  Realmente no pienso para ponerme a escribir, solo disparo cuando algo atrapa mi mente (idea, meme, un hecho, etc) y luego, a los días vuelvo al texto para recrearlo y corregir. Rumear la obra como dice mi amigo, el artista, Oscar Salamanca. A veces, lo que escribo no me agrada y lo destruyo. Y así vamos, errando para sacar oro del estiércol e iluminar las palabras que robo de par en par, logrando mis rompecabezas. Lógicamente he leído a muchos autores metafóricos, intensos y audaces, o gente que admiro, y sigo investigando, y me doy látigo auto-críticamente para ver qué sale de mí.       


¿Qué te llevó a expresarte en letras y pinceles?

No lo sé. Sé que de muy pequeño dibujaba, era medio kinestésico en ese sentido. Tuve mi gran maestro que fue el interior de todo el techo de la casa. Te explico, es que la casa de mis amados viejos, es una vivienda cómoda de hace más de 50 años, y tenía fugas en cada parte de los techos y se regaba el agua creando una película húmeda y fluía por sus estructuras de arcilla quemada cada vez de forma diferente, y se secaba y se mojaba y así por meses y años. De tanta humedad y sol, se creó un registro o trazas de riegos irregulares espectaculares visualmente con manchas atmosféricas y texturas que uno veía durante horas y horas, tratando de visualizar siluetas, composiciones y todo tipo de imágenes entre marrones rojizos, negros, sepias y tonalidades entre transparencias.  Desde muy pequeño agarré el lápiz y los creyones. Resulta que dibujar es relatar, es también poetizar de alguna forma. Escribí mucho más tarde, quizás desde los 15 y de forma muy empírica o solo a veces. De seguro escribía puras pamplinadas a esa edad. Dibujaba aún más, para saborear cómo se movían mis manos y alucinaba realidades o cosas fantasmagóricas en la jungla de mi mente. Mis dibujos eran mi reflejo o mi diario por así decirlo. De chico gozaba mucho y de forma salvaje todas las ocurrencias con los niños de la cuadra. Jugaba al escondido montando los árboles y andando las quebradas de los alrededores. Era un absoluto realengo. La otra faceta de mi infancia era la más cruel. Cuando Papá tenía sus brotes psicóticos y la casa era un jodido infierno, yo me escondía y a veces dibujaba cosas que representaban, en cierto sentido, lo que ocurría. Antes de los 20 años, me fui de allí quizás, para  no asfixiarme o renacer. Estudié en talleres de arte años después y empecé a leer e ir a tertulias con poetas ya experimentados. El primer poeta de mi región que conocí fue Pablo Mora en 1991. Así muy poco a poco, inicié ese sendero de imaginerías escritas y grafo-plástico-visual-espaciales. Solo me expresaba, sin una intención consciente, solo lo hacía. Escribo y pinto o dibujo, rasgo y estructuro obras con carbón, colores, acrílico, cemento, periódico, basura plástica, objetos encontrados, tinturas naturales e industriales, incluyendo mis fluidos, pelo, uñas, piel, sangre y uso las manos, los pinceles, los tenedores, lo que sea y en todos los tamaños, cosas muy pequeñas o gigantes. Actualmente trabajo con ceniza-tabaco (Chimó), fruto de haber vivido años en la amazonía, y en diversas zonas rurales del país,  tras haber conocido diversas pinturas vegetales y minerales usadas en rituales.  También deformo y escribo sobre mis dibujos o pinturas con grafismos, signos y símbolos.  He ido contando mi historia y la de otros, a través de la poética escrita y la viso- objetual o hasta los collages.         


¿Cuándo te declaraste a ti mismo: artista?

Creo que existe mucha gente que es realmente artista sin serlo “profesionalmente” hablando, me acuerdo del gran Joseph Beuys y su máxima de que “todo hombre es un artista”. Yo diría todo ser humano lo es. Particularmente me interesa el arte de los “no-artistas” (los no inscritos en el denominado “campo del arte” de Bourdieu o lo que otros especialistas llamarían el “sistema del arte”). Pero, igualmente respeto la creación de muchos artistas, en especial los más transgresores o transformadores y los que son potentes en su oficio incluso extra-estético. Yo escribo en el curriculum que soy “artista multidisciplinario”; más sin embargo, me considero un “experimentador” creando, gozando la expresión más alucinadamente posible. Si me preguntaran cuál es mi profesión estética esencial, diría que: “Soy un Absurdista”.

¿Tu poética es un abordaje de vida o un oficio intelectual?

Es un abordaje de vida en general, y allí se incluye la mía también. Jamás sería solamente intelectual. Acallar un poco la mente y sus obsesiones es válido también. A veces, creo que otras almas habitan con la mía y posiblemente, otros tipos viven dentro de mí ¿Acaso una cuatri-polaridad me habita? Podría ser. Mi poesía me ayuda a hablar de la ironía, del humor, de la muerte, la vida como pregunta, mi hijo de 18 y su autismo, el sexo, la religión, las calaveras de mi infancia, la política de los imbéciles, mi columna rota dos veces, la TV, lo que me da risa, lo que deseo incendiar, mis amigos muertos o enfermos y que morirán, mi novia suicida, las telenovelas de “amor y desengaño”, el cómo me burlo de mí o de mi vida perdiendo el tiempo en lo escritural mientras otros hacen dinero sin escribir. Sobre mi tránsito y reto hacia la poética diré: “Nuestra misión es aplastar el culo ante la silla de las fábulas mentales”. 


¿Sé de tus rituales con el tabaco, crees que el acto creador necesita un aliado mítico espiritual, más que un conocimiento del lenguaje y de realidades concretas para hacerse?

Adoro fumar tabaco y me espiritualiza a su vez, aún más. No soy para nada religioso. De hecho me burlo también de “ciertos conceptos sobre  dioses”, manuales de auto-ayuda y demás parafernalias o a veces modas para “relajarse”. Pero, no es un requisito para mí el tabaco a la hora de “palabrear en papel”. Yo he escrito incluso, estando convaleciente de mi segunda operación de columna y sin morfina, o estando desequilibrado con ganas de asesinar a alguien.  A veces, no he escrito al fumar, otras sí y con profundidad.  En ciertas ocasiones, duro meses sin hacer nada literario. Escribo también sobrio o casi ebrio, y puedo hacerlo distraído en medio de la calle. Llevo papel y veo o leo algo que me detona imágenes y como un idiota me siento en una acera o esquina a escribir frases. No hay normas. Es muy posible que todo esté mezclado con todo, porque somos una con-sustanciación híbrida, multiversa. Somos seres bio-psico-socio-cosmo-natural-espirituales. No creo en recetas o en clichés o en musas o musos, como tampoco creo en la suerte, las reencarnaciones matemáticas, las religiones, las gramáticas legitimadas, y menos aún en los poetas cursis con poder, en escritores burócratas, en los famosos en las redes o en “poetas seriales” que dan terapia golpeándote con un libro por la nuca. El poeta José R. Vinueza dice que “pateas una piedra y salen 20 poetas”. Dígame los viejos verdes, suelen ser muy académicos. Yo creo que hay que unirlo todo, la reflexión, lo espiritual, lo no espiritual, la calle, los “pecados más divertidos”, lo que la gente teme u odia, beber la realidad concreta y la abstracta, hasta los marcianos entran en ese festín de re-escribirse la vida. Hay que leer/des-leer mucho también pero sobre todo, literatura arriesgada y potente. Luego veremos qué pasa. Suele pasar en algunos momentos, que uno piensa que es un “super escritor o artista” y puede que esté apilando solo mierda como dice Peter Brook. No lo sabremos de una vez. Es todo un proceso lento y ciertamente extraño.  Las palabras deben zurrar como dice Bukoswki. Yo no creo ser un poetazo, ni nada por el estilo ¡Quisiera ser un wiskie doble en un orgasmo escritural!

¿Qué parte de la vida no puedes expresar, en el arte. Qué te detiene al querer nombrar el mundo,  o nada te detiene?

Quiero creer que nada me detiene. Aunque una vez caí en el más terrible proceso depresivo hace casi 3 años, por dolores incontrolables de columna, sin medicina, y con las crisis de auto-agresividad y violencia de mi hijo Zu por su discapacidad, además de que el país está podrido. Me perdonó la muerte una noche de esas de morir en lluvia con  fuego de perros. Hace 2 años que ya pasó ese diluvio donde invisibles sepultureros venían por este “servidor del absurdo”. Allí sí que me detuve, no pude nombrar nada aunque pudo haber sido una especie de performance para morir. No lo sé. De resto, nunca. Como dice Nina Simone la libertad es no tener miedo. Y no lo tengo. Menos aún a la parca. Que venga cuando quiera, no la busco tampoco ¡Zape! pero si viene con un copa de sangre en ron, la beberemos y a chola por que la trocha es “culebrera” y hay que espantarse las flojeras de las vocales cuando se antojan a morir temprano. Nicanor el Parra nos deja claro que: “Llore si le parece, yo por mi parte, muero de risa”.

¿Cuál es tu mayor pasión?

Me apasionan millones de cosas. Desde escribir hasta respirarme esta existencia, orgasmear, beberme la caña brava del barrio, verle la cara a una cuatronarices y no rezar, fumar un gran puro, reflexionar cuando me topo con gente tan pobre como una calavera viviente; en fin, me apasiona vivir dónde y cómo sea. He poetizado sobre la primera vez que navegué en hierba, sobre el primer bar de putas, el día de la recluta militar que me llevó una tarde, sobre la vez que el hijo de un pana mató a un hombre. He escrito como las locomotoras. Casi todo me apasiona. Y lo que no me apasiona, creo que la vida me lo pone como un reto de sobrevivencia o sugestión por algo. 

¿Qué lugar ocupa la creación artística en tu vida?

Todos los lugares, aunque a veces no me doy cuenta.

¿Te sientes cómodo en tu tiempo y espacio, o te sucede como a Charles  Baudelaire cuando poetiza: "Al fin estalla mi alma, y sabia-mente me grita: “¡Donde sea!, ¡Donde sea!, ¡Con tal que sea fuera de este mundo!"

Trato de no enrollarme la vida con peroratas sobre la misma vida. Lo asumo: dentro, fuera de este mundo o donde se venga, desde el agujero de las andrómedas insepultas, con un Moloch caníbal con Parkinson o como venga. Me da igual. Pero agradezco lo que se me ha dado hasta ahora, incluyendo muertes y desmayos a la razón.



¿Hacia dónde conduces tu poesía, o es caballo desbocado que te conduce a ti.?

Ella es el caballo desbocado del cual me habló mi padre, cuando desvariaba. Y me voy montado en ese centauro hembra sin su cuerno rosa. De niño charlaba con piedras camino a casa, persiguiendo unicornios ciegos.

Uno de los elementos de tus escritos, en los que reparo con mayor simpatía, es tu musicalidad, el ritmo interior de tus poemas, se me antoja es música de árboles que en el abrazo de sus ramas,  el viento entre ellos, está en tu poema, y canta. Pero también de fondo oigo una guitarra eléctrica, en medio de la neblina que susurra alguna nota triste, acompañada de un vallenato doliente y dolido del bar de la esquina. ¿Cuéntame?

Sí es muy posible, creo en las músicas del infinito en mis sueños, las del big bang que me resuenan, las de los violonchelos heridos, las cumbias de un feliz ahorcado, los vallenatos del puente cuando voy a mi hermana “La Colombia”. Todo eso suena a fluidez sin fin, y a Heavy Metal como la vida. Puntos  y rayas, unos suspensivos y un ocho acostado (∞).

Hay diferencia en la mirada del escritor y el pintor Ender Rodríguez.

Creo que no. Son todas las miradas y creaciones imágenes e imaginería, imaginación e imaginarios.

Si me preguntaran:  ¿A qué alude tu poesía o cuáles son los grandes temas?  Sin duda diría:  El amor, la muerte, la enfermedad, eres un poeta de temática extensa, eso a mi juicio te da universalidad. Pero más allá de eso, tu impronta, la determina la acritud que le infringes a tu discurso. ¿Eres hijo filosóficamente hablando de Diógenes el cínico, cuando escribes?

Me declaro el “hijo bastardo del absurdo”, el que juega con lo irónico y quizás en parte, lo cínico, soy el hijo de Manuel y Yola, el hijo de Bukowski y Nicanor, y hasta soy el hijo de mis dos hijos y el de todos los hijos e hijastros que escuchan a Sabina en una rocola de gasolina.  Planteaba el Diógenes: “Es preferible la compañía de los cuervos a la de los aduladores”. Hay que ser cínico y “alumbrado”, como la propia lámpara del cínico.

¿Procuras un dialogo directo con tus lectores,  para reflexionar a través de la palabra de otros, tu quehacer artístico, o tienes la plena certeza del camino a seguir?

No tengo certeza de nada. La nada es lo más seguro. Aunque me encanta cuando el todo, me invita a su chinchorro de hilachas a dormir la siesta, y me da de comer madrugadas tibias que huelen a noche de palabras.  Que me lleve el camino in-verbal por los verbos catapultos, la insomnia desnuda de las hadas y que me apalee la eternidad hasta que aprenda a levitar magnolias de alquitrán. Que me fumen los pulpos de las doncellas y las más tiernas demonias. Invito a los pocos lectores que me conocen, a des-leerme si lo desean, o quizás a mandarme a la “chirimoya” ¡A su Salud!

Entre poetas te han clasificado como el Bukowski Venezolano  ¿Qué puedes decir al respecto?

Creo que quizás dos personas me lo han dicho. Otros me dicen que deje de escribir así porque me arrestarán los psiquiatras. El poeta Segundo Medina, una vez me aseguró que mi poesía era como la de un Billy de Kid. Un amigo músico muy querido, Nelson Nazgül solo me dijo un día: -Vamos a la bodega en tu barrio a beber “unos Bukowskis”-. No digo más, pero no me agradan las etiquetas, te amarran la voz.

Hablar de irreverencia es hablar de tu poética. ¿Por qué? Y ¿Para qué lo haces? 

No es mi propósito consciente. Solo se da, aunque no siempre siempre. Como dije en respuestas anteriores, no sé por qué, ni para qué. A parte de irreverencia, a veces he hecho reír a varios.  Una vez en un festival de los que no me gusta ir, leí ese poema que decía “Cigarrito de papá, la tía”. Y una señora rió pero se rió demasiado, casi muere riendo. Y eso me hizo más feliz. Declaro con el Nica Parra: “Ni muy listo ni tonto de remate. Fui lo que fui: una mezcla de vinagre y aceite de comer ¡Un embutido de ángel y bestia!”

Sensible al extremo ante los dolores del mundo, pretendes ser una propuesta anárquica con tu decir poético.

Pretendo decir mi propio decir, ese que va a mi lado como una sombra, como un espejo que vocifera: -Nunca vayas a favor de la ventisca ni busques un sentido a algo en este espejo-.

Llama mi atención tu desenfado, y ruptura con las reglas gramaticales, la sintaxis, la coherente que fija el canon  como válido.  Sin embargo, noto que ese escribir con ese desparpajo, es un canon en sí mismo, es decir, no hay ingenuidad, es una búsqueda consciente de una identidad literaria única. ¿Cómo lograste ser tu propio referente?, pues ya tienes una voz particular, única, original. Que si bien nos da pauta de algunos maestros, Vallejo, Bukowski, los dadaístas,  etc… logras ser en el poema.

Pareciera que logro ser algo de eso que dices y me halaga. Consciente o inconsciente, allí llevo este sendero donde las rocas me dicen que tienen su alma por perder. En ese andar me encuentro con todos los poetas muertos que amo, incluyendo las poetas suicidas y los tipos del manicomio: Pound, Jattin y Panero. Los celebro y me canto con Whitman. Y justo hoy, primero de Marzo de 2020, murió el gran Cardenal, el del cántico cósmico, al que el Papa aquel excomulgó y a él me valió madres e hijos no paridos. El que dijo: “Me enteré que te enamoraste de otro, entonces fui a mi cuarto y escribí y artículo contra el gobierno”. Vaya esta entrevista a tantos Cardenal, y poetas del “Techo de la Ballena” y me voy con los nuevos poetas a quienes no les gusta vestirse lindos para un festival.  Ernesto Zalez dice: “Todo ser que respira es un mago”. Yo “senti-pienso” lo mismo. Tanta palabreri-poiesis es magia.
Muchas gracias mi queridísima y gran poeta Wafi Salih por esta entrevista náufraga, entre poetas piratas. Para ser un vividor letrado e iletrado: ¡Que muera la poesía y que viva la poesía más vívida, no la maquillada en demasía, ni la muy esquelética con hache intermedia!
Hasta la próxima…

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Wafi Salih(Valera, 1966), es una poeta y escritora nacida en Venezuela de ascendencia libanesa. Dedicada principalmente la escritura poética, y en menor medida al relato y ensayo. Se le reconoce por el desarrollo del genero poético haiku en Venezuela de la cual es la primera expositora a nivel nacional.



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