Reseña del libro Kokoro del escritor japones Natsume Soseki. 

Kokoro. Natsume Soseki - Por Frandys Oropeza


Reseña del libro Kokoro del escritor japones Natsume Soseki. 


Por Frandys Oropeza

Sensei 

La forma corpórea de la que tantos poetas han intentado emular en una especie de condición para que todo lo que se encuentra flotando en el párrafo tenga un sentido lógico. Suele tener esa grave tendencia a elegir los mismos apelativos construidos para ser parte de una inconsistente realidad que llamamos alma. Es sencillo, si se piensa desde la otra parte. Mayormente los escritores occidentales viven tocando los mismos términos severos sobre el estado de consciencia humana, sin haber buscado más allá en el primer estado de la sustancia que da piedad al alma, el corazón
¿Por qué tanta palabrería sin corazón? En este lado del mundo, todos tienen esa extraña forma de colocarle nomenclatura y fecha de caducidad a las cosas que por si fuera poco tenemos la osadía de pensar que conocemos. Pero, ¿es verdad? ¿Conocemos un poco más de lo que podemos dar? No estamos tan equivocados por la epistemología condicionada al que le empeñamos el ser y decidimos desesperadamente colocarle nombre
La tristeza es una constante inicial de muchas cosas y causal de muchas otras. No obstante, ¿Por qué tomar esta lógica y no sentir? He aquí el problema funcional de la novela, la poesía y hasta la vida. Sin embargo, esto ha sido tema central en las narraciones del mundo flotante, apelando a la figura de aquella novela del escritor ishiguro kasuo para designar a los artistas nipones
El lenguaje tiene esa especie de libertad que nada puede dejar a un lado. No por querer, tampoco por la métrica, ni por la forma. Es simple si se piensa desde la elocuencia del escritor Natsume Soseki. En el otro lado del mundo, ya discutían cosas así, tal vez sea por ese bendito problema etnográfico, o tal vez, la cosa sea más sencilla, nadie se ha tomado la necedad de entender las cosas que mueven los sentimientos humanos, más allá del arte figurativo de pensar sobre sentir.
Ahora bien, en Natsume Soseki es todo o nada. No se puede pensar la literatura nipona sin hacer una breve mención del hombre que logro mantener el equilibrio entre la migración cultural del occidente al Japón y la tradición literaria nipona. Pocos autores han logrado permanecer entre esta ambivalencia y si lo han hecho, es porque él los guio como sensei (maestro) en la integración del yo y en la configuración narrativa que sería el lenguaje noble y real del mundo asiático.
Al igual que autores como kawata yasunari, Kenzaburo oe, yukio mishima, osamu dasai u ogai mori (de los que Soseki fue maestro) todos luchaban con esta necedad de mantener la tradición literaria del Japón sin perder la oportunidad del saber que hay más allá del firmamento del monte fuji. La lucha era una suave brisa miscelánea donde la primavera seguíria azotando Tokio de por vida. Lagrimas que enjuagan el alma y se tragan con amargura ante la llegada de una civilización plástica, donde la libertad es un aparataje que muy sutilmente se percibía durante el periodo Edo de la restauración.
Soseki tenía un estilo peculiar, una especie de catalizador del yo, en secuencias que iba construyendo desde la sed inamovible del ser o el lector que se dejaba incitar a los sentidos autocríticos y sinérgicos de la mágica ciudad de Tokio, donde los credos de artistas deambulaban entre las misiones místicas y las facetas errantes de las silabas construidas para el destino clásico de la vida.
Natsume fue reconocido a nivel mundial, por obras como botchan o watashi wa neko( yo soy un gato) donde esa levedad de la condición del yo, dejaba una sensación de protagonismo, casi al punto de la interacción del lector con las imágenes y acciones del ecosistema que el mismo configuraba en imágenes particulares sobre situaciones hilarantes en la vida misma de sus recuerdos. No obstante, este tipo de formula lo habría conseguido años antes en su novela Kokoro
Con respecto a ello, Kokoro (corazón) debe aclararse que existen varios problemas con la forma en la que se acostumbra a enunciar las palabras, nos jactamos de la ambigüedad y nos olvidamos de la prioridad misma que es dejar ser la palabra. Ese es el caso de la palabra Kokoro, a pesar de que la traducción del hiragana tenga ese vacío que corresponde al bagaje gramatical de la traducción, la palabra en el kanji original es más que una palabra, es un símbolo contextual que nos vincula directamente con el alma, dejando significados como el amor o el sentimiento por debajo de la semántica o el quehacer lingüístico. Pues, en la letra (kanji) nipona la palabra es una ascensión filosófica del hecho que incita la sustancia que nos mueve, pasando de ser una palabra a un ser viviente entre el trazo y el movimiento.
Ahora bien, en el caso de la obra. Kokoro, Es una novela que deja ver la condición de sus personajes, desde la incredulidad, la fe y las decisiones que puede tomar cada uno de nosotros en un momento dado de nuestra existencia. Todo debido a la herramienta construida desde el yo, pues, en la novela se habla particularmente de dos personajes, un estudiante que funge como el yo del lector y el sensei que se funde en el paisaje que describen las sensaciones.
Habla de la mentalidad de un artista amargado que ha perdido la fe y la necesidad de vivir, cada momento es difícil no alejarse o sentirse familiarizado con el sensei (maestro) más allá de la sentimentalidad o la característica reservada de la sociedad nipona. Nos muestra la complejidad de la interacción humana de dos personas que en ambos puntos del abismo, se buscan entrelazando en una manera de sentir que no todo está perdido para alguno de los dos
Tenemos las figuras de personajes que son parte de un murmullo, un recuerdo, una sensación en algún lugar recóndito del kanji. Toman un poco de sake, se relegan al sintoísmo, dan crédito a la muerte y deciden partir de manera orgullosa. Pero dejando una esquina del mundo fundida en la restante sociedad de la palabra que humedece la nieve en la forma de hiragana, por el eco de una voz consumida en las cumbres misceláneas de un hombre que solo quería ser parte de las praderas de un nuevo mundo, donde la vida tuviese más que una intención, tuviese una oportunidad.




Frandys Oropeza
Licenciado en Lengua Literatura y Latín, TSU en Artes Audiovisuales, profesor del departamento de artes audiovisuales de la UNEFM, profesor y coordinador del programa de Artes Audiovisuales de UNEARTE- Falcón. Por supuesto que no es Charles, B.


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