Ensayo de Roger Herrera Rivas sobre los estados de abstracción de la conciencia en el acto creativo.
Por Roger Herrera Rivas
Desplazadas realidades infinitas y vanas ilusiones diluidas en su esencia son la que invoca e imprime nuestra joven autora a su letra poética. Partituras gráficas emotivas, transgresoras heredadas del arte avant gard y del cine; pantallas oblongas donde las “máscaras” vomitan sus miedos, sus pestilencias para avanzar a velocidades ciegas, paralela u oblicuamente inusitadas y producir el vértigo en el lector. Cada poema es una escena del crimen, suerte de sinopsis de micro rodaje de ficción y cine negro, donde la muerte es un suceso irreversible de puestas en escena.
La “muerte” o la ficción de la muerte en cada uno de estos poemas nos advierten una arbitrariedad sin límites en el sistema sígnico–simbólico de nuestras alienadas y aparatosas existencias. En mi humilde y limitado conocimiento de la psiquis tomo prestada la opinión del Prof. Dr. Emilio Mira y López, él refiere que la denominada:
... “constitución psicopática”, se caracterizan, (…) por una desarmonía o falta de proporcionalidad entre los núcleos que integran y regulan su vida psíquica en su doble vertiente íntima y social (conciencia y conducta). Esa desarmonía les perturba la normal secuencia de los procesos de inhibición y excitación y les predispone a reacciones paradójicas y ultraparadójicas, en las que se juntan íntima y explícitamente, constituyendo verdaderas “crisis, “conocidas como “reacciones psicopáticas”.
Tomado de "La Mente enferma" (EPITOME DE SPICOPATOLOGIA Y PSICOFARMACOLOGIA). Copyright by Servicio Científico Roche ̶ Montevideo, Uruguay, 1962. P, 49.
No tomaré partido radical por la opinión del médico, empero al hurgar en los tonos de esta letra, notamos ciertos niveles de excitación, como si de una actitud paranormal se tratara, que dotan a esta palabra de un ritmo elocuente y perturbador a la manera de Pink Floyd en “La Pared”. Por ello designo “sobredosis” a ese estado donde la letra de un individuo escupe sus grafitis a nuestro paradojal sistema “perfecto” y macabro que nos engulle y regurgita a su antojo; al violar nuestra esencia cada amanecer mercurial, bajo una llovizna de granito en las interminables filas para alimentar las fábricas o en la soledad metálica de nuestras celdas de cemento en el estado comatoso de la somnolencia informativa. Inhibidos y castrados por la abulia o bien en el trasnocho delirante del sendero psicotrópico* donde cada palabra es ácido de batería carcomiendo las aporías de este indigno existir.
Estos folios suscritos por Marjiatta Gottopo, doblez alucinatoria de lo “real”, imágenes siempre desplazadas, siempre saturadas, donde morir es un espectáculo común “y la paz sería un estado de espera”, un estado de ebriedad permanente donde al rasgar el telos envejece –la esperanza– y, la ética duerme.
Un Estado, “la cosa pública”, “la cosa” creada a mi antojo y semejanza para envilecerte y envilecernos. Esta insinuación parece ser la posible “narratio” de estos versos. Imágenes balas, iconos punitivos; tropos ungidos por el olor acre de la orina de la vieja: Paria –Patria– Perra, en súbito despertar de arcaicas anomalías, vocifera a sus adictos de sangre: “... ser lata vacía/ persona que no muere como/ el motor desgastado de un perol que se desangra/ en el fin de la autopista / y nunca llega ni escapa (…)"
Es este nuestro hábitat: espacios de miserias en jardines de cemento y rabia; basurales de la periferia perdidos en las quimeras cotidianas, en pusilánimes noticias. Elaboradas para perdernos. Cada palabra, cada poema nos oferta un sueño. Oficiar. Vivimos de oficiar sueños, Deslegitimar esperanzas. Fragmentos de esperanzas, delirios, fingidas identidades y orgasmos aleatorios.
Habitamos la gran mentira de una salvaje tecnología, la cual adolece de principios cual sus creadores y adultera esta realidad y toda realidad soñada; todo imaginario revelado y develado, basado en el deseo.
Deseo, eso somos, los nuevos lectores de la “realidad”, somos deseos deseados y deseamos más y más. Deseos soñados, pozos sépticos donde chapotean los mitos creados y manufacturados para controlarnos; para subyugarnos y es eso lo que revelan ̶ develan estos textos psicodélicos; esta extremaunción del pecado de revelar ̶ rebelarse contra lo establecido. La “real” realidad bien sea tibia o fría, nos embota tanto como el seco y calculado sueño o la desbordada pesadilla ¿Y por qué no? la laxitud severa de un ACV (Accidente cerebro vascular); Rock and roll de un shock al cerebro.
En esta escritura estamos “guiados por la batería histérica de la derrota”. Graffiti, palabra en uso, para sub-valorar la visión pusilánime, anti sacrílega de un Baudelaire, que a etas horas debe andar mendigando un Padre nuestro en Sabana grande.
Estos textos buscan alcanzar los bordes del asco. Donde desnudos de falsedad todos los retóricos –disfrazados–, ocultos en los vastos imaginarios de la prole o quizás, sólo sea una argucia, un reality show, un fake news; una feria donde lo relevante es adquirir un “héroe” o un siervo (Revoltoso) a la medida de hogares con poder adquisitivo, tanto como “libertad” para el consumo de pastillas aptas para conciliar el sueño.
No queda más remedio, nuestro deber Ser es, no sucumbir ni a la realidad ni al sueño. Ser nómadas de la nocturnidad, por ello “Sigo vagando en motocicletas oxidadas por los valles del insomnio/ mientras evado una oración/ y el sol no desorienta la penumbra.”
Esta es la visión psicotrópica, la neuralgia nacida de la sobredosis, donde en el rapto el que canta hace ascuas la realidad; el vate laureado en orador maquilla sus estigmas y de su piel-papel florecen los tatuajes, sólo interpretados por prestidigitadores con sus estados anímicos al borde. Consumiendo los desatinados colores ígneos hemos asistido a la defunción de los paradigmas, tras esta ilusión de “libertad” los desclasados sociales, los perdedores, representamos, interpretamos una orfandad uniforme bajo “la negra pupila del espacio”.
“Cuando el deseo de látex es el más dilatado”. Cuídate de lo que deseas… son tiempos paralelos, de distopía, distorsionados bajo los efectos del cine, se mesuran y pasan sin ser obturados estos “masajes” cerebrales con olor a nicotina y sabor a caña barata.
Es un verdadero crimen esta realidad, una perversión aceptada, soslayado el mensaje en sueños colectivos en la granja, cultivamos nuestro estado de dominación. Deberíamos cultivar hongos en casa, quizás los blandos alucinógenos nos brinden un pase de cortesía sin regreso a la montaña rusa, ¿No será mejor que frecuentar esta sobria realidad? Hagamos el coro en esta canción:
“Viajero sumiso sumido en la inminencia” (…)
“el que se borró una noche en una alucinación lisérgica/
y nunca más habitó los manantiales/ de esas lozas azules/
de esos espejos desgastados/ de la demencia. /
Suma de ritmos y melodiosas apetencias musicales –donde la acidez– del género Rock hacen de Moonlight “el apetito del drama. / El bolero resonante en todas sus partes pudendas”. (…) “mientras dejas caer jaulas de canarios muertos sobre los transeúntes/y golpeas la puerta de madera. /
Como todo poeta infiel, aprendemos a traicionarnos en los heterónimos, deleitados en el usufructo de la palabra, en el goce oscuro de la predicción, abogamos en escribir sobre lo borrado, hacer suerte de la alteridad o bebernos en un aquelarre la sangre de nuestros maestros.
Por ello los guiños con la necrofilia o el canto a los despojos de Ana Cristina César o Pablo Neruda plagiado en su detritus. Percibo con mezquindad una resonancia vaga de viajeros malditos en textos como: La crueldad de los enanos (P.39), cuya lectura se me apetece como una secuencia cinematográfica donde la lluvia y la noche son en realidad un montaje, una superchería del espíritu, una trampa de la óptica dominante o el poema Querido enemigo mío (Pp. 40, 41). Donde estas páginas se me presentan como un salón de “espejos fraudulentos”, imaginarios, imaginados, confusos, abstrusos, irreconciliables e irreconocibles. Lugares ̶donde ̶ cada una de las relaciones racionales narran su encuentro desdibujan en su proyección lo que pudo haber sido, a pesar de su borrosa realidad huyendo hacia adelante.
Esta “rara” pero atractiva manera de asumir la poiesis, me incriminan a su vez en estos gustos obscenos para muchos lectores hembras o provocadores, para lecto-maníacos desordenados. A mi franca observación, éstas son manifestaciones abiertas de la praxis del poema, cuyas disecciones actuales pueden alabar o enlutar el ojo del que escanea en estas territorios. Son una suerte de poemas ̶ ensayos, hechos desde el laboratorio instantáneo del diario vivir, cómo crónicas menores o informaciones en vivo y directo. Estampas con una escritura cuya olorosa vitalidad no la separa, ni de lo efímero, ni de lo secreto. Son aproximaciones a la luz encubierta por códigos, sólo dados a descifrar por las Tribus urbanas y sus acólitos. Por ello ejercen estos demiurgos su derecho a la Inminencia (P. 52), su búsqueda del Ocaso (P. 53). Escuchemos su voz: “no me importa Traicionar ni traicionarme/ para surfear la aurora en posición de loto”.
Poema “fraccionado” en espejos electrónicos; escritura ungida en resplandores nocturnos: voces, resonancias, ecos, gritos ¿golpes a la puerta? ¿Es eso el lenguaje? Lugar donde los vampiros seducen a soledades apestando a mediodías. Nuestras furtivas, secretas palpables soledades. Hábitat de la psique; espacio de lo tautológico, de efímeros rompimientos y lúcidas vaguedades. Así andamos, es la Letra no Fija, en perpetua partida a un viaje. Migrando siempre con o sin vocación Uliseano.
Argonautas, huyamos de la orfandad y el extravío ¿Sera posible unirnos, romper este desafecto que nos distancie y hiere? Nos guardamos y huimos del otro, nos olvidamos porque no nos miramos. No existe renacimiento, por ello vagamos, deambulamos esta palabra muda como garantía. Palabra donde escribirse es inscribir en tu piel y abrir cuños y signos en la piel del otro, del hermano. Escribir con nuestra sangre con los sentidos todos antes de garabatear en el papel. Somos desilusión, somos realmente una ilusión perpetua.
(*) Todos los poemas en este escrito, hacen parte del libro.
“Psicotrópicos” de Marjiatta Gottopo. Ediciones Amargord. Madrid, 2016.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS:
Mira y López, Emilio. La mente enferma (EPITOME DE PSICOPATOLOGIA Y PSICOFARMACOLOGIA). Servicio Científico Roche, Montevideo, Uruguay, 1962, p, 49.
Roger Herrerar Rivas
Poeta venezolano (Caracas, 1962). Es licenciado en teatro por el Instituto Universitario de Teatro. Ha publicado el estudio monográfico Apuntes sobre el teatro y su doble (2001) y los poemarios Fragmentos (1987), La crin de Dios (1996), Desadaptados (2000), Elegías de Wölfing y Los balandros son dioses (2005). Contacto: 0426-5169205 - rhnavaja@gmail.com
Poeta venezolano (Caracas, 1962). Es licenciado en teatro por el Instituto Universitario de Teatro. Ha publicado el estudio monográfico Apuntes sobre el teatro y su doble (2001) y los poemarios Fragmentos (1987), La crin de Dios (1996), Desadaptados (2000), Elegías de Wölfing y Los balandros son dioses (2005). Contacto: 0426-5169205 - rhnavaja@gmail.com
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