Palabras para una presentación de la novela "Piedra de mar" de Francisco Massiani, preparadas por Hermes Vargas en ocasión de la...

La Piedra de Mar o la bala perdida y el callejón de la puñalada

Palabras para una presentación de la novela "Piedra de mar" de Francisco Massiani, preparadas por Hermes Vargas en ocasión de la Filven en noviembre de 2018.

Massiani escribe desde adentro, evidentemente, pero además descarga una extraordinaria vitalidad en cada palabra, es lo escrito y lo escrito es él. 
Juan Liscano

Por Hermes Vargas

Fotografía tomada de AlbaCiudad: Francisco Massiani (documental)

Recuerdo a Pancho Massiani por una bala en mi cuerpo y la barra encendida del Callejón de la Puñalada. Aquella noche memorable, en donde dos cuerpos se explayaban en medio de la sala de la galería Viva México, en Sabana Grande. Esa pequeña sala underground de los Godoy, en la Caracas agitada de siempre. Era la noche de los dibujantes que contenían una caligrafía de correspondencias, con encuentros entre los trazos, dos artistas dándole la espalda al público, al mejor estilo de Miles Davis, en un acto de ebriedad inusitado la muestra se inauguraba con ellos abrazados, cuerpo a cuerpo sumados a su irreverencia. Emiro Lobo y Francisco Massiani dibujaron para mi memoria, de ellos aprendí el gusto por la línea y la botella: la tinta china y el desparpajo. Después de beber y beber, mi amada y yo salimos de la sala en procura de un lecho, pero era viernes y los hoteluchos de la ciudad estaban colmados de estudiantes con poco dinero, de poetas desempleados, por lo tanto había que seguir el camino y olvidar el amor. Justo en frente de las nalgas de Rómulo, la bifurcación que separa la autopista Francisco Fajardo en dos vías que la dividen, en donde comienza la calzada, nos atravesamos con un  furtivo ladrón que propinó un balazo en mi cuerpo por parecer a un personaje de Piedra de Mar. Esa bala yace en mí como un recuerdo fascinante del ojo imperecedero del arte sinuoso de la noche. Nunca le conté a Emiro, pero sí a Pancho, agitando una cuba libre en el Bar Gibus del Callejón de la Puñalada. Allí él con ese vozarrón nos hablaba del Chino Valera Mora y nos contaba de cuando armó toda una historia en el Hotel Ávila junto al Chino, quien lo conminó a vestirse de tenista antillano y pedir whiskies, hasta que el barman notó un deje extraño en el susurro anglosajón del tenista iracundo. El Chino hastiado habló en un perfecto castellano. Los habían descubierto, a correr que ahí vienen los anormales, se convirtieron en verdaderos atletas. 
Perdonen la emoción, sé que debo presentar Piedra de Mar, una novela inaugural junto a otras de su generación de novela juvenil urbana en nuestra literatura, una especie de poética a los púberos, a esos jóvenes que siempre serán jóvenes. Una obra sin igual en esta fiesta del libro. Es un canto a la ciudad, que es Caracas, que es la Guaira, pero que puede ser Río o Buenos Aires. Logra, con la magia del lenguaje honesto, claro, cotidiano, alegrarnos, enfurecernos, vivir lo que Corcho, su personaje principal vive. Nos enamoramos de Carolina, la queremos como un amor imposible, ella se regodea y finalmente es Kika con la que festejamos y regalamos la piedra de mar que hemos llevado en el bolsillo durante este relato maravilloso.  Aquí ya somos carajitos, pubertos que se hacen hombres en una ciudad utópica, en una playa quebrantada por el oleaje. Si comienzas a leer Piedra de Mar, no pararás y jadeando llegarás al final como un potro salvaje en medio de la noche.



Hermes Vargas 
Caracas. Pintor, poeta, ensayista, colaborador de las revistas Prisma (Bogotá), Carmín (Buenos Aires) y Sol a Sol (París). Ha publicado Trasegar (2005), un libro que reúne varias instancias poéticas y le sigue Aghadir (1997). En ensayo: Lo agreste en la poesía de Joao Cabral de Mello Neto y Rafael José Álvarez. Parte de su vida la pasó en San Felipe, donde formó parte de los talleres libres de la Escuela de Artes Plásticas Carmelo Fernández en su vieja sede de la quinta avenida.

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