Número XXII

Editorial al número XXII de la Revista Literaria Madriguera.

Por Joan Manuel García

Lo que sentimos y creemos suele ser una representación de los conceptos con que solemos medir el mundo, la literatura, o más bien la escritura es un fenómeno que nos permite representar de forma transmisible nuestra interpretación particular del universo. Por lo que es fácil pensar que la literatura como nuestra alma esta hecha fundamentalmente de sueños.

Para Poe, uno de sus grandes sueños era ser un editor de revistas literarias, pero es una carga extraña, sobre todo en un país donde parece imposible vivir de la palabra. Hemos estado ausentes, distantes y distraídos, y aun así hemos regresado una vez más.

Este es el número XXII, y en esta ocasión contamos con el apoyo de Mariajosé Escobar, Milagro Meleán y Ludwianna De Los Ángeles Piñero Pereira, por lo que agradecemos su colaboración desinteresada.

Este número trae a viejos amigos, la poesía de Indira Carpio a través de su heteronomio Mundia Magdaleno y a Gabriel Jiménez Emán con su balada bohemia, por otra parte, una reseña del libro de Ana María Oviedo Palomares, a la par del trabajo de la Escuela de poesía Juan Calzadilla, además de una breve selección de la poesía de Juan Sánchez Peláez, finalmente dos trabajos sobre la poeta y artista visual Jhensy Lucena, la cual comparte tres de sus poemas y una invitación a su presentación en el Museo de Arte Contemporáneo.

Cuando hablamos de una revista solemos pensar en registro del presente, una mirada al pulso sobre una ventana, una revista literaria, volviendo un poco al principio, es una mirada a los sueños presentes, la idea de que los sueños no mueren nunca.