Paraguaná en Crónicas, por Israel Colina.

Crónica: Las sastrerías de Punto Fijo

Paraguaná en Crónicas, por Israel Colina.

Por Israel Antonio Colina

En la década de los años ‘40 del siglo XX, después de terminada la segunda guerra mundial (1939-1945), fueron muchos los ciudadanos europeos que migraron a Venezuela, sobre todo portugueses e italianos. A Punto Fijo llegaron muchos de ellos, gente noble y trabajadora. También con la llegada al poder del Coronel Marcos Pérez Jiménez como Presidente de Venezuela (1952-1958), llegó una segunda oleada  de profesionales y artesanos de estos dos países. 
Entre los italianos llegaron sastres y fueron varios los que eligieron a Punto Fijo como lugar de residencia, quizás por el auge económico que ellos avizoraron que se desarrollaría en ese caserío con la llegada de las empresas petroleras Creole y Shell, que empezaron sus construcciones a mediados de 1945. Ya la Mene Grande Oil Company estaba instalada en tierras paraguaneras desde 1924. Es así como este incipiente caserío, el más grande del mundo para la época, empieza a ver a los italianos instalar sus sastrerías que vinieron a darle un toque de elegancia y glamur a los peninsulares, quienes recurrían a las mismas para mandar a confeccionar un flux a la medida. 
En ellas se conseguían las mejores marcas en camisas y pantalones, tales como: Manhattan, Arrow, Opus,  Montecristo, HRH y Paramauth, entre otras; corbatas, correas, medias, pañuelos, ropa interior y hasta el perfume más exquisito traído de Paris. También hubo sastrerías regentadas por venezolanos y ciudadanos venidos de otros países latinos. 
Con estos nombres las conocimos:  Sastrería Rosario, de Lino Bembenuto, que estuvo situada en la calle Garcés entre Colombia y Ecuador; Digabriele cuyo propietario era José Gabriele en la avenida Colombia con Falcón; Sastrería Bolívar de Quirinos Sivilla, avenida Bolívar entre Mariño y Garcés, Italmoda de Gino Graciano, su ubicación estaba en la calle Garcés entre Bolívar y Brasil; Sastrería Panamá Elegante de Gerardo Lema, calle Panamá con Comercio; Sastrería Libertad en la calle del mismo nombre entre Ecuador y Colombia; Sastrería Valera, cuyo primer propietario fue Pedro Arenas, después pasó a ser propiedad de José Ernesto Anaya (ambos de origen colombiano), avenida Colombia a escasos metros de la Catedral Nuestra Señora de Coromoto; Sastrería Imperio de un señor de apellido Chacón, funcionó en la avenida Bolívar con Zamora; Sastrería Principal de Pedro Valles, avenida Colombia esquina con Libertad, Paramauth de Gerardo Lema, calle Garcés entre Bolívar y Colombia; J.J. Moreno avenida Colombia esquina Mariño; Sastrería Marín de José Marín calle Mariño entre Bolívar y Ecuador; Sastrería Falcón de un sastre a quien llamaban Pepe; Sastrería Star de Daniel Santos (no el cantante), su sede estuvo en la avenida Bolívar entre Garcés y Zamora; Sastrería Mendieta del nicaraguense Germán Mendieta Niño, avenida Colombia; Sastrería Mérida del andino Gregorio Guerrero Pulido, avenida Bolívar planta baja del Cine Boyacá; Sastrería Valles del Cumarebero Joseíto Valles calle Ecuador con Libertad y la Sastrería Petronio de César Emil Riera Basalo, quien llegó a Punto Fijo en 1956 procedente de su lar nativo, Pedregal, los primeros años estuvo –se puede decir– de forma itinerante, hasta que definitivamente se ubicó en la calle Zamora entre Ecuador y Colombia. 
Esta Sastrería mantenía abierto todo el año un club de trajes donde las personas iban abonando un dinero al valor del flux que habían mandado a confeccionar, cada semana había un sorteo por una de las loterías nacionales, si la persona salía favorecida en ese sorteo quedaba cancelado el dinero adeudado y la persona se llevaba el traje; y en muchos sorteos se daba el caso que los premios iban acompañados de zapatos, medias, camisas, pantalones, ropa interior y hasta un escaparate se llevaba el feliz ganador a su casa. Este último combo –como se dice ahora–, lo hacía su propietario de esa forma, para enfrentarse a la competencia que era bastante fuerte, que le dio muy buenos resultados económicos. 
En la publicidad que mantenía en la emisora Ondas del Caribe (después Mundial Caribe), se decía que a los delgados los hacía ver gorditos y viceversa, si es que era flaco y “esgarvao” eso tampoco era problema; y si el cliente tenía una joroba o las piernas arqueadas mucho menos, César Riera se encargaba que esos defectos físicos desaparecieran. ¿Cómo lograba esa metamorfosis? Muy sencillo, a través de un método que vio publicado en una revista, lo solicitó y a los pocos días a través del correo le llegó el método milagroso, los clientes siempre quedaron satisfechos. Por eso siempre se le conoció como la sastrería del traje anatómico. 
Si es que el cliente quería comunicarse con César vía telefónica, solo debía discar el número 3820 (“discar” por aquello de que para la época los teléfonos tenían al frente un disco con la numeración del 1 al 0, todos eran de color negro) y César lo atendería con la amabilidad que lo caracteriza. 
Recientemente cambió de nombre y dirección, ahora luce el rimbombante nombre de Creaciones y Confecciones Don César y Petronio y está situada en la calle Zamora con callejón Aragón, a escasas tres cuadras de su antiguo local. Ya no como sastrería sino como venta y alquiler de trajes para toda ocasión y artículos para caballeros y niños. Allí está Don César con sus 84 almanaques desglosados que le han permitido ver crecer al caserío más grande del mundo hasta  verlo convertido en Distrito (27 de febrero de 1970), ahora es Capital del municipio Carirubana. 
Con la llegada de almacenes ofreciendo para la venta ropa hecha como fue el caso de la franquicia Dovilla, cuya publicidad decía: ¡Dovilla, que maravilla! Que en realidad no fue ninguna maravilla para las sastrerías ya mencionadas, en vista de que fue un almacén con ropa y trajes ya confeccionados lo que vino, junto a los demás almacenes establecidos a dar al traste y desaparición paulatina de las mismas, así lo manifiesta César Emil Riera. Cosme Martínez, mejor conocido como Bigote, quien trabajó gran parte de su vida en las Sastrerías Italmoda y Bolívar, dice: “que a eso hay que agregarle que sus propietarios cambiaron de paisaje, solo una permanece activa todavía que es la Sastrería Valera, desde hace mucho tiempo también es almacén”. 
Ya nadie manda a confeccionar un traje a la medida, lo compra hecho y como si esto fuera poco, aparecieron también las tiendas de alquiler de trajes, ahora tampoco lo compra. Simplemente toma uno de ellos en alquiler, se presenta a la recepción donde lo invitaron, lo exhibe luciéndose como un pingüino, lo disfruta al máximo y al día siguiente lo devuelve bien sudado. Por eso ahora también los vemos en las fiestas hasta de frax y de levita.


Israel Antonio Colina
(Punto Fijo, Estado Falcón. 7 de Noviembre del 1947) Fue fundador del conjunto de música criolla “Estrellas de Occidente” y del Grupo “Juventud cultural y artística de Caja de Agua”, en Punto Fijo. Durante su servicio militar formó parte junto al músico y cantante Frank Davalillo de un conjunto de música criolla. Siempre entregado a la vida cultural, en cada uno de sus pasos se ha vinculado a diversas organizaciones culturales. Nos da la grata oportunidad de conocer memorias de la Península de Paraguaná a través de su libro Golpe’ e Tapara (2018).

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