Por Jenifeer Gugliotta Guédez

El SER DE en Gregorio Meléndez: una ciudad en simbiosis


Por Jenifeer Gugliotta Guédez

Fotografía Nicasio Duno

Para Juan Carlos Pérgolis la ciudad “…fue – y aún decimos que es- el territorio de los arraigos.” Aquel pedazo de territorio en el que confluyen edificios y humanidad para conformar lo que es la urbe, la ciudad. A ella, en el plano del arte se han dedicado infinidad de obras, canciones y libros. La ciudad ha sido motivo y testigo del arte del hombre, en ella y a través de ella se fue tejiendo un sinfín de motivos, de vivencias que guardadas en la memoria colindan a diario en nosotros para recordamos de dónde somos, por qué estamos y a qué hemos venido.
En ese transitar de la vida nos encontramos con el hombre y su obra, nos encontramos a Gregorio Meléndez, poeta Falconiano nacido en Paraguaná. Lo tengo inicialmente en mi memoria en la Casa de la Poesía Rafael José Álvarez, en Coro, sus poemas ondulando en la brisa, lo tengo también en las reuniones asiduas de Musaraña y Madriguera, en la Biblioteca José David Curiel y las calles soleadas de Coro y en la nocturnidad de la cerveza.
Sus tres libros: Marle… y otras insinuaciones; Peor es nada; y Coro en concierto. Son aciertos constantes a la memoria, el erotismo y la ciudad.
“Estas calles
no entienden
nuestra soledad
viene de otro tiempo.
Qué importa
      el silencio,
-cansancio
de las noches-
       eterno.”
La memoria de lo cotidiano viene a transformarse en Gregorio, se transforma en verbo y se conjuga en todos los tiempos, se pasea entre el pasado, presente y futuro, hace de su vida: libros; y pernocta diariamente en páginas que recorremos con ansias quizá de conocer su dolor y sentirlo, apropiarnos también de sus calles, del erotismo de sus palabras hacerlas nuestras, un remitente más. Gregorio cumple con la palabra poética, con el mismo hecho artístico y a través de la memoria, que es la nuestra y de todo el que lo lee, esa “… posibilidad de dejar huellas, rastros, obras, ideas…” como bien lo expresa Alberto Saldarriaga.
“La calle con tu nombre
       es un proyecto
terreno baldío
solar al sol
       de
altas y bajas
pasiones
la maledicencia
lo cruza y registra
atenta siempre
ajaron el plano
se maltrata
con el tiempo
la topografía.”
La ciudad en Gregorio se va conjugando en aquello que él desea, una ciudad es simbiosis de todo aquello que la habita, en una ciudad pueden co-existir diversidad de edificaciones, diversidad de ciudadanos, con sus diferencias políticas, sociales, religiosas, culturales en ello radica la construcción de la ciudad cultural, esa ciudad que aún siendo plural surge o renace a partir de la singularidad.


Vemos entonces cómo el poeta a través del arte nos muestra un fragmento de la ciudad, de su ciudad, de su transitar no sólo por calles asfaltadas si no por calles en donde vivió, sintió, padeció, al punto de transmutarlas en un lenguaje, su memoria se ancla en nuestra memoria, sus palabras resuenan y se expanden cual eco a través de sus libros. Cumpliendo así lo que más adelante Alberto Saldarriaga en su artículo Imagen y memoria en la construcción cultural de la ciudad sentencia “…son los fragmentos que hacen parte del enorme relato de la vida  urbana.” 
“Esta ciudad,
     cómplice
te esconde.
Para ti logró
      un espacio
-El no estar que nos enfrenta-
Ella inventa
las calles
para tu infortunio.
Si debajo de estos techos
aparece una luz
-trama para opacar la historia-
es tu sonrisa
      (triste)
decadencia, o vestigios,
de damas de honor.

Juan Carlos Pérgolis en sus estudios sobre la ciudad nos habla sobre el ser de que tienen las ciudades, porque una ciudad no sólo está hecha de edificaciones, de concreto y asfalto, lo que la complementa y la hace ser verdaderamente son los que conviven en ella, es todo aquello que se hace, todo lo que se vive, dando significado y sentido a lo que dentro de la ciudad se produce y ese es precisamente el “…papel del arte ante el ser de: dar sentido a cada contexto, convertir los lugares y los momentos en acontecimientos, ir más allá del significado de la razón, entrar en el mundo sin razón de las emociones.” 
Sin personas que habiten la ciudad, sin sus bajas y altas emocionales, sin la memoria, la cotidianidad o el día a día, no tendría sentido la ciudad; sin la transmutación de todo aquello vivido,  no tendría sentido sin el arte, la música, la literatura, Coro no sería sin Coro en concierto, sin Gregorio Mélendez, sin sus pantaleticas, sin su Marle; su Peor es nada. Sin la retórica insistente de aquel que vive y desea marcar ahora en nosotros: la palabra, nostalgia y aventura que alguna vez fue sentida, grávida ahora en nuestra memoria.


Bibliografía
-Meléndez Gregorio. Marle… y otras insinuaciones. Ediciones libros blancos. Coro. 1992
Meléndez Gregorio. Coro en concierto. Editorial El perro y la rana, sistema nacional de imprentas Falcón. Coro. 2008
-Meléndez Gregorio. Peor es nada. Ediciones Casa de la poesía. Coro. 2012
Referencias electrónicas.
-Saldarriaga Alberto. Imagen y memoria en la construcción cultural de la ciudad. En: La ciudad y la significación cultural de su construcción.  Extraído en http://bdigital.unal.edu.co/782/9/318_-_8_Capi_7.pdf
-Pérgolis Juan Carlos. Ser de… estar en… pasar por… Extraído en  http://juancarlospergolis.blogspot.com/